“Después de ocho años he regresado al paraíso”, escribió el Premio Nobel de Literatura peruano Mario Vargas Llosa en un texto publicado en El País. Así describe, por un lado, su reconciliación con Patricia Llosa tras el fin de su relación con Isabel Preysler, pero también las vacaciones que pasó con aquella, su exesposa y prima, en la ciudad austríaca de Salzburgo durante dos semanas.
“Las dos semanas que pasamos aquí nos compensan de las frustraciones y malos ratos del año porque están dedicadas a la pura irrealidad y a los grandes espejismos que construyen los seres humanos para escapar del tiempo sucio e insincero y acceder, gracias al sueño, a órdenes más ricos y sustanciosos que la realidad”, detalló en su artículo para el diario español el autor de La casa verde y La ciudad y los perros.
A sus 87 años, y como en cada verano europeo desde hace hace varias décadas, Vargas Llosa asistió al festival musical de Salzburgo por invitación del empresario suizo Ernst Keller, que le obsequió una colección de entradas luego de que, en 1989, el escritor proclamara su candidatura a presidente de Perú.
Así describió Vargas Llosa su rutina durante su estadía en Austria: “Levantarse muy temprano, tomar desayuno y dar un paseo por el río Salzach, que hace de frontera natural entre Austria y Alemania. Si no hay lluvias, el recorrido nos toma una hora y media más o menos. Después, algunos días, vienen los compromisos musicales matutinos y, las mañanas en que no hay conciertos, las lecturas intensas, generalmente de novelas que he ido acumulando a lo largo del año, sin tiempo para leerlas”
Pero, además, antes de las dos semanas a pura música en el festival austriaco de ópera y música clásica, Vargas Llosa y su exesposa Patricia pasaron tres semanas haciendo dieta en la clínica Buchinger de la ciudad malagueña, una tradición en la ahora (apaarentemente) renovada pareja. Luego de su “cuarentena de alimentos” para expulsar los residuos metabólicos, disfrutaron de las célebres y jugosas salchichas del Café Tomaselli, las favoritas de Mozart. También merendaron en el opulento Hotel Sacher, donde se sirve la tarta favorita de la emperatriz Sissi, la Sachertorte. Y, como no podía faltar, también tomaorn su vino favorito, el italiano de la trattoria Pan e Vin.
“La vida transcurre apaciblemente en este enclave civilizado. Las costumbres en esta ciudad no parecen haber variado mucho desde la primera vez que estuve aquí, en el año 1987″, comentó en su artículo publicado en El País.
Aunque cerca de cumplir los 90, Vargas Llosa no parece aminorar el ritmo de su vida, tanto la romántica como la literaria. Cuando publicó Los vientos, que puede descargarse gratis en Bajalibros, algunos supieron leer en la historia del cuento pistas sobre su ruptura con Isabel Preysler. Ahora, con la próxima publicación de su nuevo libro, Le dedico mi silencio -disponible a partir del 26 de octubre-, muchos creyeron que podría haber un mensaje oculto sobre su alborotada vida amorosa.
De todos modos, esta nueva novela de Vargas Llosa versa sobre su más grande y antiguo amor: el vals peruano. “Aquí cuento esa historia, y con ella agradezco un secreto amor que me ha acompañado toda la vida: el que siento por la música criolla”, ha explicado el propio Premio Nobel de Literatura para despejar cualquier interpretación errónea sobre Le dedico mi silencio.
Pero eso no es todo. Según parece, el escritor ya estaría preparando su próximo libro, un ensayo sobre el francés Jean-Paul Sartre, ya que se pasó el verano releyendo la extensa obra del filósofo existencialista francés, con quien comparte la devoción por Flaubert y Madame Bovary.
De todos modos, el verano es para Mario Vargas Llosa el momento ideal para zambullirse de lleno en su verdadera pasión, la lectura: “Me paso el día leyendo esas novelas que no he tenido tiempo para leer porque estaba entregado a otros trabajos, siempre literarios. Me parece una aberración que tantas personas dediquen a otros asuntos el tiempo que yo dedico a leer novelas, esos extraordinarios libros que suelen proyectarnos sobre realidades construidas mediante deformaciones inteligentes y magníficas de la vida real”.
Escribe en su artículo para El País: “En Salzburgo uno comprueba que leer novelas no es perder el tiempo, como creen muchos ingenuos. Sin la fantasía que provocan en nosotros esas historias fulgurantes y milagrosas que alimentan los sueños y la insatisfacción, no habría habido progreso”. Y agrega: “Los seres humanos han evolucionado gracias a las novelas, que han sido el punto de partida del ser humano para ensanchar las fronteras del conocimiento”.
Con una novela de próxima aparición, un posible ensayo sobre Sartre en marcha y una aparente reconciliación con su (otro) gran amor, su prima y exesposa Patricia Llosa, el Nobel peruano continúa sacándole el jugo a la nutritiva pulpa de su vida que, según parece, no deja de darle frutos.