¿Cómo se supera la muerte de una madre? ¿Cuánto tarda? ¿Cuándo termina el agobio en el pecho? Estas son las desesperadas preguntas que se hace Chihiro. Los recuerdos no se van de su mente, especialmente aquellos relacionados con la historia de su madre junto a su padre; en estas ideas se pierde mientras mira por la ventana.
De esta forma nos introduce Banana Yoshimoto en una novela en la cual apela a las milenarias costumbres japonesas sobre la experiencia del duelo, como lo hizo en su primera novela, Kitchen (1988), con la que se dio a conocer y que tuvo un importante éxito, con más de sesenta ediciones en su país y traducida a más de veinte idiomas. Esta vez, reflexionando sobre los efectos en la adultez de un trauma infantil.
“El lago” de Banana Yoshimoto
“El primer día que Nakajima se quedó en casa soñé con mi madre muerta. ¿Sería porque compartía habitación con alguien por primera vez en mucho tiempo?
La última vez había sido en el hospital, había dormido con papá y mamá en el cuarto de mamá. Yo abría los ojos a cada instante y, tras comprobar con alivio que mamá aún respiraba, volvía a cerrarlos de nuevo”. (p.9).
Con la muerte de su madre, Chihiro se da cuenta de que es muy poco lo que la ataba a ese lugar. Por eso, decide que lo mejor es irse, trasladarse a Tokio y empezar de nuevo, aun cuando en este lugar tenía una actividad fija: pintar murales. Los días largos mirando por la ventana, una de sus actividades preferidas, no eran lo mismo. Terminaba imaginando a su madre y a su padre juntos, planeando la vida que algún día tendrían.
Su plan estaba hecho y no haría mucho para cambiarlo si no fuera porque conoce a un hombre, Nakajima, que suele perderse en esa vista por la ventana como ella. Poco a poco, y sin siquiera imaginarlo, lo que inicia como una amistad tras la casualidad de encontrarse, se transformará lentamente en un romance al que camina tímidamente.
Como Chihiro, Nakajima también ha perdido a su madre hace apenas un tiempo; sin embargo, el dolor ha calado en él de forma tan fuerte que no es capaz de pronunciar ninguna palabra. Su mirada refleja una herida profunda que aún no deja de sangrar.
En principio todo iría sobre ruedas, hasta que aflora un gran secreto que se niega a revelar y que tiene que ver precisamente con la pérdida de su madre. ¿De qué se trata?
En medio de lo que serían unas vacaciones tranquilas en un paisaje de ensueño ubicado en una de esas vistas que tanto habían soñado a mitad de montañas y la posibilidad de disfrutar de la paz, ella intenta conocer la verdad de la situación. Hasta el momento su investigación se ha quedado a medias, pero algunos recursos que ha recopilado en el tiempo le permitirán enlazar las pistas que podrían llevarla a un misterioso mundo.
Al llegar, Nakajima la lleva hasta dos amigos suyos que llevan una vida monástica y se encuentran cerca de un lago precioso. Es aquí donde la autora sumerge al lector en un mundo mágico rodeado de las costumbres japonesas y la forma en la que viven el duelo, pero también, transitando por los dolores adultos producidos por las experiencias infantiles, aquellas que no siempre son visibles y a las que llegar resulta ser un camino difícil y doloroso.
“Harta de aquellas calles, harta de aquella situación. Harta de todo. Quería olvidar. Aprovechar la muerte de mamá para irme de allí y no volver la vista atrás”. (p.12.)
Sobre la autora: Banana Yoshimoto
♦ Nació el 24 de julio de 1964 en Tokio, Japón
♦ Su nombre real es Mahoko Yoshimoto.
♦ Comenzó a escribir mientras trabajaba como camarera en un restaurante de un club de golf.
♦ Su primera novela se tituló Kitchen.
♦ Es ganadora del Premio Umitsubame de Primera Novela.
♦ Se ha enfocado en la escritura de novelas, ensayos y relatos.
♦ Algunos de sus libros: Tsugami, Recuerdos de un callejón sin salida, Amrita y Sueño profundo.