El director de “Garage Olimpo” y su libro sobre la dictadura: “Si sobrevivís te preguntan ‘¿por qué estás vivo y los demás no?’”

Marco Bechis es chileno-argentino y acaba de publicar en castellano “La soledad del subversivo”. La obra, de gran repercusión en Italia, narra su paso por un centro clandestino de detención y propone una crítica a las organizaciones armadas como Montoneros.

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Bechis nació en Santiago de
Bechis nació en Santiago de Chile y vive desde hace décadas en Italia. (Photo by Alessandro Albert/Getty Images)

Cuando parece que quedan pocas cosas que contar sobre los años oscuros de la dictadura, Marco Bechis, el director de la consagrada película Garage Olimpo (1999) acaba de publicar en nuestro país La soledad del subversivo (lanzado por el sello A.hache de la editorial Adriana Hidalgo), un libro de memorias estremecedor que aporta una mirada sin filtros sobre los sentimientos que atravesaron su acercamiento a la militancia, su detención y cautiverio, así como la soledad y la culpa de ser un sobreviviente.

Una mirada aguda que comienza con su secuestro clandestino en Buenos Aires, en 1977, retrocede a otra tragedia -esta vez familiar- que marcó su infancia, a sus días y sus noches entre Italia y Argentina, y a su decisión de abandonar una vida cómoda en Europa para regresar al país durante la dictadura.

A través de casi cuatrocientas páginas, Bechis narra en primera persona el miedo ante la tortura en el centro Club Atletico, la salida de allí tras la intervención del represor “Pajarito” Suárez Mason, y su cautiverio como preso “legal” en distintas cárceles. También refleja las contradicciones de las organizaciones armadas, el esfuerzo de sus padres para sacarlo del país, las puertas que se cerraron y las otras, impensadas, que permitieron su libertad, el recuerdo y la culpa por los amigos que no sobrevivieron. El relato termina cuando vuelve a la Argentina en 2010 para dar testimonio en los tribunales, en el marco de la reapertura de los juicios contra los represores.

¿Quién soy yo, aquí y ahora? ¿Uno que no habla y morirá atravesado por las descargas eléctricas o uno que se convertirá en un animalito dócil? ¿Un héroe o un traidor? Una diferencia absurda que, aquí y ahora, pierde todo sentido. El único objetivo claro y que todavía me mantiene cuerdo –¿hasta cuándo?– es tratar, por todos los medios, de evitar la mutilación. Sobrevivir entero (...) Hace tan sólo unos minutos yo caminaba abrazado a Dayin y de repente mi vida ha quedado comprimida en este único segundo, el instante que estoy viviendo y del que no logro salir (...) Estoy atrapado aquí en una sucesión de segundos, en el miedo de lo que me harán de un momento a otro, porque algo está por suceder”.

"La soledad del subversivo" se
"La soledad del subversivo" se editó primero en Italia.

En abril de 1977, con 21 años, Bechis estaba estudiando un profesorado nocturno en Buenos Aires, con la idea de ir a enseñar a comunidades del norte argentino. Aunque nunca desarrolló una actividad orgánica en partidos de izquierda, Marco estuvo en contacto con jóvenes militantes de Montoneros, la agrupación armada que para ese entonces ya había pasado a la clandestinidad.

Allí se vinculó con una militante apodada “Muñeca”, luego desaparecida, y su pareja, Pablo, quienes formaron parte de su círculo de conocidos. Durante un viaje que hizo a Italia, recibió un encargo de la organización y aceptó llevar material fotográfico de la revista Evita Montonera y repartirlo en algunas redacciones de medios europeos.

En La soledad del subversivo, Bechis narra también su vuelta al país después de esa tarea, a pesar de la oposición de su familia y particularmente de su padre, un ejecutivo italiano y ex directivo de Fiat, que estaba al tanto del peligro que podía significar para su hijo permanecer aquí en los años de la dictadura.

Una noche, a la salida del profesorado, y mientras caminaba junto a otros estudiantes y su novia hacia la parada del colectivo, Bachis fue secuestrado por un grupo de hombres vestidos de civil, sin identificación. Allí comenzó su calvario de unos diez días en el Club Atlético, el centro clandestino que funcionó durante 1977 en el sótano del edificio de una dependencia de la Policía Federal, ubicado en Paseo Colón entre Cochabamba y San Juan, en plena ciudad de Buenos Aires.

"Garage Olimpo" se presentó en
"Garage Olimpo" se presentó en Cannes en 1999.

Los contactos del padre de Marco con otros empresarios resultaron clave para que pasara de estar unos días desaparecido a ser un preso “legal” por algunos meses, en diversas cárceles. Bechis habla en su novela autobiográfica de varios personajes trascendentes con los que tuvo contacto, como Juan Gelman, Adolfo Pérez Esquivel y el torturador Julio Simón, conocido como “el Turco Julián”, a quien encontró, ya en democracia, en un café porteño. También revela el papel que cumplió el empresario Franco Macri, padre del ex presidente, en la gestión que realizó su familia para conseguir su liberación y regreso a Italia.

La obra fue publicada en 2021 en Italia, donde tuvo buena repercusión. En diálogo con Infobae Leamos, Bechis habló sobre éste, su primer libro.

-¿Cómo fue el proceso de escritura, son cosas que ya tenía escritas?

-Si, yo tengo una repisa de diarios personales escritos a mano de toda mi vida, digamos, desde mis 16 o 17 años, que son también registros de viajes, reflexiones sobre películas que estoy filmando, de todo, sueños... Siempre tuve la idea de hacer algo con eso. Pero el proyecto surgió en 2010, cuando me invitaron de la fiscalía a dar testimonio en Argentina. Yo ya había declarado en Italia, en los juicios contra Massera y contra la Junta Militar por la desaparición de italianos, en la época de la amnistía, cuando estaban todos (los represores) libres acá. Esa es la época en la que nosotros filmamos Garage Olimpo, y la época en que me crucé con el “Turco Julián”, como lo cuento, en un bar. Entonces era la primera vez en esos años que yo venía a la Argentina y encontrarlo de frente fue para mí muy movilizador. Antes, cuando partí de Italia, había tenido ese choque con mi padre, que también cuento en el libro, sobre si debía dar o no los nombres.

El lugar en el que
El lugar en el que funcionaba el centro clandestino de detención Club Atlético (Google Street View)

-¿Si contaba o no quién había sido el contacto que lo ayudó, que fue Franco Macri, verdad?

-Sí, Franco Macri. Como tenía esa ruptura con mi padre por ese tema, en el avión empecé a escribir y ese comenzar a escribir fue el envión de lo que después, mucho tiempo después, elaboré para este libro. Lo tenía escrito de manera cronológica pero Dayin Horne, que estaba a mi lado cuando me detuvieron y que ahora es una correctora de textos, me dijo “yo empezaría por ahí”, por el secuestro. Así que di vuelta todas las cosas.

-¿Cuánto tiempo estuvo secuestrado?

-Cuatro meses, diez días en el Club Atlético y después me pasaron a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN), primero en la cárcel de Devoto. Y eso fueron otros tres meses más, porque durante ese período parece que los cuadros del Cuerpo I de Suárez Mason sospechaban. Nadie tenía datos de lo que yo había hecho en Italia. De hecho, me había ocupado de denunciar lo que estaba pasando, de ir a todos los diarios pero sin dar mi nombre. Me dijeron que había jóvenes que decían que “este tipo no se tiene que ir”, pero ya no me podían hacer desaparecer porque ya estaba “aparecido”. Cuando me sacaron la venda (ya en la cárcel) me dijeron “te vas en 24 horas, no te quiero ver más acá”, pero desde ese hecho pasaron tres meses y medio hasta que salí en libertad.

-¿Es todo verídico lo que aparece en el libro?

-La autobiografía es siempre ficción, en la medida que uno elige decir algo y no lo otro. Pero son todos hechos reales, por eso di los nombres.

-¿Qué repercusión tuvo en Italia?

-El libro tuvo una muy buena repercusión. Salió en 2021, en italiano, que es el idioma en que lo escribí. Yo, como director, soy más conocido en Europa que acá, eso le dio un buen envión. A Garage Olimpo la hicimos para que fuera una película que quedara; yo creo que las películas tienen que quedar, porque hay otras que tienen un gran éxito en el momento y que después de un año nadie se acuerda. Pasaron 23 años y, sin embargo, si uno ve la película por primera vez (eso me pasa con las escuelas en Italia y acá también), Garage Olimpo tiene un impacto inmediato, como si no tuviera tiempo.

El ex policia Julio Simon,
El ex policia Julio Simon, concido con el nombre de "Turco Julian", durante la jornada del juicio en donde fue condenado a 23 años de prisión. (NA)

-¿Cómo le resultó el tratamiento de pasar escenas del cine a la escritura?

-Bueno, este es mi primer libro… y único. Aunque ahora voy a sacar otro en Italia, recién ahora, lo están publicando pero es breve, sobre Chile y sobre lo que fue para nosotros, para nuestra generación, el golpe de Estado en Chile, que nos abrió la cabeza, a mí me abrió la cabeza… Ese sería mi segundo libro pero no es esa mi profesión de base. Yo escribí este libro porque de alguna manera es la voz en off de mi personaje en Garage Olimpo. El personaje se mueve en el espacio, con sus silencios, con su actuación o su no actuación, con estar ahí en la pantalla y ser filmado, me comunica a mí, espectador, muchas cosas, con silencios absolutos. A veces en el cine es mucho más difícil decidir lo que no se muestra que lo que se muestra.

-¿Como cuando en Garage Olimpo cierran la puerta y uno no ve la escena de tortura pero la imagina?

-Eso. Es decir, que yo espectador frente a la puerta cerrada, donde adentro sé que hay una mujer joven desvestida con un tipo que le va a dar “máquina”, yo sé teóricamente lo que es y no lo veo, me lo tengo que imaginar. Y esa imaginación es muy personal, porque cada uno la imagina como quiere. No es una imagen que yo le voy a dar al espectador, pero esa imaginación es mucho más persistente porque te queda en la cabeza por mucho tiempo, porque te la hiciste vos esa imagen.

-¿Y por qué hacerlo de esa manera?

-Creo que es la forma en la que hay que contar la violencia y no la forma más americana de mostrar, que te aleja. A mí por ejemplo me gustan las películas de Tarantino, son buenísimas, porque están en otro código, porque es coreográfico, yo puedo comer pochoclos mientras lo veo, pero no creo que se pueda comer pochoclos viendo Garage Olimpo. Ahora, la literatura es otra cosa, para mí fue una investigación buenísima.

-¿Por qué?

-Primero porque cuando el editor me decía “che, esta parte acá no funciona, ¿por qué no la ponés en otro lado?”, en el cine, si estás en la mesa de montaje, para mover una escena cambian los vestidos, cambian los peinados, cambia la luz, no podés hacer eso. Pero en cambio en el libro me puse a escribir la escena de vuelta, con una libertad total. Y sobre todo dije que iba a poner en el libro todo lo que no se pudo poner en una película, que son las sensaciones, las reflexiones...

El secuestro y asesinato de
El secuestro y asesinato de Aramburu hizo pública la existencia de Montoneros. En su libro, Bechis cuenta cómo colaboró con la organización y también la critica.

-La narración del miedo frente a la tortura, por ejemplo.

-Sí, todo eso, ¿cómo lo contás en el cine? Puede haber un personaje que tiembla, pero bueno, no te da la misma reflexión interior. Así que para mí fue una apertura enorme. Si se pudiera ganar la vida escribiendo, cosa que no se puede, escribiría. Y no haría más cine, pero como no se puede…

-¿Por qué el título? Justamente lo que se muestra es que el personaje no es un subversivo en el sentido de haber tenido una participación activa en la guerrilla.

-El título está pensado en Italia y no en Argentina. Yo antes tenía un título provisorio, El héroe y el traidor, esas cosas, un poco borgeano, demasiado “capa y espada”. Y con la editora, que me ayudaba a rever el texto y mover un poco las cosas, salió este título, porque subversivo en Italia eran los insurgentes del 800, un poco como acá en la Revolución de Mayo.

-El que quería cambiar el orden…

-El que quería cambiar el orden en otra época histórica. Acá lo actualizaron en la época y con Adriana (Hidalgo) nunca pensamos en cambiarlo. Sabíamos que tenía un impacto, pero yo creo que puede enganchar al público para que vaya a mirar lo que es.

-¿Qué crítica o qué visión tiene ahora de lo que fue la guerrilla y esos movimientos políticos de los años 70, acá, en Chile, en Cuba?

-Bueno, yo participé de alguna manera, aunque no coincidía en ciertas formas. Por ejemplo, yo me formé políticamente en Italia. Después con el golpe de Estado en Chile, en movimientos muy complejos y muy, entre comillas, democráticos. El centralismo democrático de mi vida, donde si no había acuerdo, había discusiones, y había corrientes, y bueno, había gente que se separaba. Todo eso con la excusa, digamos, de la real situación de emergencia de haber avanzado tan rápidamente hacia un choque suicida, ¿no?. Porque de hecho hacer la guerrilla contra un ejército armado por los americanos era un poco una locura. Además, la idea de que todo el pueblo te iba a seguir, esa locura, apolítica digamos, porque no era una política, creaban al interior de la organización una falta total de democracia, de discusión. Si vos no estás de acuerdo, fuera. Hubo ejecuciones internas.

Una imagen de "Garage Olimpo",
Una imagen de "Garage Olimpo", la película de Bechis.

-¿Tendría que haber existido una autocrítica?

-Creo que la autocrítica sirve para entender que hubo errores enormes pero, claro, no se puede negar digamos la vocación a la lucha. También hay que ser un poco más concretos cuando se analiza lo que era la vida cotidiana de nosotros en esa época, pensar que no había salida tampoco. O sea, si un tipo militante, hombre o mujer, se había metido demasiado, no tenía vuelta atrás. ¿Qué iba a hacer? ¿Se iba a ir a buscar un laburo cualquiera y se iba a ir a vivir al campo? ¿Dónde? ¿Y si lo estaban siguiendo, o estaba en la clandestinidad? Hubo momentos de no retorno. La única era irse, pero eras un traidor, eras un desertor. Entonces, todo eso habría que reverlo, porque el hecho de haber construido una organización castrense, que debería ser revolucionaria, hay una contradicción total. El hombre nuevo, ¿dónde estaba?

-¿Cómo había sido tu experiencia en Italia?

-Yo venía de una situación en Italia donde lo que nos importaba más era el cambio de nuestras costumbres, de nuestra forma de vivir, de relacionarnos, el hecho de la sexualidad, la crisis del hombre relacionada a la mujer, porque el feminismo estaba en auge. Yo vine en pleno feminismo, y yo hablaba del feminismo acá y me miraban como si fuera un bicho raro, un burgués que se ocupaba de cuestiones inútiles. La cuestión acá era el choque con el enemigo. Pero yo este discurso -de autocrítica- no lo hubiera hecho en la época de la impunidad, cuando hice Garage Olimpo, por ejemplo. En la película este aspecto no está. Está de alguna manera en la bomba, ¿no?. Cuento en la película cuando una guerrillera pone una bomba y la consecuencia directa de su traslado acelerado. Por ahí María (el personaje) moría igual, en otro traslado, pero que mataron a todos como represalia, es evidente.

-¿Para qué le sirvió el libro? ¿A nivel personal, sintió que podía darle un cierre a algo, que le servía de catarsis?

-De alguna manera fue un encuentro con un nuevo público, que no era sólo el cinematográfico, una nueva forma de expresarse, donde el tema son los sobrevivientes, que somos una especie de zombies en esta sociedad, y más acá que allá. Allá, en Italia, soy un sobreviviente de un país, como hay africanos que sobrevivieron al mar y tuvieron que llegar escapándose, o como los muy viejos que quedaron sobrevivientes de Auschwitz, de los campos de concentración nazis. Acá son bichos raros.

Bechis cuenta en su libro
Bechis cuenta en su libro cómo el empresario Franco Macri ayudó a que pudiera viajar a Italia en plena dictadura, tras permanecer en cautiverio. REUTERS/Marcos Brindicci/ File Photo

-¿Por qué?

-Porque acá si sos sobreviviente hay una pregunta que todo el mundo te hace: ¿por qué estás vivo y los demás no? Como me dijo una vez Mauricio Macri, cuando me lo encontré en un evento en Roma y me lo presentaron. Él había llegado recién y era Jefe de Gobierno de la Ciudad entonces, no presidente. Entonces yo le dije “¿y tu viejo cómo está?”, porque yo tenía una buena relación con don Franco, y cada vez que venía a Argentina lo iba a visitar, más allá de toda la distancia política, porque estuvo ahí y resolvió un problema, la vida mía, y lo hizo. Y me dice, “está bien, un poco viejo, pero bien”. Y yo le dije: “Saludámelo mucho, porque él fue quien ayudó a mi padre a encontrarme cuando yo estuve desaparecido”. Hizo un paso para atrás y me dijo: “¿Vos sabés que tuviste suerte porque de ahí no salió nadie vivo?”. Esa es la mentalidad que yo reconocí sobre ese tema. El sobreviviente es un paria. Pero yo creo que es acá, porque está en carne viva la cuestión.

“La soledad del subversivo” (fragmentos)

El Ford Falcon beige baja la marcha, hemos llegado a algún lugar preciso, va más despacio todavía, una curva, un escalón que siento debe ser la vereda, estamos quietos con el motor encendido, ¿qué esperamos? ¿A dónde llegamos? ¿A uno de esos sitios misteriosos que hemos imaginado tantas veces? Trato de percibir algo más con el olfato, pero siento solamente olor a transpiración y a goma quemada, mi cara aplastada en el fondo del auto vibra igual que el caño de escape.

Ruido metálico, reconozco una persiana que sube, el auto se mueve de nuevo, lentamente, el sonido del motor de pronto retumba, entramos en un garaje, también las puertas retumban, el ruido de la persiana retumba, mi cabeza retumba.

Es mi turno, hombres desconocidos se mueven a mi alrededor, ¿qué quieren de mí? No tengo nada para darles. Nada. Es el fin. No logro pensar más allá de este instante, ni antes ni después, me he convertido en una fracción de mí mismo atrapada en este instante.

¡Turco! Sacalo al maestrito.

La última dictadura es el
La última dictadura es el escenario en el que se desarrolla el libro de Marco Bechis. EFE/Archivo

Otra voz, le dicen “Turco” al hombre de bigotes que me agarra del cuello de la camisa y me saca arrastrándome del Ford Falcon. Voces anónimas como en una oficina, ruido de las puertas de otros autos que se abren y se cierran que retumban en mi cabeza. El Turco me empuja, camino con pasos cortos para no tropezar, no veo, los ruidos se vuelven más acotados, estoy dentro de una habitación, el Turco me pone mirando contra una pared, me saca el trapo de los ojos, veo una pared color verde sucio, me pone una mascarilla rellena, parece una de esas que dan en los aviones para dormir, pero esta tiene un relleno doble, triple, cuádruple, que hace presión sobre mis cavidades oculares. No veo nada, solamente por debajo algún destello de luz. En la habitación hay olor a cigarrillo, otro hombre mueve el carro de la máquina de escribir.

–¿Nombre?

Tipea mi nombre y apellido, y mueve otra vez el carro a la línea siguiente.

–¿Nombre de guerra?

–Todos me dicen Tano, me dicen así desde que soy chico.

El hombre deletrea en voz alta lo que está escribiendo:

–Nombre de guerra: Tano.

Quién es Marco Bechis

♦ Nació en Santiago de Chile en 1955. Es chileno-italiano. Es guionista y director de cine.

♦ Su película Garage Olimpo se presentó en el Festival de Cannes en 1999.

♦ Estuvo detenido en el centro clandestino de detención Club Atlético, en Buenos Aires.

♦ Publicó primero en Italia y luego en Argentina La soledad del subversivo.

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