Son muchos los fenómenos que originan heridas profundas en una nación, en el caso de Colombia, uno de los más dolorosos es la desaparición forzada, un flagelo que ha marcado la historia del país y que se ha extendido durante décadas. Sin embargo, no es el único país marcado por este crimen que provoca dolor durante generaciones.
En la literatura también han quedado registradas estas experiencias; es por eso que en el marco del Día Internacional de las Desapariciones Forzadas declarado por la ONU, acudimos a los libros para explorar en sus páginas el camino hacia este capítulo que, aunque oscuro, permite conocer más acerca de la historia del país y sus lamentos.
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“Los detectives salvajes”, de Roberto Bolaño
“No sé muy bien en qué consiste el realismo visceral. Tengo diecisiete años, me llamo Juan García Madero, estoy en el primer semestre de la carrera de Derecho. Yo no quería estudiar Derecho sino Letras, pero mi tío insistió y al final acabé transigiendo. Soy huérfano. Seré abogado. Eso le dije a mi tío y a mi tía y luego me encerré en mi habitación y lloré toda la noche”.
Entre las grandes novelas de la literatura figuran títulos escritos por el chileno Roberto Bolaño, quien llega a esta lista con su libro Los detectives salvajes, una obra que navega entre la biografía y la crónica y ha sido considerada como uno de los libros más originales de ficción de los últimos años. De hecho, ha sido reconocida con los premios Herralde y Rómulo Gallegos.
Aquí cuenta la historia de Arturo Belano y Ulises Lima, dos jóvenes poetas que viajan por distintos países a lo largo de varias décadas. En estos dos protagonistas viven los deseos de toda una generación que inician una gran aventura tras la desaparición de la escritora mexicana Cesárea Tinajero.
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“Los ejércitos” de Evelio Rosero
“Y era así: en casa del brasilero las guacamayas reían todo el tiempo; yo las oía, desde el muro del huerto de mi casa, subido en la escalera, recogiendo mis naranjas, arrojándolas al gran cesto de palma; de vez en cuando sentía a las espaldas que los tres gatos me observaban trepados cada uno en los almendros, ¿qué me decían?, nada, sin entenderlos. Más atrás mi mujer daba de comer a los peces en el estanque: así envejecíamos, ella y yo, los peces y los gatos, pero mi mujer y los peces, ¿qué me decían? Nada, sin entenderlos”.
El escritor y periodista colombiano Evelio Rosero dibujó un pueblo colombiano ficticio, San José, que bien pudiera ser cualquier espacio del territorio real en el que vive Ismael Pasos, un maestro jubilado que ha vivido allí durante toda su vida y ahora pasa los últimos años en compañía de su esposa Otilia. Sin embargo, sus días son diferentes, pues los pasa espiando a la esposa de su vecino, quien transita por los pasillos desnuda.
Aunque nos introduce con tintes eróticos a su historia, Rosero abre las puertas a una serie de eventos en los que el lector navegará por el agobio de amores imposibles, los dramas de la vida cotidiana y progresivamente por la violencia, ampliada cuando la guerrilla baje a invadir el lugar. Con la figura del desaparecido Marcos Saldarriaga, el escritor presenta las penas de un lugar estratégico para los negocios ilícitos de la guerrilla, los delincuentes y los paramilitares, todo ello ante el ojo ciego de un Estado que los olvidó.
“La casa de la belleza” de Melba Escobar
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“Karen creció escuchando vallenato, bachata y más tarde champeta. Su madre, apenas dieciséis años mayor que ella, fue una vez la reina del barrio, con lo que pensó que saldría de pobre, pero terminó preñada de un rubio que poco hablaba español y del que supuso era un marinero. Con esa visita furtiva del amor, nació la mulata que compartía con su madre no solo el apellido, sino también la belleza y la escasez”.
Cuando Melba Escobar decidió dedicarse a la literatura, sabía que lo haría siempre basada en la realidad y así ha sido desde entonces. Es por ello que muchas de sus historias tienen lugar en calles reales, principalmente de Bogotá, como es el caso de esta historia en la que cuenta la historia de Karen, esteticista de Cartagena que llega a la capital del país con la misma autopromesa de muchos “buscar mejores condiciones de vida”.
Con una protagonista que llega a una ciudad ajena dejando a su hijo al cuidado de alguien más, Escobar nos introduce a través de confesiones a varias historias contadas por distintas voces femeninas que se encuentran en un salón estrato seis. Allí explora la alta sociedad de Bogotá, sus costumbres sociales y el caso de una madre que busca justicia y respuestas en un país que le oculta la verdad.
Estos libros nos invitan a adentrarnos en las historias, las emociones y las realidades que hay detrás de la desaparición forzada. A partir de este arte podemos empatizar con las víctimas, comprender la magnitud del problema y por supuesto, reflexionar sobre los caminos que conducen a la justicia, la reconciliación y la paz.
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