Confiscada por el régimen de Castro, la novela que le compitió a la obra de García Márquez: “El mundo alucinante”, de Reinaldo Arenas

La primera obra del escritor cubano y una de sus piezas de más alto calibre, es ahora reeditada por el grupo Planeta a través de su sello Tusquets

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Publicada originalmente en 1969 en Cuba, esta es una de las novelas más notables de Reinaldo Arenas. Nacido en Holguín en 1943, desafió como pocos narradores en lengua española las convenciones literarias de su época, llevando a sus lectores en un viaje delirante a través de la historia y la fantasía.

En El mundo alucinante nos encontramos con Fray Servando Teresa de Mier, un monje travieso y aventurero que vivió en los siglos XVIII y XIX. La figura histórica de este personaje, teólogo, escritor y disidente religioso y político, proporciona a Arenas una rica base sobre la cual construir su narrativa. La novela sigue las incesantes andanzas de Fray Servando, que recorre tierras ajenas, enfrentando destierros, encarcelamientos y desafíos a sus creencias heterodoxas.

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Con buen tino, Arenas se adentra en la vida de Fray Servando, que pese a que es lo suficientemente rica por sí sola, el autor opta por sumergirse en el delirio y la fantasía que emergen a su alrededor, llevando al lector a través de episodios alucinantes y surrealistas. La novela se convierte así en una exploración digna del realismo mágico más delirante.

Portada del libro. (Planeta de Libros).
Portada del libro. (Planeta de Libros).

La narrativa de Arenas se entrelaza con la de Fray Servando, ya que ambos comparten un deseo constante de manifestarse y vivir en libertad. La elección del autor de reflejarse en la vida de un personaje histórico no solo le permite explorar su propia creatividad literaria, sino también expresar su lucha personal por la libertad en medio de circunstancias opresivas.

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Arenas era homosexual y buscaba fervientemente la libertad en todas sus formas. Sin embargo, su camino estuvo plagado de persecuciones y desafíos, primero bajo el gobierno de Fulgencio Batista y luego bajo la dictadura de Fidel Castro en Cuba.

Confiscada por el régimen en la isla, la novela, El mundo alucinante, adquirió reconocimiento internacional al compartir el prestigioso galardón Prix Médicis con el colombiano Gabriel García Márquez en el año 1969, una década antes de que el autor de Cien años de soledad se alzara con el Premio Nobel de Literatura. En sus páginas, la versión fantasiosa y paródica de las memorias de Fray Servando Teresa de Mier le otorgó reconocimiento a Arenas entre las grandes voces del Boom latinoamericano.

El traslado del cadáver del fray de un lugar a otro después de su muerte, la España de Carlos IV y Godoy, la Francia de Chateaubriand y Madame de Staël, la Inglaterra de Lady Hamilton; Italia, Estados Unidos (donde, como comenta Fray Servando, “cada aliento parece estar gravado con impuestos”) y Cuba, son algunos de los pasajes que habitamos bajo la pluma de Arenas en El mundo alucinante. Más allá de una biografía literaria, con una prosa barroca precisa, esta novela de aventuras adquiere una dimensión fabulosa, fantástica y casi mítica, que le ha permitido trascender con el tiempo.

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A través de su vida tumultuosa, Arenas encontró inspiración para su prolífica producción literaria. Cada ciclo vivido, cada camino andado, lo tradujo en novela, reflejando su infancia pobre, la lucha revolucionaria, la persecución por su homosexualidad y el exilio. Su estilo literario, caracterizado por una prosa cuidada y sonora, le permitió explorar las emociones secretas y los aspectos más oscuros del alma humana.

Así empieza “El mundo alucinante”

Muchos años hacía que fray Servando se encontraba huyéndole a la Inquisición española por toda Europa acompañado por las humillaciones y vicisitudes que el destierro impone, cuando, un atardecer, en el jardín botánico de Italia, se encuentra con el objeto de su absoluto desconsuelo: un ágave mexicano (o planta del maguey), enjaulado en un pequeño cubículo, con una suerte de cartel identificador.

Por largo tiempo había tenido que trotar el fraile para, finalmente, arribar al sitio que lo identifica y refleja: la mínima planta, arrancada y trasplantada a una tierra y a un cielo extraños. El ciclo casi mítico del hombre americano, víctima incesante de todos los tiempos, componedor de lo imposible, pasa también por ese breve y fulminante encuentro entre alma y paisaje, entre soledad e imagen perdida, entre el sentimiento desgarrado de inseguridad y ausencia y el de la evocación que irrumpe, cubriendo, imantando, idealizando lo que cuando fue (cuando lo tuvimos) no fue más que un lugar común al que la imposibilidad de volver prestigia.

Aunque aún no se habían conocido personalmente (la Historia no «certifica» si se llegaron a conocer) fray Servando Teresa de Mier y José María Heredia, debieron experimentar, en un tiempo similar, la misma sensación, la misma desolación, aunque en distintos escenarios. A Heredia, como romántico ortodoxo, la fatalidad lo conduce a las cataratas del Niágara, donde, más que la grandiosidad del paisaje, lo que lo llega a estremecer es el recuerdo de un palmar ausente. En fray Servando, hombre de mil dimensiones, cándido, pícaro, aventurero, exaltado, ese desgarramiento por lo imposible (su patria) ocurre en el centro mismo de una de las más populosas ciudades europeas, entre el torbellino de anónimos rostros y el estruendo de innumerables ideas, generalmente contradictorias... El regreso, es decir, la recuperación del palmar o el ágave, será para ambos arduo e incierto, y finalmente (fatalmente) posible.

No tendría sentido narrar aquí, en esta suerte de introducción a una novela que escribí hace años y que ya casi no recuerdo, las peripecias de fray Servando y de Heredia, ni el porqué de las mismas. Pienso, sin embargo, en ese instante, que la historia «oficial», como la mayoría de los instantes importantes, no registra, en que el poeta y el aventurero, ya en México, se encuentran luego de las mil y una infamias padecidas y ante el vasto panorama de las que les quedan por padecer... Ambos han visto de nuevo los paisajes amados, y, realmente, ¿qué han visto?, ¿qué pueden decirse? El hombre que recorrió a pie toda Europa, realizando aventuras inverosímiles, el que padeció todas las persecuciones, víctima infatigable, en varias ocasiones a punto de perecer en la hoguera, huésped consuetudinario de las prisiones más temidas de América y de Europa (San Juan de Ulúa, La Cabaña, Los Toribios, etcétera), el patriota y político rebelde, el luchador, no es, ahora precisamente, quien puede encauzar el ritmo de la historia de su país, ni siquiera el de su provincia, ni siquiera el suyo propio. En cuanto a Heredia, catalogado por sus contemporáneos como «ángel caído» por el hecho de haber ido a Cuba, a su paisaje, con un salvoconducto expedido por el general Tacón, tampoco es, evidentemente, un ejemplo de estabilidad y satisfacción moral y espiritual. El hecho de que ambos hombres convivan en un mismo sitio (el palacio presidencial), que la historia los haya hecho converger en un mismo lugar en situaciones similares, y que a la vez no recoja este acontecimiento, no deja de ser una de sus conocidas y atroces ironías. Por eso, si nos sometiéramos, como historiadores, al dato estricto, ambas figuras, tan importantes para nuestro continente, ahora mismo tendrían que retirarse mudas, y perderse, definitivamente, y sin mayores trámites, por los extremos opuestos del edificio o por los desconocidos recovecos del tiempo.

Por eso siempre he desconfiado de lo «histórico», de ese dato «minucioso y preciso». Porque, ¿qué cosa es en fin la Historia? ¿Una fila de cartapacios ordenados más o menos cronológicamente? ¿Recoge acaso la Historia el instante crucial en que fray Servando se encuentra con el ágave mexicano o el sentimiento de Heredia al no ver ante el desconsolado horizonte de su alma el palmar amado? Los impulsos, los motivos, las secretas percepciones que instan (hacen) a un hombre no aparecen, no pueden aparecer recogidos por la Historia, así como, aun bajo el quirófano, no se captará jamás el sentimiento de dolor del hombre adolorido.

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