Librerías comienza en la antigua Roma y termina en las librerías virtuales del siglo XXI. Da la vuelta al mundo en 300 páginas y no es un libro de viajes. Es un tratado – sin fisuras- acerca del significado que tienen estos lugares en el imaginario social, de cómo se transformaron en piezas claves para el desarrollo de las sociedades modernas, en tanto bastiones de las grandes ideas, centros culturales y espacios indispensables donde encontrar algo de paz y disfrute luego de una jornada agitada.
La verdad, no sé si Jorge Carrión dimensionó realmente el trabajo épico que llevó a cabo al escribir Librerías. Capaz que para él haya sido una obra más de las tantas que tiene en su haber. Mientras tanto, puedo asegurar que su lectura dio más de lo que esperaba. Además de ser finalista del Premio Anagrama de Ensayo, el libro de Carrión me llevó de paseo por cinco continentes, conocí los orígenes y la historia documentada de las librerías más antiguas e icónicas del planeta (¡ojo! de las nuevas también hay!) y comprendí el rol que, aún hoy y en medio del barullo, cumplen los libros y sus tiendas: perpetuar la existencia humana contra el embate descarnado del olvido que seremos .
“Así funcionará este libro -escribe el autor español- proponiendo tanto el consuelo de la lectura ordenadora como las digresiones y contradicciones que amenazan, reconstruyendo tradiciones posibles y recordando (…) que no se habla más que de ejemplos, de excepciones en un mapa y una cronología de librerías que es imposible reconstruir, que está hecho de ausencias y olvidos (…) despojos de una historia imposible de escribir”. Cuanta humildad, me digo, y agrego: ¡la verdad que le salió bastante bien! ¿No?
Infinitas son las librerías (y sus historias) que desfilan por esta obra. Algunas emblemáticas, como Livraria Bertrand (1732) en Lisboa, Portugal, la cual tengo la infinita dicha de conocer, que ostenta el Record Guinness, como la más antigua del mundo, porque es la única que pudo demostrar su actividad ininterrumpida desde su fundación. Le siguen Hatchards (1797), ubicada en el 187 de Piccadilly Circus en Londres, Inglaterra, junto con la porteña Librería de Ávila (1785) donde, según cuenta el autor, compró algunos ejemplares de la revista Sur, en el sótano del añoso local. ”Tocar libros viejos es una de las pocas experiencias táctiles en que puedes conectar con el pasado remoto”, escribe. ¿Y en Italia? La más antigua es la Librería Bozzi (1810), que hoy sigue abierta en Génova.
A lo largo de sus 14 capítulos, conviven los datos contundentes y bien documentados con algunas imágenes de baja nitidez (puede fallar). Como sea, lo cierto es que este pequeño-gran compendio universal de las librerías aborda otros temas, como por ejemplo la figura entrañable del librero –hoy en peligro de extinción- el rol de los distribuidores y editores de libros, los diferentes estilos de librerías y de cómo una histórica tienda de libros puede ser reemplazada, en un abrir y cerrar de ojos, por un comercio de hamburguesas.
Algo verdaderamente exquisito es el relato del capítulo 2, “Atenas: un comienzo posible”: “Atenas puede caminarse y leerse como un extraño zoco de librerías, (…) no tanto por la decadencia del ambiente y por la sensación palpable de la Antigüedad, sino por el idioma en que han sido escritos tanto los nombres de los locales como los indicadores de las estanterías”. Hace referencia a la famosa Biblioteca de Alejandría y como esta “eclipsó al resto de bibliotecas anteriores, contemporáneas y futuras”. Según el autor, esta biblioteca se inspiró en la de Aristóteles y, probablemente, fue la primera en la historia sometida a un sistema de clasificación.
En este capítulo también señala los vínculos y relaciones entre los roles de las bibliotecas y librerías, y deja en claro quién es quién. Carrión afirma que la librería es ligera y la biblioteca es pesada. “Mientras que el bibliotecario acumula y atesora (…) el librero adquiere, compra, vende, pone en circulación. Lo suyo es el tráfico. La biblioteca estará siempre mirando hacia el pasado. La librería estará atada al presente. La librería distribuye. La biblioteca conserva”. Como sea, tanto una como la otra cumplen papeles fundamentales y complementarios en la historia de los escritores, lectores y librerías. Fascinante radiografía.
El final de la obra lo marca el capítulo dedicado al advenimiento de las librerías virtuales. Con cierta nostalgia, el escritor recuerda como Catalonia, fundada en 1924, cerca de la plaza de Cataluña, se transformó -ante sus ojos- en un local de comidas rápidas en 2013. Así las cosas. Nunca es triste la verdad: lo que no tiene es remedio. Y no quiero seguir y arruinar el suspenso y la expectativa de este encendido recorrido por el alma de las librerías del mundo.
Sí decirles que Librerías es una lectura imprescindible para los amantes de los libros y aquellos que deseen conocer a fondo los orígenes, el desarrollo y las transformaciones de estos templos sagrados a lo largo del tiempo y de las distintas historias, geografías y culturas que las circundan. Nos traslada a ese mundo que los lectores adoramos. La librería como el portal que conecta con la dimensión desconocida. Con la otredad. Un espacio sin límites donde personas y libros se fusionan en constante movimiento. Después de todo, “los libros se escriben para (…) unir a los seres humanos y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido”, escribió Stefan Zweig. Y ojalá que así sea por siempre.
Quién es Jorge Carrión
♦ Nació en 1976 en Tarragona, España.
♦ Es escritor y crítico literario.
♦ Es Doctor en Humanidades por la Universidad Pompeu Fabra y dicta clases de maestría en creación literaria, teoría del viaje y periodismo cultural.
♦ Escribió libros como La brújula, Australia. Un viaje y Los muertos.
♦ Colabora en Cultura/s de La Vanguardia y en otros suplementos y revistas de España y América Latina. Desde 2023 también escribe en Infobae.
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