El fútbol y el peronismo comparten en Argentina un historial de relaciones rico y complejo. Ambos suscitaban la pasión de las masas y, cada cual a su manera, contribuyeron a definir el curso de la historia del país en el siglo XX. Están “los muchachos peronistas”, como canta la marcha, pero también los muchachos que nos volvieron a ilusionar, como se cantó en las calles de todo el país tras la victoria en Qatar 2022.
“A fines de la década del 40 se abrió una crisis entre estas dos pasiones populares. Como resultado de ese desencuentro la selección argentina se ausentó de los mundiales del 50 en Brasil y del 54 en Suiza”, escribe el periodista Ariel Borenstein en su nuevo libro, Los muchachos futbolistas.
Editado por Aguilar, esta exhaustiva investigación es una reconstrucción de “los desencuentros entre el país peronista y la principal pasión popular: el fútbol”, basada en entrevistas, medios de la época, textos historiográficos y clásicos del cine argentino.
¿Por qué, a pesar de lo que significaba el fútbol para la sociedad de la época y de la activa promoción del deporte que se hizo desde el primer peronismo, Argentina no participó en los mundiales de Brasil 1950 ni de Suiza 1954? ¿Cómo se explica que Alfredo Di Stéfano, el más genuino antecesor de Messi y Maradona, haya hecho su carrera en Colombia y en España y ya no volviera a jugar en su tierra? ¿Qué nexo hay entre “los muchachos peronistas” y Los muchachos futbolistas?
Así empieza “Los muchachos futbolistas”
Un bombo en París, en la Sala Pleyel, que alguna vez fue escenario de conciertos sinfónicos. El Tula tiene dos parches para batir. Uno con Maradona y Messi entre los escudos de Argentina y de su Rosario Central. El otro con el Perón que cumple, con uniforme de Mi General, y la Evita que dignifica. Con los símbolos de la CGT y las 62 Organizaciones. Y la palabra Lealtad, en alusión al Primer Trabajador. Recibe el The Best como representante de la mejor hinchada del Mundial y lo festeja con una canción histórica: “Vamos, vamos, Argentina…”, mientras el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, sigue el ritmo con palmas y sonrisa.
En realidad fue “muchaaachoos” lo que identificó a los argentinos en el Mundial. Con una letra que ya de movida cruza el elemento nacional, “en Argentina nací”; el futbolero, “tierra de Diego y Lionel”, y el anticolonial, “de los pibes de Malvinas que jamás olvidaré”. Esa alquimia de fútbol y política internacional generó, entre otras cosas, la inesperada hinchada argentina en Bangladesh.
“Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar” tuvo su proceso de creación por aproximaciones sucesivas propias de la cultura futbolera de estos pagos. Un hincha de Racing cambió la letra que se canta en el Cilindro, con eje en la cargada a Independiente por el descenso, por una versión propia de la selección. Siempre sobre la base de la festiva canción de La Mosca de principios de siglo “Muchachos, esta noche me emborracho”, tema con guiño al tango de Enrique Santos Discépolo, interpretado por Carlos Gardel, “Esta noche me emborracho”.
Otra “muchachos” tuvo un amasado de muchos más años, pero con un mecanismo parecido: “Los muchachos peronistas”. Hasta llegar a la versión grabada por Hugo del Carril, tuvo una escala sindical previa: “Los gráficos peronistas / todos juntos triunfaremos / y al mismo tiempo daremos / un hurra de corazón, / viva Perón, viva Perón”. El origen de la melodía es la marcha de Barracas Juniors, un club de barrio.
Muchachos, una de las esquinas de encuentro entre fútbol y peronismo. Dos parches en un mismo bombo.
La hinchada The Best en su himno nombra a Diego y Lionel. Rodolfo De Paoli, en sus relatos en el Mundial, dialogaba con la canción, pero iba más allá. “En la tierra de Messi, de Maradona, de Kempes, de Di Stéfano”. Agregaba al goleador y figura de la primera en el Mundial 78. Y a otro argentino considerado, junto a Diego, Lionel, Pelé y Cruyff, uno de los cinco mejores jugadores de todos los tiempos.
Alfredo Di Stéfano fue figura y goleador de la selección campeona del Sudamericano del 47 en Ecuador, donde reemplazó al lesionado Pontoni. Ese título fue el tercero consecutivo de Argentina tras ganar en el 45 en Chile y en el 46 de locales. Se acercaba el primer Mundial de la posguerra en Brasil. La Saeta Rubia se destacaba en una generación de la considerada edad dorada del fútbol argentino.
Ya por entonces la selección tenía su historia, su identidad. Dos subcampeonatos, en ambos casos detrás de Uruguay. Un segundo puesto en el Mundial del 30 en Montevideo, y medalla de plata en 1928 en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam.
En plena fiesta del primer peronismo, Alfredo fue actor principal de la película Con los mismos colores. Así como Messi hizo su paso de comedia por streaming, junto al Papu Gómez y bajo la batuta del Kun Agüero, y Maradona cantaba “El sueño del pibe” en el programa de Antonio Gasalla o se vestía de Minguito en un sketch con el periodista de La voz del rioba, Di Stéfano incursionó en el cine de masas. En una película musicalizada por Astor Piazzolla.
Lo acompañaba Mario Boyé, al que la hinchada de Boca le cantaba: “Yo te daré / te daré, niña hermosa / te daré una cosa / una cosa que empieza con B / Boyé”. Un 17 de octubre de 1945, en Plaza de Mayo, esa misma música servía, con una letra parecida, para cantar por Perón. El tercer protagonista era Tucho Méndez, O Terror do Brasil: el que en el 45 en Santiago hizo los dos goles del 2 a 0 a y en el 46 en cancha de River los tres goles del 3 a 1. Previo al Caniggia del 90 en Italia y al Di María del Maracaná.
Tres chicos hacen de Alfredo, Mario y Tucho, compañeros en los potreros en el equipo Encontronazo. Además de la pasión por el fútbol comparten la atracción por una chica del barrio, una rubia que toca el piano. Se van a probar a un equipo grande en el que les avisan que tienen que jugar “profesionalmente”, sin gambetear. Mario no hace caso y lo descartan, Alfredo y Tucho quedan. Pero Moscato, un exjugador que debió dejar la carrera por lesionarse la rodilla, lo lleva a Boca.
En la segunda parte de la película los jugadores entran en escena y actúan de sí mismos. De figuras en los grandes de la primera del fútbol argentino. Alfredo está en River, Mario en Boca y Tucho en Racing.
Ni el hecho de ser rivales en la cancha ni la disputa por el amor del personaje interpretado por la actriz Nelly Darén rompen con el clima de armonía social al que aspiraba ese peronismo de la Comunidad Organizada. Alfredo, beso incluido, se queda con la chica de la película; Tucho, con la prima de la protagonista principal, y Mario, con la hermana de Alfredo.
Tampoco se quiebra la relación cuando, en un River-Boca, Alfredo choca con Mario y se lesiona la rodilla. El personaje de Di Stéfano jamás se enoja con su amigo, entiende que fue un accidente, pero Mario de la tristeza se va a México, lugar al que años antes había ido el crack José Manuel Moreno, de La Máquina.
La ciencia hace que Di Stéfano se recupere bien, a diferencia de Moscato, y los tres amigos de Encontronazo se vuelven a juntar en la selección. Por radio se escucha el triunfo 3 a 1 en un partido en el exterior. Final feliz.
Pero cuando en agosto del 49 se estrena la película, Di Stéfano y Boyé estaban fuera del país. Alfredo ya era jugador de Millonarios, el de Bogotá, no el de Núñez. Y Mario había dejado a los xeneizes de acá para ir a Genoa, a jugar para los xeneizes de Italia. En el bombo del Tula el fútbol y el peronismo conviven armoniosamente.
En la historia, a fines de la década del 40 se abrió una crisis entre estas dos pasiones populares. Como resultado de ese desencuentro la selección argentina se ausentó de los mundiales del 50 en Brasil y del 54 en Suiza. El Encontronazo de Con los mismos colores remitía a unión, a una fusión del fútbol con el barrio, con los colores patrios. El del fútbol, con el primer peronismo, a su otra acepción, la de choque.
Quién es Ariel Borenstein
♦ Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1972.
♦ Es escritor y periodista.
♦ Trabajó en las redacciones de Página/12, Perfil y la revista Mística del diario Olé, entre otros medios.
♦ Escribió la biografía no autorizada Don Julio Grondona, el dueño de la pelota, publicada en 2001, que tuvo su reedición ampliada y definitiva en 2014 tras la muerte del presidente de la AFA y vicepresidente de la FIFA.
♦ Junto con el cineasta Damián Finvarb realizó documentales como En obra (2013), una biografía política sobre Carlos Fuentealba, el docente asesinado en Neuquén y Pelotero del mundo (2022), sobre el fútbol juvenil de exportación en Rosario.
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