Tan enigmática como brillante fue la figura de Dino Campana, cuya vida parece haber sido todo un torbellino de emociones y experiencias entre la locura y la genialidad y quien no se fue del mundo sin antes dejar una importante huella el mundo de la literatura, a pesar de su reducida obra.
Fue considerado el poeta maldito italiano, debido a la sombra trágica que se posó sobre su vida. La calificación de “poetas Malditos” se le dio a un grupo de autores que reflejaban en sus obras el concepto del mal como algo que era inherente a la naturaleza del ser humano; sin embargo, más tarde la expresión se generalizó y empezó a aplicarse a cualquier poeta o artista marcado por la incomprensión, la vida bohemia y las experiencias trágicas.
Le puede interesar: Julio Caro Baroja: “Si hoy existiera la pena de la hoguera, los políticos serían los más sujetos a ella”
Dino Campana vino al mundo el 20 de agosto del año 1885 en Faenza, una pequeña comuna en Marradi, Italia. Fue criado por un padre cariñoso y comprensivo, y por una madre procedente de una familia adinerada pero compulsiva, afectada a su vez por una enfermedad mental.
La niñez de Dino transcurrió entre las colinas por las que deambulaba con frecuencia, como si quisiera olvidarse de los deberes en casa. En estos pasos fue creciendo una sensibilidad única y un espíritu inquieto, que serían claves para acercarse a la gama de colores de la que está hecho el mundo. Sin embargo, como su madre, no pasaría mucho tiempo para que los vientos turbulentos de una enfermedad mental lo afectaran.
Cuando tenía aproximadamente quince años presentó los primeros síntomas de trastornos nerviosos, razón por la que fue medicado y luego enviado a un manicomio. A pesar de que luego pudo completar sus estudios, su estado nervioso empeoró, a lo cual se sumaron drásticos cambios de humor, fruto de una relación conflictiva con su familia e incluso con la ciudad.
Le puede interesar: Maya Angelou: una revelación en búsqueda de libertad
Aunque su amor por las letrastambién apareció a corta edad, parecía que no estaba hecho para la academia ni para arraigarse a un solo lugar. Abandonó sus estudios universitarios en la facultad de Química para iniciar una vida de aventura que lo llevó a diferentes rincones de Europa. Gracias a sus viajes reunió experiencias en barcos, largas largas y hasta residencias en hospitales.
Encontró en la poesía una forma de expresión que le permitía, como ningún otro arte, capturar la esencia de su corazón y de su mente, que parecía hacerse más clara con cada anécdota. Registro de ello fue su obra maestra Orphic Songs (Cánticos órficos), publicada en 1914, con poemas que gritaban lo que sentía, llenos de pasión y misticismo. Aquí se evidenciaba su búsqueda de una divinidad, la exploración de la sexualidad, la conexión con el mundo natural y una intimidad totalmente expuesta.
“Orphic Songs” de Dino Campana
A pesar del talento del que gozaba Campana, los siguientes años de vida tampoco fueron sencillos. Tuvo que luchar contra una sociedad indiferente, la enfermedad y su propia familia, pues su vida de vagabundo era vista como un comportamiento extraño y sus viajes al extranjero como signos de locura. A esto se sumaba que sus facciones físicas tampoco parecían ser consideradas familiares, incluso era juzgado con sospecha porque a la vista de la sociedad sus rasgos eran demasiado alemanes, lo que se confirmaba con sus preferencias en aspectos como la filosofía y la poesía.
Le puede interesar: Soledad Acosta: la primera mujer en vivir de la escritura en Colombia
Tras décadas de sufrimiento, Campana fue admitido en el hospital psiquiátrico de San Juan de Dios en Florencia, lugar que se convertiría en su hogar durante sus últimos años. De hecho, los únicos relatos que se conservan de su etapa final figuran en forma de entrevistas con el psiquiatra Carlo Pariani, quien confirmó el diagnóstico del estado mental del poeta errante como esquizofrenia desorganizada, un tipo de afectación grave y sin cura.
Pero no sería la locura por la que a menudo lo señalaron el camino que lo conduciría hasta la muerte, sino el envenenamiento de su sangre a partir de una sepsis. Aunque se desconoce a ciencia cierta cómo ocurrió, una de las teorías señala que la infección fue causada por una herida con alambre de púas al intentar escaparse del hospital.
Seguir leyendo: