La grieta en Montoneros de la que pocos hablaron: por qué se escindieron cuatro grupos en sólo diez años

Fue la organización armada más resonante de la Argentina de los setenta. Se inspiró en la Revolución Cubana, aunque con un carácter urbano. Pero no conformó a todos sus integrantes, que se alejaron con duras críticas. El libro “Discutir Montoneros desde adentro” analiza el fenómeno

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Montoneros en una de todas
Montoneros en una de todas su participaciones durante movilizaciones callejeras.

¿Qué debates y enfrentamientos se sucedieron en la organización Montoneros en los años 70 y comienzos de los 80? ¿Qué discusiones había acerca del uso de la violencia? ¿Cómo era la forma de ejercer el poder en la organización y de tratar los planteos críticos de algunos de sus miembros? ¿Qué posición se debía tomar respecto del peronismo?

En Discutir Montoneros desde adentro (Editorial Siglo Veintiuno) Daniela Slipak, doctora en Estudios Políticos, desarrolla a través de un amplia investigación cómo se procesaron esas críticas dentro del grupo armado más influyente de los años 70, que exigía “pasión y obediencia” a sus militantes.

La obra refleja también cómo los vaivenes internos de Montoneros fueron una constante en todo el trayecto de la organización, y no un proceso que surgió cuando el proyecto revolucionario que quisieron desarrollar se había perdido. Estos cuestionamientos fueron expresados fundamentalmente por los cuatro grupos que se escindieron entre 1972 y 1982: la Columna José Sabino Navarro, la Juventud Peronista Lealtad, el Peronismo Montonero Auténtico y Montoneros 17 de Octubre.

A partir del análisis de documentos internos, comunicados y diversas publicaciones, sumado al testimonio de participantes directos, Slipak desarrolla la historia de los grupos que plantearon las discrepancias más enérgicas, entre las que figuraban la distancia entre la base militante y la dirigencia, el exceso de militarismo, la necesidad de recuperar el “rumbo original” de la revolución, además del interrogante de cómo y contra quién debía ejercerse la violencia, un debate fundamental dentro de la organización.

El libro de Slipak pone
El libro de Slipak pone el foco en los conflictos internos de la organización armada.

Las cuatro grandes disidencias que tuvo el movimiento comenzaron en 1972, con el nacimiento de la Columna Savino Navarro, que “impugnó el militarismo, el foquismo y la mistificación del militante heroico que, según su parecer, había en la organización”.

A comienzos de 1974, apareció la Juventud Peronista Lealtad, que “cuestionó el exceso de violencia, responsabilizando por él al desvío que habría protagonizado una conducción nacional escindida del sentir militante”. A principio de 1979, ya desde el exilio y tres años después del comienzo de la dictadura, el Peronismo Montonero Auténtico repitió acusaciones que ya había recibido la conducción del partido: “su militarismo, su foquismo, su autoritarismo, su alejamiento de las bases y de la realidad argentina”.

Por último, en 1980, se separó Montoneros 17 de Octubre, que se llevó una buena parte de los militantes que quedaban. Su planteo, menos beligerante, apuntó también contra “el foquismo, el autoritarismo, la ceguera y el aislamiento de la dirigencia”. Slipak señala que uno de los puntos fundamentales que plantearon estos cuatro grupos fue la necesidad de pensar de otra manera la relación entre violencia y política, aunque todos ellos compartían la creencia en la revolución.

Discutir Montoneros desde adentro analiza cómo, frente a estas corrientes críticas, la dirigencia respondió en muchas ocasiones con la negación y la condena, llegando a la expulsión y a la amenaza de muerte. Si bien existieron grises, en general las críticas no eran aceptadas y eran penalizadas formal o informalmente.

En diálogo con Infobae Leamos, Slipak respondió algunas preguntas sobre su libro.

-¿Considera que el tema de la obediencia estricta es intrínseco a una organización armada?

-Las organizaciones armadas revolucionarias, que fueron parte de la nueva izquierda global de la época, tenían, además de su aspiración transformadora, una dimensión disciplinaria orientada a cómo debía hacerse la revolución. Esta atravesaba y moldeaba sus vínculos, y se construía formal e informalmente. Sobre todo, en los espacios y cuadros militares. En particular en Montoneros, si bien la cultura normativa fue desplazándose a lo largo de toda la década en paralelo al recrudecimiento represivo y al desánimo militante, existieron siempre vínculos jerárquicos que estructuraban cómo se tomaban las decisiones, quiénes participaban de ello, cómo debían ser los militantes, cómo debían responder a las directivas de los superiores…

-¿Cuánto influyó la experiencia de la Revolución Cubana?

-Como en otras partes del mundo, la imagen que circuló de la Revolución Cubana (una imagen que simplificó, en verdad, procesos políticos y sociales más complejos que ocurrieron en la isla) fue fundamental, y animó a muchos jóvenes a organizarse y a hacer la revolución. En Montoneros, como en otras organizaciones del Cono Sur, sin embargo, no pesó tanto la idea de un foco armado rural, porque se trató de construir una gran organización político-militar de carácter urbano. Pero sí pesaron otros elementos que también había irradiado esa Revolución desde principios de los sesenta: el voluntarismo, la militancia sacrificial, el heroísmo, la idea de violencia, la dedicación y la pasión revolucionaria.

Daniela Slipak ya había investigado
Daniela Slipak ya había investigado a la organización en su libro "Las revistas Montoneras". (Gentileza Ema Armelino Slipak / Siglo XXI)

-¿En qué se diferenciaron, en líneas generales, los cuestionamientos de los cuatro grupos que analiza en el libro?

-Los cuestionamientos aparecieron en momentos muy diferentes de la organización, de su vínculo con otros actores de la coyuntura, y de la situación argentina en general. Además, los cuatro grupos tuvieron estructuras, prácticas y redes disímiles. Mientras que los primeros, surgidos en tiempos de los gobiernos peronistas del periodo, se abocaron a discutir qué era el peronismo y cómo debía insertarse Montoneros en él, los últimos debatieron sobre la Contraofensiva, que fue la última operación político-militar organizada desde el exilio. Sin embargo, yo identifico en el libro cuestionamientos comunes a los cuatro grupos: la crítica a la violencia militarista o foquista que, de todos modos, no descartaba la legitimidad de la violencia revolucionaria; la crítica al autoritarismo de las cúpulas, que desdibujaba la pertenencia común a una trama, y la reproducción de la norma a lo largo y a lo ancho del espacio; la idea de un desvío del proyecto revolucionario, que opacaba las dificultades y problemas iniciales.

-¿Cuántos juicios y ejecuciones internos practicó Montoneros?

-Es difícil determinarlo porque sucedieron en situación de clandestinidad. De todos modos, lo más relevante para señalar al respecto es el carácter ejemplificador que tenían los juicios. Como lo reconoció Mario Firmenich después, la exhibición de los disciplinamientos, en su mayoría sobre militantes que ya estaban detenidos-desaparecidos por el terrorismo estatal, servía para sentar normas en el resto de la militancia.

-El cuestionamiento hacia la infidelidad o la homosexualidad que existía al interior de las organizaciones revolucionarias, ¿fue una característica a nivel local o también existía en los movimientos de otros países?

-Yo diría, muchísimo más generalmente, que era algo común a toda la sociedad de ese entonces. En este sentido, Montoneros no propuso una transformación de los patrones íntimos, sexuales y familiares de la sociedad de la que provenía.

-¿Cuáles eran los canales de comunicación entre la militancia de base y la cúpula de Montoneros?

-El espacio se estructuraba verticalmente, atravesando los distintos ámbitos de militancia. Habría que diferenciar, además, los ámbitos de militancia legal de los ámbitos clandestinos. Pero los canales eran escasos; ese fue, de hecho, uno de los reclamos que durante años manifestaron los disidentes. Demandaron la realización de un congreso partidario para renovar representantes y discutir cómo debían ser tomadas las decisiones.

-¿Cuáles considera que son los aspectos relevantes de este libro, lo nuevo o que no se había analizado?

-En mi investigación no encontré otros estudios académicos integrales sobre todos los grupos disidentes de Montoneros a lo largo de la década. En ese sentido, considero que el libro constituye un aporte. También considero que es un aporte reconstruir la perspectiva militante no oficial, que discute la historia de los dirigentes de la Conducción Nacional. Al respecto, muestro que hubo discusiones en el transcurso de la experiencia sobre qué era la política, cómo articularla con la violencia, qué era el peronismo, y cómo debían ser los militantes. Finalmente, a pesar de las distancias entre los cuatro grupos, busco coser una continuidad en esas discusiones para tratar de reconstruir la densidad de la militancia armada revolucionaria de la época. Intento dar lugar a sus problemas difíciles e irresolubles, y reponer la complejidad histórica que tuvo la experiencia.

El secuestro y asesinato de
El secuestro y asesinato de Aramburu fue la manera en la que la organización Montoneros se dio a conocer públicamente.

-¿Surgieron en los últimos tiempos nuevas voces autocríticas?

-Sin dudas, las rememoraciones sobre la militancia armada de los años setenta se van desplazando a lo largo de las décadas: en los ochentas, en los noventa, en los 2000, y actualmente. De todos modos, si bien tomo críticas retrospectivas, me interesa en el libro restituir aquellas que tuvieron lugar durante el transcurso de la experiencia y que fueron contemporáneas a los acontecimientos.

“Discutir Montoneros desde adentro” (fragmento)

Introducción

¿Cuánto discutieron los militantes armados de los años setenta sobre su política y su violencia? ¿Cuán convencidos estuvieron? ¿Existieron voces críticas que plantearon alternativas? Además, ¿cuánto se recuerda actualmente de esos desacuerdos? La imagen de los grupos armados revolucionarios que hoy atraviesa la escena pública argentina, aun con sus distintas posiciones valorativas, es bastante monolítica: jóvenes que, resueltos, tomaron las armas y reordenaron su vida en función de determinados ideales de sociedad.

Allí, en el fragor y la intensidad de la “lucha armada”, no habría habido demasiado lugar para las discusiones sobre el camino a seguir. Menos en el marco de la estricta disciplina militar impuesta por sus dirigentes, que pretendían no solo militantes con pasión por la causa, sino también soldados obedientes. Esos desacuerdos, se tiende a creer, habrían aparecido recién con el faro de esa revolución ya apagado.

Por ejemplo, en la revista Controversia para el Examen de la Realidad Argentina, casi a inicios de los ochenta. O, muchísimo más acá en el tiempo, en el debate sobre el No matar originado en 2004 a partir del testimonio de Hector Jouvé sobre el Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) y la posterior carta de Oscar del Barco. En otras palabras, se suele pensar que las revisiones de los protagonistas habrían visto la luz solo con la desestructuración de esa matriz insurgente y con la llegada de los aires liberal-democráticos.

"Las revistas Montoneras" es otra
"Las revistas Montoneras" es otra investigación de Slipak.

En este libro busco desmontar estos sentidos sobre nuestro pasado reciente. Restituiré las discusiones que sí tuvieron lugar en el transcurso de la experiencia. Es decir, que fueron consustanciales a su desarrollo. A través de ellas, intentaré abrir la densidad intrínseca de la subjetividad revolucionaria armada. A la vez, exploratoriamente, indicaré que muchas de las revisiones retrospectivas pronunciadas desde la transición en adelante se enmarcaron en los planteos de los setenta.

Con estas aspiraciones generales, me concentro, en particular, en la conformación y el desarrollo de los cuatro grupos que rompieron con uno de los espacios político-militares de mayor importancia cuantitativa y cualitativa en la Argentina y en América Latina, la organización Montoneros.

Valga una breve presentación. El primero fue Montoneros Columna José Sabino Navarro, que se escindió hacia mediados de 1972, todavía en tiempos de los gobiernos militares de la autodenominada Revolución Argentina (1966-1973). Tuvo asiento principal en las provincias de Córdoba y de Santa Fe, y logró consolidar redes hasta aproximadamente 1975.

El segundo fue la Juventud Peronista Lealtad, que se separó a principios de 1974. Fue descentralizada e inorgánica. Sus núcleos surgidos en distintas regiones y circuitos tuvieron poca coordinación entre sí; sin embargo, tuvo fuertes implicancias para la estructura montonera, que en ese momento había acrecentado sus ámbitos militares y legales. No logró persistir más allá de 1974.

El tercer grupo disidente fue el Peronismo Montonero Auténtico, originado en 1979, durante el exilio en tiempos de la dictadura militar (1976-1983). Para esa época, la Organización ya tenía buena parte de su militancia detenida-desaparecida o asesinada por el terrorismo estatal. La disidencia sucedió antes de que el Partido Montonero iniciara su última operación, la Contraofensiva Estratégica, que le valió la desaparición y el asesinato de alrededor de noventa militantes más. Hizo circular los documentos críticos que Rodolfo Walsh había escrito a fines de 1976 y principios de 1977.

Finalmente, el cuarto grupo fue Montoneros 17 de Octubre, que apareció a principios de 1980, justo antes del cese definitivo de la “lucha armada”. Estas rupturas del exilio tuvieron muchas dificultades para establecer espacios alternativos, en un contexto en el que los proyectos revolucionarios armados perdían reconocimiento y adhesión en el país.

Quién es Daniela Slipak

♦ Es doctora en Estudios Políticos por la École des Hautes Études en Sciences Sociales (Francia) y la Universidad de Buenos Aires.

♦ Es investigadora del Conicet, y profesora de grado y de posgrado en la Escuela Idaes de la Universidad Nacional de San Martín y en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

♦ Es autora de Las revistas Montoneras, también publicado por Siglo XXI.

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