“Operación Capeletti”: la increíble fuga de presas que planearon cuatro organizaciones armadas en 1971

Con testimonios de dos de las cuatro militantes que lograron escapar de prisión en 1971 gracias a la ayuda de organizaciones armadas, esta exhaustiva investigación reconstruye un capítulo poco conocido de una década oscura.

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Cuatro mujeres, cuatro organizaciones armadas y una de las fugas más increíbles de la historia argentina en "Operación Capeletti".
Cuatro mujeres, cuatro organizaciones armadas y una de las fugas más increíbles de la historia argentina en "Operación Capeletti".

En el espacio “Cómo lo escribí” de Infobae Leamos, autores y autoras cuentan el detrás de escena de sus libros. Por qué eligieron los temas o historias que terminaron en sus páginas, qué revelaciones aparecieron en el proceso de escritura, qué sensaciones hubo a medida que ese proceso ocurría.

En este caso, las escritoras y licenciadas en Letras Patricia Somoza y Fernanda Aren cuentan en primera persona la “cocina literaria” de su nuevo libro, Operación Capeletti, en el que narran la increíble fuga de la cárcel de mujeres de San Telmo ocurrida en junio de 1971, en un momento en el que ya no solo los hombres se involucraban en la lucha armada.

Eran tiempos de manifestaciones, huelgas, bombas, secuestros y fugas. En ese entonces, las mujeres habían empezado a poblar las cárceles con un nuevo tipo de detenidas, instruidas y comprometidas, que, apoyadas por sus organizaciones, buscaban salir del encierro para volver a la acción.

Por primera vez, cuatro organizaciones armadas (FAR, FAP, FAL y Montoneros) iban a participar juntas y aportar militantes, autos, armas, postas sanitarias y casas de refugio. Cuatro eran también las mujeres a rescatar, entre ellas, Amanda Peralta, primera mujer guerrillera, detenida en 1968.

Con entrevistas a dos de estas mujeres y una exhaustiva investigación, Somoza y Aren cuentan en Operación Capeletti, editado por Planeta, el relato vívido de la fuga y sus preparativos, la pesquisa policial y el derrotero de sus protagonistas para recrear una historia atrapante y, hasta ahora, desconocida.

Cómo escribimos “Operación Capeletti”

"Operación Capeletti", de Fernanda Aren y Patricia Somoza, editado por Planeta.
"Operación Capeletti", de Fernanda Aren y Patricia Somoza, editado por Planeta.

Fue en un taller de escritura cuando descubrimos que teníamos una historia en común. Una consigna había dado lugar a que Fernanda escribiera un texto en el que una niña pequeña veía cómo la policía irrumpía en su casa, revolviendo cajones y preguntando por nombres.

—Yo sé de lo que estás hablando —dijo Patricia apenas lo escuchó, porque creyó entrever en él retazos de un hecho que conocía muy bien: la fuga de cuatro presas políticas de la cárcel de mujeres de San Telmo en 1971, una acción que había conmovido a su familia y poblado su infancia de relatos.

—Algún día vamos a escribir algo con esto —nos prometimos al salir, mientras bajábamos las escaleras del viejo edificio de la facultad de Filosofía y Letras en la calle 25 de Mayo.

La fuga de San Telmo forma parte de nuestra historia familiar. El papá de Fernanda estuvo detenido, sospechado de complicidad, debido a su amistad con uno de los implicados. La mamá de Patricia trabajó como médica en el penal, que en aquellos tiempos se parecía bastante a un colegio de monjas. Ambos fueron alcanzados por fragmentos de lo ocurrido y lo contaron en sus casas una y mil veces.

El episodio ocurrió el 26 de junio de 1971 en San Telmo, y fue el primer operativo conjunto de cuatro organizaciones armadas. Sus gestores, las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), lo bautizaron Operación Capeletti, un nombre que pasó al olvido, y contaron con el apoyo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), Montoneros y las Fuerzas Argentinas de Liberación (FAL). Cuatro fueron las fugadas: Amanda Peralta, la mítica guerrillera que había integrado un foco rural en Taco Ralo en 1968; Lidia Marina Malamud, Ana María Papiol y Ana María de las Mercedes Solari.

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Tardamos casi veinte años en concretar la promesa. Dimos el puntapié inicial en el verano de 2019. Teníamos por delante una larga pesquisa. Había que buscar información, encontrar a participantes o testigos, rastrear bibliografía. Empezamos por lo más cercano: le dimos rienda suelta a los recuerdos de la mamá de Patricia y del papá de Fernanda y desempolvamos los recortes de los diarios que la familia de Fernanda había atesorado por largos años. Visitamos bibliotecas y hemerotecas. Aparecieron nombres, lugares, detalles, fotos, guardias, jueces, comisarios, monjas, testigos ocasionales.

Dos libros nos abrieron la puerta para seguir rastreando: Primavera sangrienta, de Marcelo Larraquy, con un capítulo dedicado a la fuga, y La guerrilla invisible, de Ariel Hendler, que relata la historia de las FAL, una organización armada que tuvo un papel protagónico en el operativo. Un tercer libro aportó datos y nombres: La lealtad, de Aldo Duzdevich, Norberto Raffoul y Rodolfo Bertamini. Los artículos de Débora D’Antonio sobre el encierro femenino, las presas políticas y las prácticas de control estatal en los años setenta nos dieron mucha información sobre la vida en las cárceles de mujeres.

Fernanda Aren y Patricia Somoza: "La fuga de San Telmo forma parte de nuestra historia familiar".
Fernanda Aren y Patricia Somoza: "La fuga de San Telmo forma parte de nuestra historia familiar".

De a poco, fuimos vinculándonos con algunos de los participantes del asalto y fuga al Instituto Correccional de Mujeres, y también con algunos de los afectados por los sucesos. Uno llevaba a otro, y aquel a alguien más que podía saber algo. Aparecía información nueva, participantes nunca nombrados públicamente. Algunas versiones contradecían lo que ya había sido contado.

De las cuatro mujeres fugadas, hablamos con dos. Las otras ya no están entre nosotros, pero amigos y familiares cercanos nos hicieron conocer aquello que nos hubiera gustado escuchar de sus propias bocas. Tampoco están entre nosotros los cuatro militantes que entraron aquella tarde al penal pero sí muchos de sus amigos y familiares. El rastreo nos llevó a varios colaboradores que participaron activamente en el operativo: gente que condujo autos, robó vehículos, transportó armas, hizo inteligencia, construyó “embutes”, se ocupó de las postas telefónicas. Localizamos a la médica retenida ese día en el penal, a la monja que contuvo a las detenidas, asustadas por los tiros y granadas, hablamos con familiares de algunos guardias.

Cuando por fin encontramos los seis cuerpos de la causa judicial, se abrió un mundo y el horizonte se amplió. Aparecieron otras voces, hasta entonces ausentes: los guardias, la celadora, los heridos, los dueños de los vehículos robados y usados en el operativo. Y además: señas particulares, direcciones, declaraciones testimoniales, indagatorias, pericias, prontuarios, detalles preciosos como los objetos que amueblan una casa allanada o las ropas que viste un muerto.

Así logramos recomponer algo de la cartografía y la logística del operativo. Eran muchos los participantes, las columnas y las agrupaciones, los colaboradores, los espacios y recorridos, los protagonistas y afectados. No era fácil organizar la información y darle forma al relato. Eduardo Busacca nos ayudó a estructurarla en bloques narrativos, personajes, tiempos y lugares, una suerte de mapa que operó como una matriz para escribir.

Con la planificación a la vista, la escritura a cuatro manos fue más fluida de lo que imaginábamos. Cada una desarrollaba un bloque narrativo, que luego revisábamos y discutíamos juntas, compartiendo un Drive, en el que nuestras intervenciones se superponían, se corregían, se completaban. Los tonos y matices propios se fueron imbricando hasta encontrar una voz en la que nos encontramos cómodas.

Cuando en 2020 estalló la pandemia, la cuarentena nos dio el tiempo que en condiciones normales no hubiésemos tenido para escribir, seguir avanzando en la investigación y recoger nuevos testimonios. A mediados de 2021, tuvimos lista una primera versión del texto. Lectores amigos nos ayudaron a ajustarla. Recién con el levantamiento de la cuarentena pudimos volver a las bibliotecas y revisar diarios y revistas que no habíamos alcanzado a consultar, para incorporar algunos datos sugeridos por Paula Pérez Alonso, nuestra editora.

La promesa se concretó y el libro ya empezó a circular: ahora tiene su propia voz. Algo se cierra para nosotras, algo se abre.

Quién es Patricia Somoza

♦ Estudió Letras en la UBA y Escritura Creativa en la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF).

♦ Trabaja como docente universitaria y editora literaria, y coordina talleres de lectura y escritura

♦ Formó parte del Colectivo 12, grupo de investigación dirigido por Ricardo Piglia.

♦ Es coautora de libros sobre didáctica de la escritura, narrativa y políticas culturales.

Quién es Fernanda Aren

♦ Estudió Letras en la UBA.

♦ Es especialista en Lectura y Escritura y docente e investigadora en el taller de escritura de la carrera de Comunicación de la misma casa de estudios.

♦ Ha sido expositora en numerosos congresos de didáctica de la lengua y la literatura para el nivel universitario y es coautora de material didáctico para las escuelas primaria y secundaria.

♦ Ha traducido en colaboración textos filosóficos y literarios del alemán al castellano.

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