En el espacio “Cómo lo escribí” de Infobae Leamos, autores y autoras cuentan el detrás de escena de sus libros. Por qué eligieron los temas o historias que terminaron en sus páginas, qué revelaciones aparecieron en el proceso de escritura, qué sensaciones hubo a medida que ese proceso ocurría.
Esta vez, el escritor y periodista cultural Maximiliano Legnani es quien cuenta en primera persona la “cocina” de su cuarto libro de poemas, Resurrecciones, publicado por Ediciones En Danza. Los versos de las seis secciones con los que cuenta el libro invita al lector a un viaje literario que explora las profundidades del ser, la conexión con la historia y la introspección filosófica. En definitiva, el libro trae distintos universos.
A través de 40 poemas, Legnani toma como primer destino de lectura a Egipto, “el misterio hecho piedra, la intimidad de las pirámides, las preguntas de difícil respuesta en torno a la construcción del imperio”, define el autor, rastrea la fatalidad del artista con poemas inspirados en Vincent Van Gogh, y también trae a Pessoa y Dickens, hasta llegar a “poemas en los cuales aparece la nostalgia de un amor a punto de terminar, o el propio hecho del arte poético”.
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La poeta y ensayista argentina Alicia Genovese traza el objetivo de Resurrecciones: “Buscar el alma sagrada de las cosas ya sean las aguas de un río legendario o esa ciudad donde pintaba Van Gogh sus últimos cuadros”, escribe y sigue: “Buscar deshacer aquella imagen de la infancia donde un niño permanece encerrado en el baño sin entender, entre otras cosas, la maldad”.
Por su parte, la singular austeridad del libro es destacada en la contratapa del libro por la poeta, ensayista, profesora y traductora Cristina Piña y define: “los poemas de las seis partes en que se divide el libro están unidos, más allá de sus diferencias temáticas, por un estilo refinado y de gran condensación en el que no sobra ni falta una palabra. Una auténtica fiesta para el lector”. Y empieza el viaje.
Cómo escribí “Resurrecciones”
Es sumamente difícil escribir y publicar cuando se trabaja como periodista cultural. Lo es porque se trabaja en contacto permanente con obras de autores y autoras que tienen una gran relevancia y calidad, y uno siempre es más un lector apasionado que un autor.
Sin embargo, es también por todas esas vertientes artísticas (no sólo literarias) que algo expresivo se despierta y pugna por llegar al papel. La primera vez que escribí fue mientras producía una columna cultural para Radio Rivadavia, donde trabajé unos diez años. Fue gracias a Jorge Fandermole y la Oración del remanso, en la voz de Liliana Herrero, que brotó un poema, en 2010.
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Valéry dice que el primero lo dictan los dioses y el resto los escribe el poeta. Puede ser, si es que uno es verdaderamente un autor, si es que no hay algo inmanejable y misterioso que deviene palabra. Por esa razón es que se escribe: porque no se puede dejar de hacerlo, pese a todo. Algo vuelve a imponerse, a ser.
Resurrecciones, ese título polisémico que se resignifica luego de la pandemia, alude a una serie de universos que el libro contiene. Por un lado, Egipto, el misterio hecho piedra, la intimidad de las pirámides, las preguntas de difícil respuesta en torno a la construcción del imperio, forman parte de la primera unidad temática del libro.
Luego se encuentran los poemas sobre Vincent van Gogh, esa víctima y ese sobreviviente del olvido, que encarna la fatalidad del artista y su destino irrenunciable de crear. Están también algunos poemas personales, en el apartado llamado Chez moi, el diálogo con un heterónimo ficticio de Pessoa, imágenes que dejan las novelas de Dickens, y poemas en los cuales aparece la nostalgia de un amor a punto de terminar, o el propio hecho del arte poético. La facilidad de hablar de textos ajenos no nos asiste cuando nos referimos a lo propio, pero quizá esta sea una síntesis posible sobre el libro.
Mi maestro en el periodismo cultural, Antonio Carrizo, decía: “La literatura me salvó, pero no sé de qué”. Le cité esta frase a Reynaldo Sietecase cuando nos visitó en el programa Biblioteca iP y dijo: “yo sé de qué: en estos tiempos virulentos de la grieta, me salvó porque tuve puesta la libido en la literatura”. Me quedé pensando en que no creo que la literatura salve, pero sí que preserve de ciertos vicios del oficio que diariamente ejercemos. El hecho artístico siempre arroja luz, incluso cuando se juzgue que su belleza no existe. Y arrojar luz no es poco. Creo que de eso se trata la poesía, de elevar las cosas hacia otro brillo, hacia otra luz posible.
“Resurrecciones” (fragmento)
hoy piso y es la primera vez
el suelo desértico llamado Egipto
un país soñado y escrito
desde la infancia
despierto cerca de los templos
lloro ante la esfinge
testigo de un imperio caído
que resurge entre los escombros
intento escribir pero todo habla
y yo
abiertos los ojos ante el misterio de piedra
callo porque sé que lo importante
es escuchar su canto
el agua del Nilo
******
es una imagen de Dickens:
el Támesis a medianoche
el río oscuro tembloroso
y un bote oculto a las miradas
así quisiera volver
a ciertas historias:
en la noche
de incógnito
envuelto en capa
observándolo todo:
un testigo inhallable
un espectro
volver en los otros
y comprender
Quién es Maximiliano Legnani
♦ Nació en Buenos Aires en 1990. Es licenciado en Comunicación Social.
♦ Actualmente, conduce diversos programas en radio y televisión, incluyendo un ciclo dedicado a la literatura, llamado Biblioteca iP (por el canal iP Noticias) y otro dedicado a la publicidad de bien público, en la TV Pública.
♦ Publicó tres libros de poesía: Los rostros del fuego (2013), Umbral (2015) y La lengua del silencio (2016). Y fue co-autor del homenaje a Julio Cortázar junto a su protagonista, la cantante Susana Rinaldi.
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