Todavía faltaba un año para que Dani Umpi sacara su esperado disco nuevo, Guazatumba, cuando publicó su poemario Canciones, un libro que reúne todas las letras que escribió el artista pop uruguayo, incluidas también esas que, por entonces, aún permanecían inéditas.
Despojada de la música, leer una canción como poema es una experiencia rara. A primera vista, es casi imposible que esa pérdida no prime: uno lee con el ritmo que recuerda, como quien come su plato favorito mientras sufre un resfrío que le impide saborear. Pero, como dijo la poeta estadounidense Elizabeth Bishop, “el arte de perder no es ningún desastre”, y esa pata que le falta a la mesa podría ser una oportunidad para recalibrar el oído interno y descubrir, ya sin guía, nuevos territorios.
Pero, ¿qué pasa cuando sabemos que un poema es una canción y, sin embargo, todavía no conocemos su música? ¿Qué pistas pueden darnos esos versos silenciosos sobre la forma en que serán vocalizados e insuflados de ritmo y melodía?
Te puede interesar: No fue magia, fue poesía: cómo Cecilia Pavón me cambió la vida
En esa aventura impulsada por el fanatismo y la imaginación estuve todo el año que pasó entre la publicación de Canciones y Guazatumbas, su primer disco solista de estudio desde el exitoso Lechiguanas de 2017 (aunque tiene una parva de discos colaborativos, desde los comienzos de su carrera Umpi publica álbumes con una regularidad casi religiosa cada seis años, que en numerología representa la responsabilidad y el compromiso, así como la energía protectora y curativa).
Mientras leía Canciones, trataba de imaginar cómo sonaría Guazatumbas. Parecía difícil que siguiera el camino oscuramente festivo de su predecesor, Lechiguanas, o aquel más caótico, delirante y explosivo de los dos discos de material extra que lo acompañaron -lejos de ser meros descartes, en estos baúles que salieron a la superficie casi de milagro se esconden algunas de las joyitas más deslumbrantes de su carrera musical y poética-. A primera vista, estos poemas, que ocultaban tras de sí sus nuevas canciones, parecían historias más simples, más directas, un poquito menos barrocas y estrambóticas. Aunque esto no quita que, en su aparente transparencia, algo de repente reluciera.
“Cuando el alivio llega a la llaga / pulcra coquetería / impecable joyería / se arma una cáscara de metal / Ahí ataca tu cardumen de besos / bajo el pelo / bien en el cuello / logras dormir en nido de vapor”, escribe en “Picarón”, un poema delicado y divertido que, como canción, adquiere toda la sensualidad que su nombre sugiere. Y en “Saturno”, esta última se evapora y decanta en un romanticismo fino, finísimo, concreto pero, a la vez, con minúsculas fisuras por las que entran y salen el aire y la luz: “Me apuro / a besarte antes de que quede oscuro / soy el león del abuelo / un conjuro / ordeñando ríos lograré mi mar”.
Otro de los poemas que más me impactó antes de escuchar Guazatumba fue “Santo”, en el que el abismo existencial de una vida que es una “cárcel de cristal” en la que “hasta el amor deja de importar” se mezcla con el humor que, de sobra, patina la obra de Umpi hasta cubrirla de una esperanza juguetona, inteligente en su inocencia. “Santo sin collar / un dios a quién mandar / me pierdo en tu mirada / confundo las paradas / hasta el amor deja de importar / santo sin collar / la cruel realidad / anuncian por parlante / que hay de todo por delante / mi psicóloga los llama crecer”, escribe. Y, con una voz robótica, casi agresiva, que nunca defrauda en hacerme reír, remata: “No es mi cuerpo astral / que desea y que decide / qué gaseosa he de tomar / con qué sándwich maridar”.
“Si las canciones no son iguales a los poemas, al menos comparten eso de que generan sospechas, algo que siempre generé, así que pueden leerlas como poemas tranquilamente, me es muy familiar”, escribe el músico en el prólogo de Canciones, editado por Iván Rosado. Y, al respecto, agregó en una entrevista con Infobae Leamos al momento de su publicación: “Es un conflicto que cambia con el tiempo. Es algo cíclico o rizomático. En algunos momentos son lo mismo, en otros, no. Yo me imagino una red que se adapta. Depende de cómo se la cante, el fraseo, unir o separar palabras”.
Cuando finalmente se publicó Guazatumba -”un arbusto que crece al norte del Uruguay y se usa como desinfectante e, incluso, como antiofídico para la mordedura de víboras venenosas de la zona”, según explica Umpi-, cierta claridad de los poemas se hizo evidente, en primera instancia, desde la portada, con foto del artista visual argentino Pablo Gómez Samela, en la que los colores blanco, dorado y tornasolado contrastan con el negro profundo de su disco anterior.
Te puede interesar: Cuatro preguntas a Dani Umpi, un duende entre la poesía y el pop
Pero hay algo en el sonido, además, que traduce a la perfección la esencia de los poemas. Más sofisticado y elegante que sus trabajos anteriores, la complejidad está más en el ritmo con el que Umpi canta que en los beats, cuyo rol es de acompañamiento y no tan protagónico. Y su voz, aunque sin nunca perder su divertido estilo característico, también parece más encausada, como si las letras -los poemas- lo obligaran a evitar las estridencias y a reducir el fraseo hasta el susurro.
Ya sea como disco o como poemario, Guazatumba muestra a un artista clave del pop latinoamericano del siglo XXI en su mejor momento. A casi 20 años del comienzo de su carrera y con una amalgama perfecta entre su trabajo como músico y escritor, Dani Umpi es la prueba fehaciente de que la juventud y la frescura no tienen nada que ver con la edad, y que, mientras haya ganas, ordeñando ríos cualquiera puede lograr un mar.
“Canciones”, de Dani Umpi (fragmento)
“Picarón”
cuando el alivio llega a la llaga
pulcra coquetería
impecable joyería
se arma una cáscara de metal
ahí ataca tu cardumen de besos
bajo el pelo
bien en el cuello
logras dormir en nido de vapor
izando las sábanas con tu pierna
en la contienda amaneciendo el día
finalizando el tema en cuestión
nunca tendremos un televisor
susurro frases en nuestro lenguaje
el verbo no es más potente que el amor
y me das más cariño
bajo el cielo lampiño
comiste tantas nubes de algodón
picarón
entiendo tu padecer
comprendes mi malestar
un testimonio que da fe
una triangulación fiscal
los bienes en común
el espacio individual
contrato romántico
tántrico
críptico
la luz mostrando el final del cosmos
allí también estamos vos y yo
y me das más cariño en este cataclismo
entrando en concordancia de opinión
picarón
Te puede interesar: Dani Umpi: “La voz de mis libros es también la del marica del interior que lee bestsellers”
“Saturno”
saturno
el gigante encapuchado de turno
desde mi hemisferio lo nocturno es diurno
es el punto principal en mi línea a investigar
me apuro
a besarte antes de que quede oscuro
soy el león del abuelo
un conjuro
ordeñando ríos lograré mi mar
saturno
en tu nido de aguiluchos falta uno
una cuenta de crédito
un futuro
alimentando mosquitos
es muy flaco este solcito
hay que tirar la toalla
desde el vamos deja el alma en la cancha
desde la barra a la punta de la calle
desde temprano viene asomando
el paisaje más propicio
saliendo del precipicio con mi amigo el gabo
saturno
el alcohol con guazatumba hizo un nudo
esperando que entre dos se hagan uno
esos contrincantes que no se animan a tocar
¡seguro!
“Santo”
mire que yo sé
y usted sabe de qué hablo
de qué diablo va a caer
de qué consejo de ancianos
es el libre albedrío
que hace de todo un lío
nunca te elije un buen partido que jugar
yo te quiero ver
enfrentándote a mis miedos
con el mango del sartén
en un almuerzo ajeno
te quiero ver bailar
reír por no llorar
cuando tu sitio se ponga en mi lugar
santo sin collar
un dios a quién mandar
me pierdo en tu mirada
confundo las paradas
hasta el amor deja de importar
santo sin collar
la cruel realidad
anuncian por parlante
que hay de todo por delante
mi psicóloga los llama crecer
no es mi cuerpo astral
que desea y que decide
qué gaseosa he de tomar
con qué sándwich maridar
es un puntito allá
insignificante
cuando se acerca es una cárcel de cristal
te quiero ver bailar
Quién es Dani Umpi
♦ Nació en Tacuarembó, Uruguay, en 1974.
♦ Publicó las novelas Aún soltera, Miss Tacuarembó, Sólo te quiero como amigo y Un poquito tarada, además de los libros de cuentos Niño rico con problemas y ¿A quién quiero engañar?, entre otros.
♦ Editó discos como Perfecto, Dramática, Mormazo, Lechiguanas, Hijo único y Guazatumba.
♦ Realiza regularmente recitales, exposiciones y performances en Uruguay, Argentina, Brasil, Chile y México.
Seguir leyendo: