Interesado en abordar una historia que le hablara a los jóvenes, el escritor de literatura infantil y juvenil, y profesor colombiano Miguel Mendoza Luna escribió Los diarios secretos de las chicas (in)completas, una novela basada en una historia real en la que logró desplegar su pasión literaria.
Registrar en las páginas temas como la empatía, el respeto, la diversidad y la responsabilidad no fue tarea sencilla, y así lo contó el mismo autor en una conversación con Leamos.
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La novela nos transporta al corazón de una adolescente llamada Mariana, apasionada por el fútbol; una chica como cualquier otra, salvo porque le diagnostican un cáncer que le compromete una de sus piernas. Sus padres deciden complementar la recuperación con terapia psicológica, durante la cual el médico a cargo le entrega un diario azul muy particular.
Por alguna razón, cuando Mariana escribe en él, una chica le responde por lo cual empiezan a desarrollarse conversaciones que desnudan el alma del par de adolescentes y evidencian la fuerza de la palabra cuando toca corazones.
“Quedaron preguntas por resolver, traté de evadirlas, pero me encontraron de nuevo, así que ya estoy por terminar una segunda parte, donde se dan algunas claves del origen de los diarios”.
“Los diarios secretos de las chicas (in)completas”
— Esta no es una historia como otras dirigidas a público adolescente ¿De dónde surgió la idea de escribirla? ¿Qué se esconde aquí y cuánta ficción hay?
— Me demoré un par de años en encontrar el argumento de partida, en descifrar cuál era la historia juvenil que debía contar. En una de mis clases de creación literaria conocí a una estudiante que perdió su pierna como consecuencia de un cáncer. Su desafío personal, su fortaleza ante el dolor que debió atravesar durante los tratamientos, su valentía frente a la encrucijada que el destino le arrojó, me confrontaron como ser humano; su resplandor, que se imponía contra todo pronóstico sobre el destino trágico que quería reescribir su vida me puso en perspectiva.
Sobre la inspiración de Mariana y lo que representó para la historia:
— Sentí que esta chica era un personaje literario de carne y hueso en la medida en que reflejaba algo extraordinario de la condición humana. Entendí que la imagen de la chica incompleta no era la de la pierna que había perdido, sino la necesidad de encontrarse con alguien a quien su forma de ser y estar en el mundo, incluido su sufrimiento, le pudiera servir, podían ser la clave para que otra persona pudiera ser rescatada por el resplandor de una sonrisa que emerge del sufrimiento y del dolor.
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“Nuestras historias de vida pueden ser mapas para que otros puedan encontrar una ruta posible para sobreponerse a lo terrible”.
— Cuando hallaste la historia, ¿cómo pensaste escribirla? ¿Cambió algo en el camino? Lo menciono especialmente por eso místico a lo que abogas con el extraño diario azul.
— Inicialmente, esta novela iba a ser una especie de ficcionalización de la vida de varias adolescentes que tuvieron que enfrentar momentos difíciles, y el centro del relato sería el de la chica antes mencionada. Pero la escritura, el misterio de la escritura, de la creación de un mundo presumiblemente concebido desde el lenguaje y la imaginación personal, tienen su propia lógica, su propia voluntad.
Escribir en realidad se convierte en escuchar aquello que emerge de nuestro inconsciente o de nuestra percepción profunda de las conexiones de la realidad. Y así, el elemento de los diarios emergió de forma tan natural, incluso más fuerte que cuando intentaba darle un aspecto dramático a la historia. Los diarios estaban allí, por decirlo de alguna forma, esperando a ser encontrados.
— ¿Cómo, desde tu lugar, encarnas una experiencia tan sensible y profunda? Y en este camino, ¿cómo fue escribirla?, que es parte de ese segundo paso.
— Me tomó tiempo comprender que la única forma de que todo este relato fluyera, de que los personajes funcionaran, de que fuera una novela honesta, implicaba abrir puertas de mi pasado, a enfrentar rincones de mi vida que me negaba a recorrer de nuevo. Los chicos y chicas de ahora tienen más información sobre condiciones como la depresión o la ansiedad: yo no tuve en mi adolescencia esos términos para intuir siquiera lo que me rondaba. Abrir esas puertas, hablar con el chico que fui (que en algún lugar de la memoria sigue siendo) fue difícil, pero a la vez reparador.
“A nivel personal, escribir esta novela fue una suerte de paradoja psicológica: visitarme a mí mismo, para decirme que vendrían días mejores, que alguna vez podría escribir sobre todo lo que estaba sintiendo”.
Fue algo así como reconciliar el pasado desde un futuro posible. Esta experiencia me enseñó que podemos reconciliarnos, protegernos, volvernos a querer cuando no nos queríamos desde una visión del presente. Creo que nos equivocamos cuando decimos “era joven, todo eso quedó atrás, ya no tiene nada que ver conmigo”; si no retornamos, si no buscamos a nuestras conciencias y memorias pasadas para enfrentarlas desde la necesidad de aceptarnos, el dolor que sufrimos seguirá allí encapsulado, afectando nuestro presente.
— Hablemos acerca de cómo llega la idea de retratar temas como la orientación sexual diversa en medio de lo que parece una dificultad para Mariana esta situación.
— La novela está dedicada a mi hermana, quien vivió su adolescencia en la década de 1980. Si hoy es un dilema y una situación muy difícil para un joven decirle a su familia y a sus amigos su orientación sexual, temiendo ser rechazado por aquellos que quiere, imagina cómo era en ese entonces.
“Ser adolescente es de por sí una batalla contra la incomprensión del mundo adulto, así que la gesta de un chico o una chica homosexual resulta aún más difícil; saber que gran parte del mundo te rechazará, que incluso corres peligro, puede conducirte a una sensación de desesperanza total”.
Durante la escritura de la novela comprendí que podía abordar la situación de dos épocas en las cuales se reflejan las formas terribles y dolorosas en que las personas han tenido que sufrir el rechazo por su forma de sentir, de ser; ese enfrentamiento lo narro con la esperanza de que desaparezca del mundo cualquier odio homofóbico. Confío en que la empatía de los jóvenes logrará desvanecer por completo todos los prejuicios que el mundo adulto insiste en heredarles.
— ¿Por qué tratar el tema de la salud psicológica hoy por hoy y qué estrategia usar para que no se nos vuelva una lectura difícil de digerir, que no pierda el foco de contar la historia?
— Son realidades difíciles que los jóvenes están enfrentando casi siempre desde la soledad, desde un sufrimiento en silencio; no es fácil para nadie hablar de lo que siente, de lo que atraviesa emocionalmente. Cuando estás inmerso en una depresión profunda no tienes el lenguaje de tus propios conflictos, no puedes tener conciencia plena de tu caos, ni siquiera sabes lo que te ocurre con claridad.
Aunque no soy psicólogo y la novela no pretende ser un documento que sustituya la ayuda terapéutica que se requiere para estados depresivos o cualquier situación emocional por la que pueden atravesar los jóvenes, para algunos episodios de la novela consulté con algunos conocidos que han investigado o han trabajado cuadros suicidas en jóvenes. Bajo esta perspectiva, la ficción literaria juvenil, al enfrentar estos temas, puede darle eventualmente al lector una alarma, un guiño, un referente, un espejo de lo que está viviendo o de lo que alguien cercano enfrenta.
“Yo traté de no perder de vista que eran los personajes y su forma de ver el mundo los que regían el curso de la historia y no mi mirada de adulto”.
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— Ya ha pasado un tiempo desde que lanzaste esta historia al mundo. ¿Qué ha significado para ti este libro en particular? ¿Qué puedes decir de esta experiencia ahora que regresa a las librerías?
— Sigo sorprendido y agradecido con todos los chicos y chicas que han leído la novela. Quisiera anotar que es maravilloso saber que muchos chicos hombres la han leído, y eso refleja que los jóvenes están lejos de los prejuicios que tienen los adultos frente a la diversidad.
Escuchar sus preguntas, su identificación con los personajes es sumamente interesante. Son esos lectores y muchos profesores maravillosos que han creído en el libro los que lo mantienen vivo. Por factores que ya conocemos, en nuestro entorno no es fácil que los libros como este, que involucran temas de diversidad, se lean en todos los colegios, así que cada nuevo lector me da un poco más de esperanza de que no estamos retrocediendo y que podemos avanzar hacia un mundo libre de odios.
— ¿Para quién pensaste, en primer lugar, que sería la historia de Mariana? ¿Cómo te pensaste a los lectores?
— El espíritu de la novela, por llamar de alguna forma a aquello que intentamos darle a una historia fabricada apenas con palabras, va dirigido a todos los chicos y chicas que alguna vez se han sentido solos o discriminados.
Al final del libro hay un mensaje, una invitación a escribir sobre lo que sientes. No estaba muy seguro de esa parte, pero ahora es la que más me gusta. A mí los libros y sus personajes me han rescatado de momentos muy duros y difíciles, y si esta novela extiende una mano a alguien que necesite ser escuchado, creo que es más importante que su misma lectura.
— “El odio sumado al miedo es el peor monstruo de todos”. ¿Qué significa para ti esta frase?
— Es la terrible lección de la historia de la humanidad: desde la despiadada persecución a las mujeres señaladas por brujería, pasando por la esclavitud, por el Holocausto, hasta toda forma de exclusión y violencia contra otros. Todos esos sistemas de odio empezaron y nacieron de esa letal fusión. Si te conviertes en tu odio, si eres solo la medida de tus temores, si a los demás los asumes solo desde esas dos perspectivas, terminas por ser tú el monstruo, el maltratador, el violento.
Cuando decides atacar a aquellos que prefieres no comprender, que prefieres dejar en el umbral de tu ignorancia, has dado el paso a lo peor de ti mismo. Cuando te conviertes en odiador señalas como supuestamente amenazante a alguien o un grupo de personas que consideras diferentes (y por ello presumiblemente inferiores), y así terminas por culparlos absurdamente de tus propios problemas. Nuestras creencias a veces pueden convertirse en trampas que nos lanzan del temor al odio, del odio al rechazo, y del rechazo a la violencia contra otros.
“Como padre de una chica que enfrentará un mundo complejo, este libro terminó siendo mi propio refugio para tratar de ser una mejor versión de mí. Le debo mucho a este libro y, por supuesto, a todos los que lo han leído”.
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