¿En tan fácil dejar la vida estable, esperable sin sobresaltos y lanzarse a una pasión silenciada? ¿Qué pasa cuando la vida es, en apariencia perfecta, y se desmorona de un plumazo? Trabajo soñado, marido ideal, planificación y ningún sobresalto. Pero cuando la infidelidad llama a la puerta y el alma queda tumbada, empieza el temblor y, también, el encuentro con uno mismo.
Sobre esto desarrolla su obra la escritora best-seller Rosario Oyhanarte ―conocida en redes sociales como @rosietips― en su nueva novela Lo nuestro fue real (Vergara). En sus páginas, Oyhanarte construye la historia de Azul Paunero, una joven ingeniera de 33 años, proveniente de una familia acomodada y con la vida resuelta: profesión, un esposo encantador, un camino trazado de antemano. Una vida controlada.
Pero después de una década descubre que él le es infiel y queda “soltera y sin camino claro”. ¿Y ahora? Azul se siente ridícula y estúpida, pero un hallazgo inesperado hará que vuelva a pensar en su antigua pasión: la pintura. Y saltar al vacío e irse a París a seguir sus propias reglas. Volver a conectar consigo misma es el objetivo de la protagonista, mientras conoce a Maxime, un francés que todas quisiéramos encontrarnos en un vuelo a la Ciudad Luz.
“Inspiradora e íntima”, define a la novela Oyhanarte en diálogo con Infobae Leamos durante una siesta de su bebé. Su propia historia de amor con su marido, el polista Alejandro Novillo Astrada, se hizo viral y le abrió las puertas para escribir su primer libro, Mi marido y su mujer. Pero el camino meteórico en la industria editorial no termina ahí. El libro más lindo del mundo, publicado en julio de 2022, fue un best-seller desde que llegó a librerías: 7 reediciones, se mantuvo en el Top 5 de ficción por cuatro meses y hoy es uno de los títulos más vendidos de la editorial.
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Oyhanarte también anticipa que está en conversaciones con distintas productoras para llevar a la pantalla grande sus historias. ¿Ya está escribiendo la siguiente? “Todavía no, estoy muy a full con el bebé (su tercer hijo)”. Lo nuestro fue real trae una historia de amor que transcurre en las callecitas de París, con el arte en cada rincón del libro, entre cafés y croissants. Los secretos familiares, las intrigas y los problemas de las generaciones pasadas también mueven los hilos de la trama. Y también, que la magia existe.
―¿Por qué escribir historias de amor como Lo nuestro fue real hoy?
―En estos tiempos cuestionamos mucho lo que es el amor, puntualmente el amor romántico, y lo celebro. Pero me parece que el amor está un poco más allá y está desde que el mundo es mundo y me parece que lo va a estar siempre. Y como seres humanos hay ciertas temáticas que basta ver la literatura clásica para saber que siempre estuvieron ahí: el amor, el dolor, la muerte, los celos, la venganza. Son temas eternos, casi que inseparables de la condición del ser humano.
―Mencionás el amor romántico y en una entrevista con Infobae Leamos Tute dijo que “el amor romántico es una versión tonta, ñoña e inmadura del verdadero, ¿qué opinas?
―Coincido con la versión inmadura porque me parece que es muy inmaduro pretender el cuentito básico que nos presenta el amor romántico que es que necesitamos a otro para estar completos, o que somos felices atados a una pareja, o lo que me vendieron que tiene que hacer un candidato ideal. Que una nena de diez años fantasee con eso lo puedo entender porque la tele machaca con eso pero me parece que los adultos tenemos que romper con ese ideal.
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―Hablás de una cuestión infantil y utópica que plantea el amor romántico, ¿qué sucede con las aplicaciones de citas? ¿Hay lugar para las rispideces, el conflicto, el problema?
―Me parece que todas las apps, no solo las de citas, tienen que ver con la idea de que la vida está a una app de ser solucionada. En muchos casos es verdad, pero también parece que el ser humano va hacia esa automatización. En cuanto a las apps de citas, no usé, pero pienso que estamos muy acostumbrados a querer las cosas fácil y en el amor se pretende lo mismo. Incluso hay una pretensión de estandarizar relaciones. Aunque también conozco parejas que se conocieron vía apps y que son parejas sanas, exitosas en el sentido de que los integrantes son felices. ¿Quién soy para juzgar?
―Vuelvo sobre la novela romántica y el género, ¿por qué es uno de los más vendidos y a la vez uno de los más criticados?
―Pasa mucho. Como estudiante de Letras veía que todo lo que es masivo era criticado. Entonces es criticado por ser de los más vendidos, pero si no vendiera tanto, pasaría a ser cool. Desde la academia, a veces, está la mirada un poco pedante o snob. Creo que se critica porque, como dijo Tute, es algo visto como “ñoño”. Parece que es un quemo admitir que te gustan las historias de amor pero, en el fondo, insisto, es uno de los temas más intrínsecos del ser humano y por eso vende tanto: porque es algo que resuena en un montón de lectores y lectoras. Si bien estamos cuestionando cuestiones de la humanidad, después de la pandemia necesitamos más que nunca historias de esperanza, que nos hacen creer que la magia que tienen los encuentros y esas primeras veces existe.
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―¿Cómo encajan tus libros y estas historias de amor a la luz del siglo XXI y los feminismos?
―Es difícil generalizar. Estas historias entran en pugna directamente con lo que el feminismo promueve, pero hay muchas novelas de amor que no creo que se contradigan con el feminismo. Por ejemplo, yo me considero una persona feminista, leo sobre feminismo, me interesa el tema porque me atraviesa también como persona. Jamás me vas a escuchar diciéndole a alguna de mis lectoras que me escribe por temas de amor “ojalá que te cases y que coman perdices y que sean felices y todo va a ser divino”. Soy la primera que vivió el amor desde todos lados y pienso que se puede ser re feliz sin estar en pareja. En mi familia en ese sentido no estaba al mandato de casarte para ser feliz, lo cual no quita que sí crea que a veces hay encuentros mágicos que, como diría Cortázar, casi que sin buscarse, se encuentran.
―¿Cómo es asumirse como feminista siendo esposa de un polista, un ambiente que se considera más tradicional y conservador?
―Tal vez el feminismo de la última ola no sea el mío o el que yo practico, pero sí otros. Y hablando de mi marido, que es de la persona que me puede hablar, te aseguro que si hay un hombre feminista con el cual una se puede casar es él: es mucho más canchero que yo con los pañales, con las citas de los médicos, con la crianza la tiene más clara. Lo que me gusta del feminismo es la libertad que nos da a que las mujeres podamos elegir. Y si una elige con conciencia y desde lo que quiere para su vida, así fuera dejar de lado el trabajo y elegir los hijos y acompañar a un marido o a su esposa, me parece que eso no tiene por qué ir en contra del feminismo.
―Uno de los temas que recorre Lo nuestro fue real son los mandatos, particularmente en las mujeres. ¿Nos rigen esos ideales hoy?
―Los mandatos están tan arraigados en la cultura y en la sociedad, que por más que los estemos cuestionando desde un montón de frentes, todavía cuesta terminar de quitarlos. Y por más de que, de la boca para fuera, muchas veces uno sepa que esos mandatos son absurdos, lamentablemente cuesta deshacerse de ellos del todo. Son siglos y siglos de que a las mujeres nos repitieran cosas. Todavía falta trabajo por hacer. Cuando fui a sacar el DNI del bebito, lo hablé con quien me atendió. Los padres hoy en día se están involucrando mucho más en la crianza de los hijos, en la educación, hay cambios, pero el trabajo que hay que hacer es muy grande.
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―A Azul, la protagonista del libro, la atraviesa la mirada familiar, sus opiniones, dejando de lado su intuición para seguir lo que otros aconsejaban o creían. Esperan otra cosa pero ella elige torcer el rumbo de la vida idílica, ¿te pasó?
―Sí. En mi familia son todos abogados. Soy la cuarta hija, los tres hermanos que me preceden son abogados también. Y mis primos, mis tíos, mi padre, mis abuelos. Hice un año de Derecho y dije: “No, pará, esto no va por acá”. Dejé a la carrera y me fui a Letras y me había hecho un fantasma de cómo iba a reaccionar mi papá, cómo iba a caer la noticia y la verdad que fue bien, pero fue fuerte para mí hacer todo el proceso de admitirme. En mi familia hubo mujeres muy fuertes y a mí nunca me educaron para casarme y saber bordar, sino con el foco en qué iba a estudiar.
―¿Y al elegir pareja?
―Ahora tengo mi propia familia, pero a la hora de crecer, de elegir hombres para iniciar relaciones uno tiene la mirada de los otros. Las nuevas generaciones están más libres de eso, pero yo tenía la mirada de mi familia muy presente sobre qué iban a pensar, si les iba a parecer bien.
―¿Hay un lado B sobre haber contado la historia con tu esposo, que se vuelva viral y tener tantos seguidores?
―El lado más oscuro es la adicción que nos generan los teléfonos, sobre todo cuando contaba la historia. Te juro que eran tantos los mensajes que yo me sentía muy atada a contestar porque me molestan los pendientes en mi vida. En lo que respecta a nuestra intimidad o a nuestra pareja, no ha tenido un lado B porque si bien puede parecer que yo conté mucho, hay otro mucho que dejé afuera y lo hice todo con el visto bueno de él. Lo que piensan los demás o lo que generó en los demás me tiene un poco sin cuidado.
Así empieza “Lo nuestro fue real” (fragmento)
Capítulo 1
La vida de algunas personas es como un tren que avanza. Se ve con claridad por dónde pasaron, y la línea de las vías traza un curso certero indicando el destino. Así había sido Azul siempre: su idea del deber ser marcó un camino que no dejaba lugar para el desvío o el cambio. Ni siquiera a la imaginación.
La carrera de ingeniería había sido un mandato heredado que no admitió un espacio para su vocación por el arte. Los Paunero vieron aquel curso semestral de artes plásticas en París como un hobby algo extravagante y paquete, no más que un pasatiempo. Del arte no se podía vivir, y por eso lo más sensato era abrazar la carrera familiar.
Su noviazgo largo con el candidato ideal o, al menos, el que cualquier padre desearía para su hija le dio a Azul la satisfacción de sentir que tenía la vida que siempre había imaginado. Con vergüenza, ahora le tocaba admitir que aunque ella más de una vez se preguntó si en verdad estaba enamorada como para casarse, rápidamente silenció esas dudas; las mitigó para no arruinar los planes de su costado racional, ese mismo que tanto le gustaba exacerbar ante su padre: casarse con Santiago era el paso lógico en la relación. Y ella nunca había sido demasiado buena a la hora de contrariar los deseos paternos.
Así, el mandato familiar y la presión social terminaron siendo más fuertes en la vida de Azul. Los pasos seguros eran convivencia, casamiento, hijos. Y hasta que estos llegaran, continuar con su trabajo de nueve a siete. ¿No era eso lo que quería para su futuro? Su vida avanzaba según el plan que tenía en su cerebro y nada podía hacerla tambalear.
Excepto que la vida a menudo tiene otros planes. Y ella lo comprobó al poco tiempo de casarse con Santiago.
Azul tomaba ácido fólico desde hacía tres meses cuando se enteró de que él le era infiel. La escena fue tan trillada que le enojó que su marido ni siquiera tuviera la cortesía de meterle unos cuernos de calidad. Santiago estaba en el baño y había dejado su teléfono en la mesa de luz. Justo cuando le pidió a Azul que se lo acercara —en un gesto típico de parejas que están juntas desde hace tiempo, que ya no sienten pudor de entrar al baño cuando está el otro—, un mensaje de “Matías Contador” apareció en la pantalla, salvo que Matías Contador tenía una foto de perfil de WhatsApp con un escote llamativo y su mensaje decía: “Te extraño, bebé”.
Quién es Rosario Oyhanarte
♦ Nació en Buenos Aires en 1986. Es escritora y licenciada en Letras con orientación en Medios de comunicación por la UCA (Universidad Católica Argentina).
♦ Colaboró en los diarios La Nación y Perfil y en la revista OHLALÁ! Escribe sobre libros, historias de vida, arte, crianza, belleza, moda y viajes en su blog Rosie’s Tips y en sus redes, donde tiene miles de seguidores.
♦Entre sus obras están la novela Mi marido y su mujer y la antología de historias de amor Rosie’s Blossoms. El libro más lindo del mundo se convirtió rápidamente en best-seller, con más de 30.000 ejemplares vendidos.
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