Rosalind Franklin, una mujer brillante y apasionada por la ciencia, desafió los estereotipos de su época para dejar un legado que ha revolucionado nuestro conocimiento sobre la naturaleza del ADN. En 1938, ingresó a la Universidad de Cambridge, donde estudió química natural y se destacó por sus habilidades analíticas; en 1941 obtuvo una beca para realizar su doctorado en la misma institución, en tiempos en que el acceso a la educación superior para las mujeres era limitado y las barreras de género eran omnipresentes. Terminó por doctorarse a los 25 años de edad.
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Sin embargo, su verdadero potencial se desató cuando se sumergió de lleno en el laboratorio. Allí tuvo que enfrentarse al menosprecio de sus compañeros varones, quienes no veían con buenos ojos que una mujer destacara en el campo científico.
El destino la llevó a trabajar en la estructura del ADN, el material que guarda las claves de la vida misma. La investigación de Rosalind Franklin se centró en la difracción de rayos X, una técnica que permitía estudiar la estructura de materiales cristalinos. Fue en el King’s College de Londres donde realizó su trabajo más influyente. Franklin obtuvo imágenes de alta calidad de la molécula de ADN mediante la técnica de difracción de rayos X, proporcionando valiosa información sobre su estructura.
Uno de sus logros más destacados fue la famosa “Fotografía 51″, una imagen cristalina del ADN que revelaba su estructura helicoidal en forma de doble hélice. Esta fotografía resultó crucial para la comprensión de la estructura del ADN, aunque en su momento no fue ampliamente reconocida debido a una serie de conflictos y desacuerdos dentro de la comunidad científica.
A pesar de los riesgos para su salud debido a la exposición constante a los rayos X, Franklin estaba decidida a demostrar que era igual de brillante y capaz que cualquier hombre en el laboratorio. Pero cuando finalmente reveló con claridad la estructura de doble hélice del ADN, sus colegas varones se llevaron el crédito, dejándola en la sombra del reconocimiento que merecía.
Su trabajo y el de sus colegas, James Watson y Francis Crick, se entrelazaron en una competencia científica por desentrañar el código de la vida. La información proporcionada por las imágenes de Franklin fue crucial para el avance de Watson y Crick en su modelo de doble hélice del ADN en 1953.
A pesar de su contribución significativa al descubrimiento, a Franklin no se le dio el reconocimiento que merecía en vida, en parte debido a la cultura sexista y los prejuicios que persistían en la época. Es solo en años posteriores cuando su papel en el descubrimiento del ADN ha sido reconocido y honrado.
La escritora estadounidense Marie Benedict se adentra en la vida de Franklin para escribir la novela El secreto de su mente. En ella destaca no solo los logros científicos de Rosalind Franklin, sino también su lucha constante contra los prejuicios de género y las intrigas académicas que la privaron del reconocimiento que merecía. La autora retrata con muy buen tino la vida de esta científica excepcional, exponiendo cómo una sociedad que aún no aceptaba el papel de las mujeres en la ciencia fue un obstáculo constante para su carrera.
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Franklin no solo se dedicó apasionadamente a su trabajo en el laboratorio, sino que también contribuyó a la lucha humanitaria durante la Segunda Guerra Mundial, brindando refugio a judíos en Europa.
Rosalind Franklin falleció a una temprana edad, el 16 de abril de 1958, debido a un cáncer de ovario. Aunque su vida fue corta, su legado sigue vivo en la ciencia moderna.
Ya era momento de que alguien escribiera sobre la vida de esta maravillosa mujer, y quién mejor para hacerlo que Marie Benedict, quien se ha destacado por visibilizar el papel de las mujeres en la historia y las ciencias a lo largo del siglo XX. Con obras como El otro Einstein y La única mujer, Benedict ha revelado la importancia de estas figuras femeninas que, a menudo, han sido olvidadas o menospreciadas en los libros de historia.
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El secreto de su mente es una obra que rinde homenaje a una de las científicas contemporáneas más destacadas. Y es, al mismo tiempo, un recordatorio de que las mujeres han tenido un papel fundamental en nuestra historia, a pesar de las dificultades y la discriminación que han enfrentado.
En tiempos donde el empoderamiento femenino es un tema relevante, recordar a Rosalind Franklin y su lucha por la igualdad en el mundo científico es más importante que nunca. La historia de esta mujer excepcional nos invita a reflexionar sobre la importancia de reconocer y valorar el talento y la capacidad sin importar el género.
El secreto de su mente es una lectura que no solo entretiene, sino que también educa y enaltece la figura de una científica pionera. Yo no tenía idea de su existencia, y ahora no paro de hablar de ella.
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