Nacido en 1923, el poeta, traductor y ensayista español Carlos Edmundo de Ory volvió a ser noticia luego de que se encontraran una serie de manuscritos que permanecían en la cámara acorazada del Instituto Cervantes en Madrid.
Allí se hallaron seis cuadernos, tres de ellos incluían algunos de los poemas que se encuentran en su libro Silencio , el resto también eran poemas, algunos de ellos escritos en francés, pero hasta ahora desconocidos para el mundo.
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La recuperación de estos textos fue posible gracias al cumplimiento de una promesa que le hizo la mujer que vivió con él más de 30 años, Laura Lachéroy, su viuda. Fue precisamente Lachéroy quien le contó a EFE sobre el hallazgo y la experiencia de volver sobre la obra del reconocido autor.
“Ha sido muy bonito”, aseguró en la sede central del Instituto, donde se disponían a abrir la caja como parte de una iniciativa de ese organismo que promovía el reconocimiento del legado de escritores ilustres.
Así llegaron los manuscritos al Instituto
Sobre cómo llegó este material al Instituto Cervantes se sabe que fue el mismo Ory, en el año 2007, tres años antes de su muerte. Lo hizo acompañado por la que era en ese momento la directora del organismo, Carmen Caffarel.
En el lugar dejó dos cilindros de cartón cuyo contenido era desconocido para todos. El poeta no quiso revelar lo que se encontraba adentro de los recipientes, que solo deberían ser abiertos 15 años después de su muerte. Realmente el contenido tardó 16 años en darse a conocer, coincidiendo con la celebración del centenario de su nacimiento en 2023.
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Además de los poemas conocidos y los desconocidos escritos en francés, también se encontraron más de sus famosos aerolitos, según declaró su viuda, “muchos de ellos inéditos”. Se trata de pequeños versos llenos de reflexiones, ironía y humor en los que el poeta examinaba la vida bajo una perspectiva divertida, una de las mejores formas de capturar su esencia e identidad.
Este hallazgo, además de recordarle al mundo la vida y el legado de uno de los poetas más importantes del siglo XX en España, también ha sido fuente de emoción para las personas más cercanas, entre ellas Lachéroy, quien expresó su alegría al abrir la caja; aseguró que esta experiencia le ha permitido estar cerca de su marido:
“Le habría encantado vivir este momento, ya que le encantaban los juegos”.
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Como si el autor lo hubiera planeado, la apertura del recipiente también tuvo su sello de humor, pues la llave que se suponía debía abrir la caja no era la correcta. Por esta razón, el gran momento tuvo que esperar al menos una hora, mientras los encargados abrían la cerradura con la ayuda de un destornillador.
Ahora los textos serán custodiados por el Instituto Cervantes en la Biblioteca Alcalá de Henares, donde el mundo podrá consultarlos. Se espera que un día el tesoro encontrado forme parte de una exposición que le presente a las nuevas generaciones su legado y le permita a los ya conocedores recordar a uno de los más grandes escritores y poetas nacidos en España.
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