Siete años después de la publicación de su primera obra, la escritora británica Claire-Louise Bennett vuelve a deleitarnos con una novela que será inolvidable para muchos, un tributo a la literatura y una demostración de su raro talento.
En las páginas de Caja 19, su más reciente título publicado en español por Eterna Cadencia Editora, Bennett nos cuenta la historia de una joven en una pequeña localidad cercana a Londres. Desde sus primeros años escolares, la protagonista esboza historias en los márgenes de un cuaderno de ejercicios, buscando una vía de escape al aburrimiento del mundo que la rodea. Su pasión por la escritura despierta la atención de su profesor de Literatura, quien le inculca la importancia de la lectura. Así comienza un camino de descubrimiento literario que se convierte en el reflejo de su propia vida, difuminando los límites entre libros y lectores.
Le puede interesar: 4 días en “estado de gracia” por los libros: una crónica posible desde el Festival Louisiana, en Copenhague
El tema de la literatura como una forma de guía y complemento para la vida es el hilo conductor de esta novela. La protagonista encuentra en los libros una conexión profunda consigo misma y con el mundo, una herramienta para desentrañar su sensibilidad, su forma de ver el mundo y su identidad. A través de sus experiencias, Bennett explora cómo ciertas frases y páginas pueden dar vida a los lectores, haciéndolos parte de algo que siempre ha estado dentro de ellos, algo que va más allá de las palabras impresas.
Con buen tino, la autora se adentra en los recovecos más oscuros de la mente humana, mostrando la complejidad de los pensamientos y emociones que nos definen. La prosa de Bennett puede ser intensa y arcaica en ocasiones, pero es precisamente esa honestidad y fidelidad a su propio espíritu lo que cautiva al lector. Conmigo lo ha hecho, al menos.
Aunque la narradora comparte similitudes con la vida de Bennett, esta novela es una obra de ficción en su totalidad. En Caja 19, la autora nos presenta una búsqueda de la esencia de los pensamientos, las sensaciones y la estructura de la vida tal como la conocemos. La protagonista nos lleva por callejones oscuros y recónditos de su mente. Aunque en ocasiones el efecto puede resultar agotador, esta novela es una muestra de la fidelidad inquebrantable de Bennett a su espíritu crudo y auténtico.
Le puede interesar: Un club de lectura lucha contra la censura literaria en Estados Unidos
La novela se convierte en un viaje de descubrimiento donde la protagonista se enfrenta a sí misma para dar vida a su propia voz. El proceso creativo se convierte en una herramienta para explorar la identidad personal y la vocación de la narradora, una mujer definida por su autonomía y curiosidad.
Caja 19 es un regalo para los amantes de la literatura y una oportunidad para descubrir la voz única y auténtica de Claire-Louise Bennett. A través de su escritura apasionada y cruda, la autora nos invita a reflexionar sobre nuestras propias experiencias y a encontrar la magia en las palabras impresas.
Sobre la autora: Claire-Louise Bennett
♦ Nació y creció en Wiltshire en el suroeste de Inglaterra.
♦ Sus relatos y ensayos han sido publicados en The Stinging Fly, The Penny Dreadful, The Moth, Colony, The Irish Times, The White Review y gorse.
♦ Fue galardonada con el premio inaugural White Story Short Story en el año 2013 y ha recibido becas del Consejo de las Artes de Irlanda y del Ayuntamiento de Galway.
♦ Estanque, su primer libro de ficción, fue publicado en 2016 por Eterna Cadencia con traducción de Laura Wittner y fue finalista del International Dylan Thomas Prize 2016 y traducido al francés, al noruego y al neerlandés, entre otros idiomas.
Así empieza “Caja 19″
Más adelante casi siempre andábamos con un libro encima. Más adelante. Cuando por fin fuimos un poquito mayores aunque no tan mayores como los demás andábamos con libros encima. Sí, un montón de libros. Y nos sentábamos ahí en el pasto junto al árbol con los libros. Un libro en realidad. Uno solo, claro. Miles de libros, uno por vez. Eso, uno por vez. No nos gustaba mucho que fueran tantos, ¿no? No, para nada, y ahora tampoco. Nos gusta un libro. Sí, nos gustan de a uno ahora y nos gustaban de a uno antes. Por ejemplo íbamos a la biblioteca y pronto perdimos la costumbre de sacar libros de a muchos. Sí. Sí. Sí, así fue. Al principio por supuesto sacábamos todos los libros que pudiéramos. Que debían ser unos ocho. Siempre son seis u ocho o doce libros. Salvo claro que se trate de una colección especial, caso en el cual serían solo cuatro. Y en un comienzo sacábamos todos los que pudiéramos. Claro. Vamos a sacar este y este y este, este y ese también. Y así. Sí. Una pila alta sobre el mostrador para que los sellara Tiemblacabeza. Y no leíamos ninguno hasta el final. Era imposible. No podíamos concentrarnos. Daba igual qué libro tuviéramos en las manos, nos era sencillamente imposible abstenernos de pensar sin parar qué palabras exactamente había dentro de los otros libros. No podíamos evitarlo, ¿no? No podíamos dejar de imaginar los otros libros y las distintas clases de palabras que cada uno contenía y cuando agarrábamos alguno de los otros para fijarnos pasaba exactamente lo mismo. En verdad era lo mismo con cualquier libro que agarráramos. Siempre que hubiera otros libros pensábamos sin parar en los tipos de palabras que podrían contener y eso impedía que nos compenetráramos con el libro puntual que tuviéramos en las manos. El libro puntual. Una tontería. Sí, era una tontería. Dejar un libro y agarrar otro y apoyar ese y agarrar algún otro y así sin llegar a ninguna parte. Absolutamente a ninguna parte. Una y otra vez. Y así nos la pasamos por bastante tiempo, ¿no?, hasta que nos dimos cuenta de que no porque nos dejaran sacar seis libros ocho libros doce libros estábamos obligadas a hacerlo.
Seguir leyendo: