Hace ya varios años que el feminismo dio a luz a su hija dilecta en la economía, y su rol en la teoría y la práctica está en pleno debate. Para los grupos más críticos, la “economía feminista” es una desagregación innecesaria y confusa. Para quienes la favorecen, se trata de una disciplina con aportes concretos e imprescindibles. Y desde luego, no faltan las interpretaciones de su preponderancia para alcanzar el sueño revolucionario. Cualquiera sea la interpretación, la economía feminista ha llegado para quedarse.
En su libro debut, la economista Lucía Cirmi Obón decidió apartarse del cartel tradicional y eligió titular con Economía para sostener la vida. Como es fácil detectar al leer sus primeras páginas, el nombre no pretende mayor sino menor especificidad. Economía para sostener la vida tiene una seria pretensión de mayor universalidad en la conceptualización y las aplicaciones de la economía feminista. Desde lo conceptual, la autora denuncia a la economía ortodoxa por despreocuparse de los problemas centrales de la sustentabilidad en todas sus dimensiones. En el ámbito de lo aplicado el libro señala que, si de sostener se trata, las mujeres tienen y tendrán un papel central para lograr el desafío de sobrevivir como sociedad.
Economía para sostener la vida está afinadamente organizado en tres partes. La primera, la más arriesgada de las tres, incluye un ataque decidido a la teoría económica mainstream, apuntando que su desarrollo ha estado vinculado con la presencia de “demasiados varones”. La consecuencia fue un sesgo en sus intereses, que ha significado ignorar los temas económicos vinculados a las inequidades de género.
Tras esta crítica, el texto describe la revolucionaria irrupción del feminismo en general, y de la economía feminista (ahora sí, con todas las letras) en particular. La afirmación central a la que adscribe Cirmi es que la economía feminista es una perspectiva particular y distintiva, y que no debe ser considerada un mero complemento de la economía tradicional. Se dedican entonces varias páginas a explicar por qué debemos entender esta disciplina como una forma novedosa y conducente de entender las relaciones económicas. Existe un mundo visible que estudia la economía tradicional, con individuos indiferenciados y precios explícitos de mercado, y existe otro más fundamental y profundo por debajo que lo sostiene, y que ha sido sistemáticamente negado por la teoría usual.
La economía del cuidado, por dentro
La segunda parte se ocupa de explorar la parte sumergida de este iceberg. Se presentan estadísticas que dan cuenta de la magnitud e importancia de la economía del cuidado, que depende prácticamente en su totalidad del esfuerzo femenino, y que en la mayoría de los casos no se remunera (“eso que llaman amor es trabajo no pago”, reza una frase contundente y desafiante).
Queda claro desde el principio, entonces, quién sostiene a quién. Esta porción del libro recorre los temas económicos donde aparecen con claridad las diferencias entre géneros: tiempos dedicados al cuidado, pobreza de las mujeres, normativas que ignoran inequidades, y varios más. Además, hay un capítulo específico dedicado a las desigualdades de género en el mercado de trabajo, uno de los tópicos más estudiados por el feminismo en sus investigaciones.
Qué hacer
La tercera y última porción del libro es a mi juicio la más meritoria, pues describe un conjunto de políticas destinadas a revertir estas desigualdades. Se trata de una perspectiva en primera persona, porque Cirmi trabajó directamente en ellas como Directora Nacional de Políticas de Cuidado. Sintió por ende en carne propia la satisfacción de que algunas de ellas se tornaran realidad. Si bien en Argentina ha habido algunos avances, queda mucho por hacer, y la autora destaca la necesidad de que estos debates formen parte con mayor asiduidad de la discusión pública.
Tornemos ahora a algunos interrogantes que deja Economía para sostener la vida. Como dijimos, la incomodidad de Cirmi con la teoría económica mainstream la impulsa a describir los aportes de la economía del cuidado como parte de un revisionismo intenso y necesario. Esto no siempre le juega a favor, porque es difícil en pocas páginas establecer con precisión las limitaciones de una teoría que lleva un proceso de consolidación de casi cien años. Esto no significa que la economía neoclásica esté en lo correcto (ni en lo incorrecto), sino que minar sus fundamentos, sus implicancias y sus aplicaciones no es una tarea sencilla ni inmediata.
En el libro, estos intentos lucen algo aislados y conllevan el riesgo de que si se encuentran respuestas contundentes a estas críticas, todo el edificio de los (justos) reclamos del feminismo queden horadados, al menos para aquellos que ven el movimiento con desconfianza o desde una relativa superficialidad. Idéntica preocupación surge respecto de las políticas para asegurar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres: una visión exagerada y voluntarista sobre sus alcances podría socavar innecesariamente los objetivos del feminismo si esas promesas no terminaran cumpliéndose.
Puede incluso que no haya necesidad de romper definitivamente con la economía mainstream para abrazar ciertos ideales feministas. La teoría neoclásica podría, siempre desde su perspectiva conceptual, aportar ideas y extensiones útiles, y creo que hay alguna evidencia de que esto está sucediendo. Después de todo, los objetivos de equidad de género se justifican por sí mismos, y no deben estar sujetos a que determinadas ideas de cierta corriente económica esté bien o mal. Y si como esperan sus adherentes más fervientes el debate acerca de la economía feminista termina por modificar aquella teoría o las estrategias de desarrollo favoreciendo el bienestar social, bienvenido sea.
Las investigaciones de la economía feminista parecen estar transitando un saludable proceso de cimentación. Esto significa que será importante terminar de asentar los aportes establecidos, identificar las polémicas remanentes, y sobre todo iterar analíticamente con críticos bienintencionados para reconocer mejor el fenómeno de la discriminación y sus ramificaciones.
Para ilustrar este último punto, tomemos por ejemplo la afirmación de que los hombres son remunerados con un salario mayor al de las mujeres para un mismo tipo de empleo. Ocurre que cuando se revisan los datos, surge que parte de esta diferencia se debe a que las mujeres trabajan menos horas, lo que indica una menor brecha en los salarios horarios. Pero este descubrimiento no refuta el problema, simplemente lo desplaza una etapa, porque ahora es necesario entender por qué la oferta laboral femenina es menor a la masculina. Y aquí es donde se reconoce (por parte de quienes “no lo notaban”) que las tareas de cuidado de personas y del hogar ocupan un lugar trascendental. Este es el edificio que sostienen de manera totalmente asimétrica las mujeres.
En cualquier caso, no podemos exigirle a Economía para sostener la vida que establezca los lineamientos de una potencial discusión teórica interdisciplinaria, o entre corrientes económicas. Su aporte fundamental es otro: presentar con lucidez las consecuencias económicas derivadas de las inequidades de género, registrar las acciones públicas ejecutadas para comenzar a resolverlas, y describir una potencial agenda futura en estos tan importantes temas.
Estos tópicos, que suelen encararse con modestia, justifican de por sí la lectura de estas páginas, que es ameno e incluye datos ilustrativos, en muchos casos contundentes. Y si bien en este camino se mezclan afirmaciones osadas, son a mi juicio derivaciones ocasionales que no forman parte del mensaje sustancial que se desea transmitir.
Todo indica que Lucía Cirmi Obón se ha dado un gran gusto personal al escribir este libro. Sus buenas intenciones, sus convicciones y su lucha por la equidad e inclusión quedan expuestas sin disimulo. El texto, además, exhibe un optimismo realista basado en la acción concreta, un punto de vista no siempre presente en las visiones feministas. Como reconoce en el título de sus conclusiones, Cirmi a veces escribe con la cabeza y otras con el corazón, y el resultado es un libro valioso y calificado del que puede estar orgullosa.
“Economía para sostener la vida” (Fragmento)
La economía permanece ajena a las grandes mayorías, las cuales, o sienten que no la entienden, o la perciben alejada de sus intereses. El problema es que cuando la economía está lejos de la gente funciona mal. Por eso, este libro se pregunta: ¿la economía que tenemos sirve para sostener nuestra vida?
En esta pregunta se esconde una batería de demandas que la gente de a pie arroja contra los especialistas: ¿por qué es tan difícil entender la economía?, ¿por qué hay que vivir trabajando y no hay tiempo para disfrutar?, ¿por qué algunos tienen tanto y otros tan poco?
En respuesta a lo anterior, aparece una corriente de pensamiento económico y de activismo feminista que aboga por transformar la economía que tenemos, la economía feminista. Su principal estandarte es «economía para sostener la vida». Pero ¿en qué consiste?
Se trata de una perspectiva que mira no sólo a la producción, sino también al modo en que se organiza nuestra reproducción y distribución: el trabajo de cuidado en los hogares, el trabajo remunerado en la calle y la forma en que se distribuye la riqueza generada.
Pensar si nuestra economía sostiene la vida es además un interrogante urgente. Varias situaciones de nuestro contexto nos tocan la puerta y nos invitan a pensar. El mundo, y en particular América Latina, está crujiendo por sus desigualdades, las históricas y las nuevas, los proyectos de transformación fallidos y una nueva alza muy conservadora sobre cómo deberíamos vivir. Todo esto sucede mientras se esperan grandes cambios en el trabajo, en la tecnología, en el medio ambiente y en las características de la población de las próximas décadas, a escala global. La predominancia financiera de los últimos 50 años le agrega al panorama una sensación explosiva y enajenada, como si fuera imposible tomar las riendas de estos cambios económicos, como si se tratara de animales con vida propia.
Este escenario está atravesado (y a veces impulsado) por una hermosa marea verde: multitudes de mujeres que recorren las calles pidiendo por un lugar y una vida distintos. Una marea que crece y crece: en consignas, en denuncias y en propuestas, pero que no siempre se traduce ni en cambios ni en políticas integrales en el plano económico. Por eso, en este libro hago un racconto individual de una perspectiva que es colectiva: qué tienen los feminismos para decirle a la economía. ¿Cómo es que la perspectiva feminista atraviesa todos los tópicos que están a diario en la televisión, en esa economía llena de números y palabras que nos suenan extraños? ¿Cómo se cruzan la agenda feminista y la agenda económica en el siglo xxi? ¿Cómo se cruza nuestra vida «privada» con esas decisiones macroeconómicas tan lejanas? Y ahora que las consignas del feminismo ya están en la calle… ¿cómo se construye una economía feminista?, ¿es posible armar una economía completamente de acuerdo con sus principios?, ¿qué efecto tendría esa transformación en el resto de nuestra vida?
Sin ánimo de dar una respuesta acabada a estas preguntas, pero sí de presentar argumentos para un debate colectivo, este libro está dividido en tres secciones. La primera mira para atrás y cuenta brevemente cómo llegamos a la economía que tenemos ahora, la que se hace en las calles y la que se enseña en los libros. También se pregunta cuál es la diferencia con la perspectiva de la economía feminista. La segunda parte está situada en el momento presente: cómo es nuestra economía y nuestra vida; cómo se organizan las familias, los trabajos y las políticas públicas entre el mundo productivo, reproductivo y distributivo. La tercera sección mira para adelante, se pregunta cuáles son los grandes cambios que se vienen en la economía y revisa qué propone la economía feminista frente a ellos para lograr finalmente una economía que sostenga la vida.
Quién es Lucía Cirmi Obón
♦ Es magister en estudios del desarrollo del International Institute of Social Studies (Holanda).
♦ Estudió una maestría en políticas públicas en FLACSO Argentina.
♦ Es economista magna cum laude de la Universidad de Buenos Aires.
♦ Es subsecretaria de Políticas de Igualdad del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Argentina.
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