El futuro, dicen, llegó hace rato. Pero al presente, como siempre, le cuesta acompasarse. En los últimos meses, los debates alrededor de la inteligencia artificial (sus ventajas, límites, implicancias éticas y la posibilidad de que lleguen a reemplazar el trabajo humano, en especial el creativo) se han intensificado a raíz de la creciente democratización de su uso que llegó con sistemas como ChatGPT.
El debate en cuestión no hizo más que recrudecerse ante la actual huelga de escritores en Hollywood, entre cuyas quejas se encuentra el uso indebido de la inteligencia artificial para reemplazar la mano de obra creativa. Y cuando los actores -la cara visible del asunto- accedieron a sumarse al paro, el mundo empezó a escuchar los reclamos: ¿hasta dónde pueden llegar las máquinas? ¿Son una ayuda o, más bien, un reemplazo? ¿Debería haber un control sobre lo que pueden y no pueden hacer?
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Ahora, miles de escritores, entre los que se encuentran figuras como Margaret Atwood, Sarah Silverman y Nora Roberts, han firmado una carta dirigida a los CEOs de grandes compañías tecnológicas como Microsoft, Meta, IBM y OpenAI con el fin de alertar sobre la actual situación y buscar una solución en conjunto.
“Los abajo firmantes llamamos su atención sobre la injusticia inherente a la explotación de nuestras obras como parte de sus sistemas de IA sin nuestro consentimiento, crédito o compensación”, empieza la carta, que afirma que “las tecnologías de IA generativa basadas en grandes modelos lingüísticos deben su existencia a nuestros escritos” ya que “estas tecnologías imitan y regurgitan nuestro lenguaje, historias, estilo e ideas”.
“Millones de libros, artículos, ensayos y poesías protegidos por derechos de autor proporcionan el ‘alimento’ a los sistemas de IA, comidas interminables por las que no se ha pasado factura. Están gastando miles de millones de dólares en desarrollar tecnología de IA. Es justo que nos compense por utilizar nuestros escritos, sin los cuales la IA sería banal y extremadamente limitada”, escriben desde The Authors Guild, la mayor y más antigua organización estadounidense de trabajadores de la escritura.
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Y agregan: “Como resultado de la incrustación de nuestros escritos en sus sistemas, la IA generativa amenaza con dañar nuestra profesión inundando el mercado de libros, relatos y periodismo mediocres, escritos por máquinas y basados en nuestro trabajo. En la última década aproximadamente, los autores han experimentado un descenso del 40 por ciento en sus ingresos”.
Cuáles son los principales reclamos de los escritores
♦ Que obtengan los permisos necesarios para utilizar el material protegido por derechos de autor en sus programas de IA generativa.
♦ Que compensen justamente a los escritores por el uso pasado y presente de sus obras en sus programas de IA generativa.
♦ Que se compense justamente a los escritores por el uso de sus obras en los resultados de IA, independientemente de que los resultados infrinjan o no la legislación vigente.
Un cuento de Mario Vargas Llosa
En Los vientos, el último cuento de Mario Vargas Llosa publicado por Leamos como libro de descarga gratuita en Bajalibros, el Premio Nobel peruano apunta contra un sinfín de particularidades de los tiempos que corren como el malestar de la cultura, el fin de la religión, la supremacía del vegetarianismo y la medicalización de la vida privada. Pero una de las cosas de las que más se queja el narrador de Los vientos es de la inteligencia artificial y sus vanos intentos por reemplazar el trabajo creativo de los escritores:
“Desde que se generalizó la costumbre de leer novelas encargadas al ordenador renuncié a leer las que se producen –sería ridículo decir ‘escriben’- en nuestros días. Cuando se inventó el sistema, parecía una diversión más, de las tantas que aparecen cada día, y que duraría lo que las modas pasajeras. Quién iba a tomar en serio una novela fabricada por un ordenador de acuerdo a las instrucciones del cliente. (...) Como quien encarga una hamburguesa o un perrito caliente, con mostaza y mucha salsa de tomate. Pero la moda prendió, se quedó y ahora la gente –la poca que lee- sólo lee las novelas que encarga a sus esqueletos de metal o de plástico”, escribe Vargas Llosa.
Y agrega: “Ya no se puede decir que haya novelistas; mejor dicho, todos nos hemos vuelto novelistas. Aunque también esto es falso. El único novelista que queda vivo y pataleando en este planeta es el ordenador. Por eso, los lectores aferrados a la tradición, a la novela de verdad, la de Cervantes, Tolstoi, Virginia Woolf o Faulkner, no tenemos más remedio que leer a los novelistas muertos y olvidarnos de los vivos”.
Una anécdota de Claudia Piñeiro
No todos los escritores están al tanto de las minucias de los debates sobre la inteligencia artificial. Algunos, claro, están muy ocupados escribiendo. Es por eso que, más que opinar al respecto, la reconocida autora argentina Claudia Piñeiro prefirió contar una anécdota
“Mi hermano estaba haciendo un trabajo con algo de la inteligencia artificial y le pidió que escribiera un cuento como si lo hubiera escrito yo. Entonces la inteligencia artificial le tira un cuento y él me lo manda. ‘¿Qué te parece?’, me pregunta. ‘Un horror el cuento’, le respondí sin saber quién lo había escrito. El cuento estaba lleno de adjetivos inútiles y de palabras que yo jamás hubiera usado, así como tampoco ningún otro escritor argentino”, cuenta la autora de Tuya y Las viudas de los jueves.
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Y agrega: “Me preocupó que la inteligencia artificial pensara que yo escribo de esa manera tan horrenda. Entonces le dije: ‘Haceme un favor, ahora decile que te escriba un cuento como si lo hubiera escrito Sergio Chejfec’, y la máquina le tiró un cuento muy similar al mío, con la misma cantidad de adjetivos aberrantes y excesivos y con una trama que era imposible que Chejfec jamás hubiera escrito. Entonces digo: a lo mejor podrá haber herramientas más sofisticadas, pero esa que él estaba usando, la verdad, no engaña a nadie”.
Una reflexión de Guillermo Martínez
En la última Feria del Libro de Buenos Aires, el escritor argentino Guillermo Martínez pasó por el stand de Leamos-Bajalibros para hablar de la edición conmemorativa por los 30 años de su exitosa novela Acerca de Roderer. Pero, además, el autor de Crímenes imperceptibles aprovechó para hablar de su punto de vista con respecto a la inteligencia artificial.
“Creo que vamos a un mundo híbrido donde van a circular obras que nadie va a poder decidir si las escribimos seres humanos o las escribieron computadoras. Esto es muy parecido a lo que ocurría cuando recién aparecieron los primeros programas de ajedrez. La gente decía: ‘Las computadoras nunca van a poder derrotar a los seres humanos’. Mentira. Ya los primeros programas de ajedrez juegan muy bien y muy pocas personas podían derrotarlos. Lo mismo ahora. Dicen: ‘La inteligencia artificial no va a poder escribir como los humanos’. Bueno, quizás todavía no escriba como los más grandes autores que conocemos de la literatura, pero seguro que redacta mejor que muchos a hasta altura”, dijo en entrevista con Belén Marinone.
Y agregó: “Vamos a un mundo en donde los seres humanos seremos como curadores. Por ejemplo, con el diseño de tapas: quizás ya no se lo encarguen a un diseñador. Hay un banco tan inmenso de imágenes y hay mezclas y posibles variaciones que quizá un programa te muestra un abanico de posibilidades y vos elijas. Me parece que vamos a un mundo un poco híbrido. El gran problema por delante va a ser la supresión de innumerables trabajos. Eso es uno de los peligros”.
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