En el México de 1920, mientras el país se recupera de la Revolución, una mujer se enfrenta a una trascendental hazaña: la conquista de su propio cuerpo. Cayetana de la Cruz y Schneider, una talentosa poetisa y fotógrafa, está dispuesta a explorar su camino y revelar su alma desnuda ante un periodista intrigado por sus confesiones.
A medida que su diálogo avanza, se desvelan fragmentos de un enigmático diario que narra historias de monstruos y fantasmas, así como los temores de un niño tímido que anhelaba probarse los vestidos de su madre, un niño que se convertiría en la mujer fuerte y decidida que conmovería los cimientos de su época.
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Este es el argumento de Tapizado corazón de orquídeas negras, la novela debut de Évolet Aceves, una historia que nos invita a reflexionar sobre la resistencia, la liberación y la búsqueda de la identidad en un contexto desafiante.
El despertar de una identidad singular
La narrativa de la novela nos sumerge en los retazos de la infancia de Cayetana, cuando todavía se llamaba Leonardo; a través de diarios y entrevistas con un joven periodista, descubrimos los sueños y miedos de un niño tímido. Estos primeros indicios de una identidad distinta y el camino hacia la aceptación y el empoderamiento conforman el núcleo de Tapizado corazón de orquídeas negras.
La prosa de Évolet Aceves en esta novela se presenta como una mezcla de poesía y sensibilidad gótica. El uso de un lenguaje exquisito y suntuoso, que rezuma poesía en cada página, nos transporta a los más profundos rincones del corazón de Cayetana. Algunas críticas señalan que en ocasiones, este estilo barroco que utiliza la autora puede volverse excesivo, sobrecargando la narrativa y restando impacto a la historia en sí.
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Una novela de resistencia y liberación
Tapizado corazón de orquídeas negras es una obra que trasciende las etiquetas y se convierte en un manifiesto de resistencia y liberación. A través de las palabras de Cayetana, Aceves logra transmitir una lucha visceral y profunda, revelando los obstáculos y prejuicios que enfrentan muchas mujeres trans en su búsqueda de la aceptación y la realización personal.
Con esta novela, Évolet Aceves se une a la creciente comunidad de narradores trans mexicanos que están desafiando los estereotipos y rompiendo barreras en el mundo literario. Su novela no es solo una historia bien escrita, sino también una manifestación de la belleza, la estética y la búsqueda de la identidad.
En una entrevista con Aristegui Noticias, la autora reconoce que si existe una literatura trans en México, está empobrecida debido a la falta de oportunidades en el mundo editorial. Tapizado corazón de orquídeas negras surge de un impulso interno y es una mezcla de su propia vida, su pasión por la literatura barroca y su fascinación por el siglo XX, su historia y su cultura, así como por las artes plásticas mexicanas.
La novela sitúa su trama en principios del siglo XX, lo cual permitió a Aceves tomar la distancia necesaria para desarrollar su historia, aunque inventada, planteada como una posibilidad en una época donde hubo personajes similares. Évolet Aceves destaca que la literatura permite transformar la realidad y, en lugar de hablar de una literatura trans en México, prefiere hablar de literatura en general.
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Aceves señala que aún existen muchos prejuicios y un machismo imperante en la sociedad. Reconoce que tanto las mujeres como los hombres trans necesitan más oportunidades y propuestas literarias en todos los géneros. Además, destaca que es un error que algunas radicales feministas sean excluyentes con la comunidad trans, ya que el enemigo del feminismo es el patriarcado, no las mujeres trans.
La exclusión que se percibe en la actualidad, según Aceves, proviene de grupos ultraconservadores y religiosos. Invita a reflexionar y no atacar a la población trans, puesto que históricamente el feminismo y la comunidad trans han estado unidos, como se vio en la primera marcha LGBT en 1978, donde las mujeres trans estuvieron al frente y fueron respaldadas por las feministas.
Tapizado corazón de orquídeas negras es, pues, un testimonio literario que va más allá de las etiquetas, una historia que busca romper barreras y abrir el camino hacia una mayor inclusión y oportunidades para la comunidad trans en la literatura y en la sociedad en general.
Con una pluma sutil y una sensibilidad única, la autora logra transmitir la experiencia de Cayetana y su lucha por encontrar su lugar en el mundo. El resultado es una obra impactante que rompe esquemas y abre nuevas perspectivas en la literatura mexicana.
Sobre la autora: Évolet Aceves
♦ Nacida en Toluca, México, 1994.
♦ Es una artista multifacética que escribe cuento, novela, poesía, ensayo, crónica y textos híbridos; también es fotógrafa, columnista en Pie de Página y colaboradora en Nexos.
♦ Su obra narrativa gira en torno al misterio, la fantasía, el erotismo, el horror, el desamor y la moda.
♦ Esteta y transfeminista, se ha definido a sí misma como una mujer transgénero, agénero y no binaria.
♦ Dentro de sus publicaciones, forma parte de la antología Monstrua (2022), coordinada por Gabriela Jauregui y Brenda Lozano, que incluye a diez escritoras mexicanas nacidas entre 1990 y 2000 con textos que abordan el tema de la corporeidad.
♦ Psicóloga con estudios en México y Varsovia, actualmente estudia el máster Chicana and Chicano Studies, en la Universidad de Nuevo México, en Albuquerque, Estados Unidos, ciudad en la que radica.
Fragmento de “Tapizado corazón de orquídeas negras”
En el interior de aquella habitación alfombrada como pasto selvático, tomaron lugar mis primeros recuerdos. Una especie de ola luminosa entraba por la ventana, dibujando en el aire ondulaciones de microscópicas partículas de polvo que se agitaban vertiginosas cuando mi madre sacudía sus prendas asfixiadas en el fardo de vestidos, que con tanto celo acumulaba en su armario de caoba: un clóset coronado por arabescos pletóricos que me mareaban al seguirlos con la mirada, mientras trataba de llegar al algoritmo indescifrable de aquellas extenuantes curvas tan arcanas. Cómo olvidar aquellos vestidos en extremo alucinantes…
El enorme ropero tenía tres lunas de azogue en las que miraba mi reflejo con recelo; temía que los espejos, gigantescos y ovalados, de pronto se volvieran lagos, mares, océanos, y que me devoraran para aislarme entre oscuros terrenos lacustres, rodeado por las criaturas amorfas de la noche que tanto evadía con mis lámparas encendidas al dormir.
Al mismo tiempo, aquellas aterradoras lunas me provocaban una especie de curiosidad; eran tan perfectamente elípticas que, de vez en cuando, me acercaba a observar el delgado filo que separaba el frente del envés. ¿Qué había detrás? Antes de dormir me cuestionaba qué mundo habitaba al reverso de esas lagunas mercuriales. Llegué a pensar en abrir, por cuenta propia y sigilosamente, cada una de las puertas del clóset, pero sería imperdonable, ese mueble de la casa le pertenecía a mi madre como un altar, sería un sacrilegio siquiera intentar tocar sus vestidos con mi curiosa impertinencia.
Durante las noches aciagas me inundaban pesadillas en las que, al abrir el ropero, me encontraba frente a una ne- blina espesa que salía del armario, una neblina asfixiante que me jalaba con sus manos al interior del mueble, y yo clamaba pidiendo auxilio mientras mis dedos se aferraban a la boca del ropero infernal, pero por más que vociferaba mi desesperación, no salía el menor sonido de mi boca. Rezaba el avemaría prometiendo jamás volver a intentar abrir esa puerta. La niebla me jalaba cada vez con más fuerza. Todo era oscuro, la puerta que abrí se cerraba con- migo adentro.
Al despertar, mi madre estaba junto a mí, angustiadísima, con un rosario de abalorios en la mano. Llorando desesperadamente, yo sólo me aferraba a ella. Con el simple hecho de verla sabía que estaba a salvo, que no debía pensar más en ese ropero abominable.
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