En lo profundo de la cárcel de Tocorón, en Venezuela, se encuentran recluidos los líderes de una de las bandas criminales más temidas en América Latina: el Tren de Aragua. Esta prisión no es un lugar común y corriente. Cuenta con lujos extravagantes como piscinas y cajeros automáticos. Desde allí, los criminales operan una compleja red delictiva que se extiende desde Costa Rica hasta Argentina, pasando por Colombia, donde han logrado enraizarse profundamente.
Le puede interesar: La operación con la que Favaloro cambió el mundo para siempre: “Me sentí como si fuera un plomero”
El Tren de Aragua ha encontrado en los individuos privados de libertad una mano de obra fácil de reclutar, especialmente una vez que son liberados y carecen de oportunidades. Mediante la creación de gobernanzas criminales en algunos territorios, han logrado establecerse y desarrollar una red de apoyo en las comunidades locales.
La banda se ha expandido a través de células, basándose en la confianza y lealtad entre sus miembros. La estructura interna se autodenomina “familia”, fomentando una férrea solidaridad entre ellos. Esto les permite operar a distancia, confiando en su sistema de confianza mutua.
La periodista Ronna Rísquez ha pasado un buen tiempo investigando el funcionamiento de esta banda. Tuvo la valentía de ingresar a la cárcel de Tocorón para obtener una visión directa de las operaciones. Su testimonio confirmó que la prisión funcionaba como una pequeña ciudad, con discotecas, zoológicos, estadios de béisbol y diversos comercios. Sin embargo, a pesar de su capacidad para desatar la violencia y realizar asesinatos sanguinarios, el Tren de Aragua también ha demostrado habilidad para la negociación, priorizando esta opción siempre que sea posible.
La extorsión se erige como uno de los principales negocios de la organización, controlando meticulosamente esta actividad delictiva. Además, han incursionado con éxito en la trata y el tráfico de migrantes, aprovechándose de la desesperación y la búsqueda de mejores condiciones de vida por parte de los migrantes venezolanos.
Le puede interesar: El expolio nazi: el oscuro legado del saqueo artístico en Europa durante la Segunda Guerra Mundial
A medida que profundizaba en sus investigaciones, Rísquez descubrió que este grupo delictivo estaba involucrado en una amplia gama de actividades ilegales, desde trata de personas y lavado de dinero hasta tráfico de armas, sicariato y extorsiones. Sorprendentemente, también se encontraron conexiones con el contrabando de chatarra, lo cual llamó la atención de la periodista y generó interrogantes sobre la presencia del grupo en toda América Latina.
“Creo que fue aproximadamente en 2018 o 2019 cuando comencé a notar cosas más puntuales. Entre Perú, Colombia y Brasil, empezaron a surgir pequeños casos relacionados con el Tren de Aragua. Al principio, parecían casos aislados o personas que decían pertenecer al Tren de Aragua. No le di mucha importancia, pensaba que eran simplemente delincuentes venezolanos que cometían delitos en otros países. Pero a partir de 2019 y principalmente en 2020, comencé a realizar investigaciones periodísticas donde aparecía cada vez más el nombre del Tren de Aragua en diferentes situaciones que no estaban relacionadas con prisiones ni con el crimen organizado en apariencia. Eso llamó mi atención y despertó mi interés por este tema”, comentó la periodista, en entrevista con Infobae Leamos.
Todo esto llevó a Rísquez a escribir un libro en el que se adentra en los intestinos de los líderes del Tren de Aragua, una publicación que la ha hecho víctima de amenazas, pero ante la cual no ha pensado en hacer silencio ni un solo momento.
“Decido que esto debe convertirse en un libro mientras realizo investigaciones periodísticas y entrevisto a una mujer que se enamoró de uno de los líderes de la organización. A través de esas conversaciones, me di cuenta de que tenía una historia que iba más allá de un simple reportaje periodístico. Era algo que merecía ser explorado en un formato más amplio, como un libro. Además, la historia era tan fascinante que me planteé cómo se podía comprobar la veracidad de todo lo que esta persona me contaba. Fue un desafío a nivel de periodismo de investigación, pero también una oportunidad para desarrollar un personaje y demostrar lo que esa persona decía”, señaló.
Le puede interesar: El director literario de Planeta en Colombia renunció tras señalamientos de censura por parte de la editorial: “Un editor necesita libertad para pensar y decidir”
La investigación de Rísquez es completísima y su estilo de escritura en estas páginas nos permite entender las dimensiones de esta banda criminal que con fuerza se adueña de nuestras sociedades, amenazando cada vez más con nuestro estilo de vida, reduciéndolo todo a menos que cenizas.
“Es un desafío encontrar las palabras adecuadas para transmitir la realidad sin perder el respeto hacia las víctimas y mantener la veracidad de los hechos. Utilicé expresiones coloquiales y cotidianas en momentos necesarios para darle autenticidad a la historia, pero siempre mantuve un lenguaje respetuoso y acorde a este tipo de tema. También tuve en cuenta que el libro no solo era periodístico, sino que debía reflejar mi experiencia y conocimiento en la materia, para que lectores expertos en crimen organizado o derechos humanos pudieran sentir que el libro fue escrito con conciencia y responsabilidad”, apuntó.
El Tren de Aragua no tiene límites cuando se trata de expandirse y buscar nuevas oportunidades criminales. Han logrado establecerse en varios países de América Latina, aunque su presencia varía en cada uno de ellos. En Colombia, por ejemplo, se han atribuido asesinatos y desmembramientos, y han establecido algún tipo de pacto con el ELN, como el que tienen en la frontera entre Colombia y Venezuela.
El gobierno de Venezuela, precisamente, encabezado por el dictador Nicolás Maduro, ha sido cuestionado por su aparente falta de acción contra la banda criminal. Aunque no hay evidencias sólidas sobre su relación directa con la banda, la falta de medidas para combatir su influencia y operaciones ha generado preocupación sobre su involucramiento.
Esta banda se ha convertido en la más temida del continente. Su capacidad para operar y extender su red a través de la confianza y lealtad entre sus miembros es alarmante. La lucha contra el crimen organizado en América Latina requiere de esfuerzos coordinados y políticas efectivas para evitar que estas bandas sigan expandiendo su poderío y causando estragos en la región.
La falta de acción gubernamental y las alianzas con otros grupos delictivos ponen en evidencia la necesidad de una estrategia coordinada y eficiente para enfrentar esta amenaza regional. La valentía de periodistas como Ronna Rísquez nos permite arrojar luz sobre la oscuridad y nos recuerda la importancia de la investigación periodística en la lucha contra el crimen organizado.
Seguir leyendo: