Esta novela del escritor madrileño Juan Vilá es una de esas piezas que consiguen, como muy pocas, retratar el estilo de vida de una generación entera. Tan difícil como raro es una ventana al mundo de los nacidos los setenta, un apretón de manos para quienes experimentaron el esplendor de los noventa, aquellos que lentamente se fueron desmoronando con la llegada del nuevo siglo.
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La trama de la novela se desarrolla en octubre de 1991, en una facultad de Filosofía. Gloria, una joven brillante, pronto se desencanta de la universidad para entregar su inteligencia al mundo corporativo. Manuel, por su parte, busca en la razón y los libros una forma de frenar sus oscuros impulsos. Bea, una chica caprichosa, parece atraer la desgracia, pero siempre sale ilesa. Roberto, un excéntrico aspirante a pintor, y Ana, quien alberga en su interior toda la rabia y dulzura del mundo, completan este grupo de jóvenes que disfrutan de la vida y conciben grandes planes, hasta que una tragedia sacude su existencia: el suicidio de uno de ellos.
La obra plantea una pregunta fundamental: ¿por qué algunas personas se rompen mientras otras logran salvarse? Aunque no busca responder preguntas imposibles, Vilá se propone ofrecer un retrato generacional a la vez que aborda una historia de amor que aparentaba ser perfecta, pero que se quiebra con la irrupción de la enfermedad mental. La felicidad se convierte en una constante lucha contra el vacío.
Tan difícil como raro también puede ser interpretada como una narración de fantasmas, donde los vivos se niegan a olvidar a los muertos y los persiguen, acosan e interrogan sin otorgarles el perdón. Esta novela, que se puede leer de manera independiente, pero que forma parte de un ciclo autobiográfico iniciado por el autor con 1980, título también publicado por la editorial Anagrama, ofrece una mirada áspera y tierna a la vez, una crónica hermosa y maldita de una juventud perdida, un amor roto y los sueños que ya nunca podrán cumplirse.
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Marcos Giralt Torrente ha dicho que Vilá proporciona finezas con palabras gruesas, revelando un estilo bronco y destemplado que esconde una mirada aguda y sensible. Por su parte, Rosa Montero elogia la profundidad de la obra al abordar lo visible y lo invisible, lo real y lo alucinado. Manuel Vilas confiesa haber sido hipnotizado por esta brillante historia generacional y por sus páginas memorables.
Con la publicación de Tan difícil como raro, Vilá consolida su lugar como uno de los escritores más destacados de su generación. La novela es un llamado a la resistencia y a encontrar la fuerza para seguir adelante, incluso en los momentos más oscuros.
Inicia con esta frase: “Nosotros, lo repetiré una y mil veces a lo largo de este librito, éramos una panda de gilipollas”. Estas palabras nos sumergen en un relato que echa la vista atrás, hacia esa etapa de “decepción y desencanto” que sucedió rápidamente al efervescente movimiento de La Movida. Vilá se sumerge en la historia de este grupo de amigos que se enfrentan al nihilismo de la época y a la efervescencia de la juventud.
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La obra cuenta con referencias interesantes al cine, la música y la literatura, sumergiendo al lector en la época y el contexto de la historia. Los personajes de Vilá se entregan al arte y desafían a aquellos que no pueden comprender su pasión. En definitiva, esta novela invita a un viaje en el tiempo o hacia lo más profundo de uno mismo.
Pero Tan difícil como raro no solo aborda la tragedia del suicidio, sino que también explora el amor, el sentido de pertenencia, las fiestas y las ansias de esta generación. Vilá revela que aquellos años fueron marcados por cierto fatalismo que se apoderó de la juventud. La caída del Muro de Berlín, la guerra del Golfo y la crisis económica fueron algunos de los eventos que dejaron una profunda huella en aquellos jóvenes inquietos.
La novela es, en sí misma, un recordatorio poderoso de la importancia de recordar y seguir amando a aquellos que ya no están con nosotros. Vilá nos invita a reflexionar sobre la resiliencia humana y cómo cada individuo afronta los desafíos de la vida. Sin embargo, no busca dejar enseñanzas ni nada menos. La interpretación es de cada lector.
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