“Este hombre va a morir
hoy es el último día de sus años.
Amanece tras los cerros un sol frío:
el amanecer nunca más alumbrará su carne.
Como siempre, entre sus cuatro paredes
desayuna, conversa, viste su traje;
no piensa en el pasado, aún liviano y todo víspera,
en los gestos, hechos y palabras de su vida
que mañana serán distintos en el bronce y en los himnos,
porque este hombre no sabe que hoy va a morir.
Le puede interesar: Poesía en busca de la libertad: esta escritora apoyó la Revolución de los Claveles en contra de la dictadura en Portugal
María Mercedes Carranza, a diferencia de aquel hombre a quien le escribió en su poema 18 de agosto de 1989, sí sabía que iba a morir. Ese día el mundo de la literatura y el de la poesía se vistió de luto para responder al adiós de una de las poetas más influyentes de su tiempo, cuya pluma dejaría un legado invaluable para la posteridad.
Ese jueves, María Mercedes Carranza estaba terminando su jornada de trabajo en la Casa de Poesía Silva, una de las sedes culturales más importantes de Colombia; se reunió con algunos de sus amigos más cercanos que, por supuesto, no sabían que ese sería su último encuentro y se dirigió hacia su apartamento instalado entre los cerros de Bogotá donde se desarrolló el fatídico hecho.
María Mercedes apagó su vida y fue hallada por Melibea, su única hija, quien encontró junto a ella una carta de despedida en la que le hablaba de los sentimientos, la vida y su deseo de que fuera feliz. Además de los frascos vacíos de píldoras antidepresivas también encontró unas palabras de despedida y un libro de su abuelo, el también poeta Eduardo Carranza.
Le puede interesar: La trágica historia de la escritora judía que renunció a su credo y fue llevada a los campos de concentración en Auschwitz
Hay quienes dicen que a María Mercedes Carranza la vida se le había ido oscureciendo durante los últimos años. Solía comentar “Ay, este país nos está matando”, pero como si se tratara de un acto preventivo, ella lo asumió por sí misma, antes de que el país lo hiciera.
Quizás los últimos eventos de su vida marcaron su decisión, venía acumulando en su corazón tragedias que se le habían hundido con mayor fuerza. En la lista figuraba el asesinato de Luis Carlos Galán, la muerte de sus más íntimas amigas y el secuestro de su hermano Ramiro Carranza por las Farc.
Muestra de ello fue su libro El canto de las moscas, una recopilación de veinticuatro poemas que se erigen como una bandera de dolor a Colombia. Sus versos dan cuenta de los estragos de la violencia en el pecho mientras realiza un doloroso recorrido geográfico por las masacres, la muerte en cada territorio. El terror y la angustia quedó registrada en las imágenes que describió con tanta lealtad al sentimiento.
Le puede interesar: La mujer ante el dolor de la patria y la opresión política
Una vida dedicada a la paz y la poesía
Cuando Carranza nació ya albergaba en su pecho una cita con la poesía que comenzó a cumplir desde los primeros años de su vida, dejando ver una habilidad excepcional para retratar imágenes llenas de sentimientos y caracterizadas por un indeclinable compromiso social y político.
Si bien la influencia de su padre, el también poeta Eduardo Carranza, fue importante, lo cierto es que la poetisa creció en una familia tradicional y conservadora en la que no era bien visto que ella se dedicara a escribir. Aun así, nada pudo detener los versos que brotaban de su interior.
La poeta colombiana le hablaba al mundo en tono de denuncia y confesión, con un estilo directo y repleto de imágenes que evocaban el sufrimiento humano, la desolación y en paralelo, la esperanza y hasta la ilusión de un cielo mucho mejor para el país. Con frecuencia sus poemas tocaban la violencia de género, la lucha política, la desigualdad social. Y con ello, siempre el tinte de lo cotidiano y la soledad.
Su voz, por supuesto, ha hecho un eco en la literatura colombiana y latinoamericana. Su poesía ha sido traducida a distintos idiomas y ha recibido reconocimientos póstumos, convirtiéndose así en uno de los principales referentes para quienes están en búsqueda de encontrar la unión entre el arte, la sensibilidad y la realidad de su tiempo, porque sí, la poesía sí puede cambiar al mundo.
Cae el cuerpo, cae la sangre, caen los sueños.
Acaso este hombre entrevé como en duermevela
que se ha desviado el curso de sus días,
los azares, las batallas, las páginas que no fueron,
acaso en un horizonte imposible recuerda
una cara o voz o música”.
Poema “La Patria” de María Mercedes Carranza
Seguir leyendo: