Los libros y todos sus saberes también pueden dar claves en la narrativa de la mente, en la salud emocional que ha amenazado de distintas formas el ritmo de nuestros días, y en la manera de gestionar los pensamientos que se han arrastrado a lo largo de la vida.
Hoy, que cada vez se busca un mayor alivio para las emociones y la mente, estos libros pueden dar herramientas para comprender cuáles son los desafíos que enfrentamos, interpretar nuestras experiencias y, a la vez, ir más allá de los síntomas superficiales. Este es un viaje al interior del universo que somos nosotros mismos.
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“El peligro de estar cuerda” de Rosa Montero
“Siempre he sabido que algo no funcionaba bien dentro de mi cabeza. A los seis o siete años, todos los días, antes de dormir, le pedía a mi madre que escondiera un pequeño adorno que había en casa, un horroroso calderito de cobre, el típico objeto de tienda de suvenires baratos o quizá incluso el regalo de un restaurante”. (Tomado de El peligro de estar cuerda).
Así retrata en su libro Rosa Montero, la autora de novelas como Crónica del desamor o La función Delta, el resultado de una exploración a lo largo de su experiencia personal y la lectura e investigación en áreas como la psicología y la neurociencia, pero también en la literatura y los libros de memorias de otros autores en diferentes campos del arte.
¿Qué tanto se puede relacionar la creatividad con la estabilidad mental? Para adentrarnos en este diálogo, Montero ha elegido explorar una serie de curiosidades que le permitan al lector entender cómo funciona el cerebro, los colores de la locura y su relación con la creatividad.
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“La bailarina de Auschwitz” de Edith Eger
“Podría sintetizar toda mi vida en un momento, en una imagen; en esta: tres mujeres con abrigos de lana oscuros esperan cogidas del brazo en un patio desolado. Están agotadas. Tienen polvo en los zapatos. Forman parte de una vida muy larga.
Las tres mujeres son mi madre, mi hermana Magda y yo”. (Tomado de La bailarina de Auschwitz).
De esta forma dio inicio la también psicóloga Edith Eger a una de las obras más importantes de su carrera, en la cual narra la batalla que tuvo que vivir en carne propia, no solo para sobrevivir a los campos de concentración nazis sino también para gestionar el universo de recuerdos que se amontonaban en su mente y amenazaban su salud mental.
Luchar contra los pensamientos que nublan y lidiar con la noción de saberse víctima de la tragedia son los principales escenarios que enfrenta en estas páginas la autora. Una experiencia traumática que da cuenta de su proceso de sanación en cada página. Son precisamente las experiencias trágicas las que difícilmente dejan de influir en el presente de quien las ha vivido, según Eger.
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“Las cicatrices no duelen” de Anabel Gonzales
“Cuando nos hacemos una herida, lo mejor es limpiarla bien y dejarla secar al aire. Así se irá cerrando, se volverá una cicatriz y dejará de doler. Al mirarla, recordaremos lo que pasó, pero ya no sentiremos dolor. Si por el contrario tapamos la herida y nos decimos que no está, es posible que acabe infectándose y generando un problema de más envergadura”. (Tomado de la sinopsis de Las cicatrices no duelen).
Es posible salir del dolor. Esta es la premisa de Anabel Gonzales, médico psiquiatra, psicoterapeuta y autora de Lo bueno de tener un mal día, quien ha enfocado su trabajo en el tratamiento de cuadros postraumáticos, los cuales sirvieron de base para tratar de explicar en estas páginas cómo es posible dejar de sentir dolor si se trata el pasado.
Plantea una ruta que lleva a la curación emocional, no sin antes explicar al lector cómo funcionan las emociones para guiar a la recuperación, y cuáles son las vías para alcanzarlo. Con firmeza, sostiene que se trata de un proceso posible de llevar y con un alivio cercano. Un problema que sí tiene solución. Para ello trata la terapia EMDR, un sistema que trabaja con los recuerdos y las defensas ante el dolor para sanar traumas y reducir los obstáculos mentales que impiden seguir avanzando.
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