Siendo hijo del reconocido escritor Gabriel García Márquez y de Mercedes Barcha, Rodrigo creció en un entorno culturalmente rico y creativo que influyó en su pasión por el cine y la narrativa visual. Después de completar sus estudios en la Universidad de Brown, en Estados Unidos, comenzó su carrera en la industria cinematográfica. Sus películas exploran temas profundos y complejos, y a menudo se centran en la vida cotidiana de personajes femeninos.
Entre sus obras más conocidas se encuentra ‘Cosas que diría con solo mirarla’ (1999), un largometraje en el que estuvo al frente de un elenco de talentosas actrices como Glenn Close, Calista Flockhart y Cameron Diaz. También dirigió la aclamada película ‘Mother and Child’ (2009), protagonizada por Annette Bening, Naomi Watts y Kerry Washington, que exploraba las relaciones maternales y el impacto duradero de las decisiones pasadas.
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Además de su trabajo en el cine, García Barcha ha dirigido episodios para reconocidas series de televisión como ‘Six Feet Under’ y ‘In Treatment’. Su habilidad para capturar la complejidad emocional de los personajes se destaca tanto en la pantalla grande como en la pequeña.
A lo largo de su carrera, ha recibido elogios y reconocimientos por su trabajo, incluyendo nominaciones a premios como el Globo de Oro y el Independent Spirit Award.
Uno de los proyectos en los que ha trabajado en el último tiempo, no como director, sino como supervisor, tiene que ver con la adaptación de la gran obra de su padre, Cien años de soledad, que Netflix presentará a modo de serie próximamente. Si bien García Barcha dijo en alguna ocasión que él personalmente nunca adaptaría ninguno de los libros de su padre, ha decidido acompañar este proceso.
La serie, así como el libro inédito de García Márquez, En agosto nos vemos, en cuyo proceso de edición también ha participado, además de los dos años que cumplió su libro Gabo y Mercedes: una despedida, formaron parte de una conversación que García Barcha sostuvo con Infobae Leamos, desde Nueva York, a propósito de su participación en la undécima edición del Festival Gabo.
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— Rodrigo, una de las noticias en torno a García Márquez que más ha hecho ruido en los últimos años es la de la adaptación de Cien años de soledad al formato de serie. Se sabe de su participación en el proyecto. ¿Cómo ha sido eso?
— He dado un espacio para que la gente de Netflix haga lo suyo. Yo leí varios de los primeros episodios y lo cierto es que están muy bien adaptados. He estado informado, sé que va muy bien, pero lo cierto es que no estoy allí encima a diario. Lo que me interesa es que ellos interpreten el libro. Yo soy solo un apoyo.
— ¿En qué fase de la producción van? ¿Cuándo podríamos ver algo?
— Yo creo que estarán a un mes de empezar a filmar y es posible que veamos la serie en 2024, pero todo depende de las estrategias de Netflix. No solo es cuestión de filmar, editar, postproducir y terminar, sino que tienen que ocuparse de las salidas en simultáneo en todos los países de interés, lo que implica subtitular y doblar para diferentes idiomas, etcétera. De manera que, quizá podríamos ver algo para finales del año entrante, pero realmente son muchas cosas las que entran en juego, y eso va muy por encima de los deseos de los cineastas y los productores.
— Otra de las noticias que ha generado ruido es, sin duda, la de la publicación del libro inédito de su padre. ¿Cómo se tomó la decisión?
— Nuestra impresión, de mi hermano y yo, es que la falta de facultades que le impidió a Gabo acabar el libro, su pérdida de memoria, su pérdida de la concentración, también le impidió darse cuenta de que el libro estaba mejor de lo que él pensaba. Yo creo que cuando él decía que no funcionaba, era también porque estaba luchando por entender el libro, pero su estado se lo impedía. Volvimos a leer el libro y nos dimos cuenta de que estaba en mejor estado del que recordábamos. Entonces, decidimos que valía la pena rescatarlo y lo que se hizo fue una edición óptima de todas las varias versiones que él tenía. En ningún momento se alteró el texto, no hay nada allí que él no haya escrito. El libro es la mejor versión de lo que él escribió.
— A casi diez años después de su muerte, ¿no les da temor pensar en lo que habría dicho Gabo si estuviera vivo?
— El temor siempre está, pero bueno, ya nos toca a nosotros. Finalmente, lo que pensamos es que el libro tenía muchos méritos y yo creo que de verdad los lectores van a apreciar el libro, porque es muy de Gabo, y eso se extraña. Él siempre nos dijo a Gonzalo y a mí que cuando ya no estuviera más, nosotros podíamos disponer de su obra como quisiéramos. De manera que, le tomamos la palabra.
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— En su libro Gabo y Mercedes: una despedida, toca muchas cosas sobre lo que fue la vida con sus padres, pero quisiera ahondar en algo que usted menciona. Esa vida con él, por lo que era como figura pública, ¿fue difícil para ustedes?
— Con él, nosotros pudimos vivir una vida bastante privada, con todo y lo que su figura representaba. Distinto sería si nos hubiese tocado esta época. Hoy en día, siendo hijo de famoso, no tienes tu propio espacio. En ese entonces, la privacidad todavía era posible. Además, crecimos en ciudades como Barcelona y Ciudad de México, que eran, en su momento, sitios cosmopolitas, sin duda, pero que te ofrecían esa tranquilidad que otras grandes capitales del mundo no te dan.
— ¿Qué es lo que más se extraña?
— Lo extraño a él, sin más. No es que me haga falta García Márquez en el mundo, me hace falta mi papá. Una vez que pierde uno a sus padres pasan ellos a ser presencias distintas, pero igual de importantes.
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