En medio de nuevas tendencias literarias, publicaciones y voces, volver a los clásicos es una forma de evocar a los maestros y las historias que siguen inspirando no solo los nuevos escritos, sino también la vida de quienes se han dado la oportunidad de leerlos. Para algunos el abordaje de las historias que han superado la prueba de los años puede ser intimidante, por lo cual recomendamos estos relatos cortos que permitirán dar ese primer paso de una manera más confortable y tranquila.
En celebración de los clásicos, las obras atemporales que han resistido a todo, exploramos tres libros cortos que se convierten en la mejor cita para sumergirse en estas experiencias inolvidables: El baile de Irene Nemirovsky, Apuesta al amanecer de Arthur Schnitzler y La sonata a Kreutzer de Lev Nikolaievich Tolstoi.
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“El baile” de Irene Nemirovsky
“La señora Kampf entró en la sala de estudios y cerró la puerta con tal brusquedad que la araña de cristal tintineó con un leve y puro sonido de cascabel, todos sus colgantes agitados por la corriente de aire. Pero Antoinette no dejó de leer, tan encorvada sobre el pupitre que sus cabellos tocaban las páginas”.
(Tomado de El baile)
Irene Nemirovsky se ha consagrado como una de las más importantes escritoras del siglo XX. Su libro El baile fue conocido en el año 1930 y narra el tránsito de una adolescente a la vida adulta, un proceso complejo que su autora supo retratar tratando de abarcar todas las dimensiones que implica. Su éxito fue tan importante que la historia fue adaptada al cine.
El afán de ser aceptada en la alta sociedad francesa, la presión social, la reafirmación de la identidad y su propia búsqueda interna, se darán una cita con la venganza de una adolescente en medio de un escenario donde el poder brilla.
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“Apuesta al amanecer” de Arthur Schnitzler
—¡Mi teniente! ¡Mi teniente! ¡Mi teniente!
El joven oficial no se movió hasta que le llamaron por tercera vez. Se incorporó, giró la cabeza hacia la puerta y, todavía somnoliento, gruñó entre los almohadones:
—¿Qué ocurre?
Luego, más despierto, cuando vio que tan solo era su asistente, que se asomaba por la rendija de la puerta envuelta en penumbra, gritó:
—¡Por todos los diablos! ¿Qué sucede tan pronto?
—Abajo, en el patio, hay un señor que quiere hablar con el teniente.
(Tomado del Apuesta al amanecer)
El dramaturgo y narrador austriaco, Arthur Schnitzler, admirado por Sigmund Freud, publicó esta novela corta en el año 1926, buscando retratar en sus obras el honor militar desde las guerras. Allí se narra un acontecimiento decisivo en la vida de un joven oficial que resulta envuelto en una enredada historia por ayudar a un colega.
En esta obra los lectores navegarán por las dudas del ser humano, el azar, la búsqueda de la fortuna, las pulsiones sexuales y el rodaje de una serie de acontecimientos con un final fatídico.
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“La sonata a Kreutzer” de Lev Nikolaievich Tolstoi
“Era el comienzo de la primavera. Llevábamos dos días de viaje. A cada parada del tren bajaban y subían viajeros de nuestro coche; pero quedaban siempre tres personas que, como yo, habían subido al coche en el punto de la partida del tren: una señora, ni joven ni guapa, cara consumida, con gorra en la cabeza, un paletó medio de hombre, y fumando cigarrillos; su acompañante, de unos cuarenta años, portador de un equipaje flamante (...) finalmente, otro caballero que se mantenía a distancia…”
(Tomado de La sonata a Kreutzer)
Para cerrar con obras cortas en las que se citan, también, autores clásicos, presentamos La sonata a Kreutzer. Publicado en 1889, este libro fue censurado por las autoridades rusas dado su contenido, el cual constituye una especie de reclamo sobre el ideal de la abstinencia sexual y un tratado sobre los celos.
La crisis ética que atravesaba esta época supuso la oscuridad para este libro, pues el protagonista, Pózdnyshev, cuenta a un compañero de viaje cuáles fueron las razones que lo llevaron a matar a su esposa. El relato cuestiona la hipocresía de los valores burgueses, la violencia de las relaciones humanas y un mundo en el que las apariencias se superponen a todo.
Acercarse a los autores y las historias clásicas permite conectar con las raíces del propio origen, amplía la comprensión del mundo y conecta con historias universales que no pasan de moda.
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