La escritura suele estar asociada a la juventud, período máximo de energía creativa, éxtasis de la emoción y la imaginación, de allí que sean muchas las historias de escritores que comenzaron su obra a edades tempranas, casi siempre influenciados por su contexto familiar y/o social. Sin embargo, también hay ejemplos, no tantos, es cierto, de autores que florecieron durante la vejez.
Es el caso de Laura Ingalls Wilder, Alberto Méndez, Anna Sewell y José Saramago, entre muchos otros, que empezaron a escribir “tarde”, o bien, publicaron en la adultez mayor, convirtiéndose en muestra de que el arte de contar historias no conoce límites de edad.
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Laura Ingalls Wilder
Nació en febrero de 1867 en Estados Unidos y no fue sino hasta cumplir los 65 años, en la década de 1930, que tuvo la idea de escribir su emocionante vida. Así lo hizo y tituló el resultado como La pequeña casa de la pradera, una serie de novelas en las que retrató sus experiencias y anécdotas.
“La pequeña casa de la pradera”
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La recepción fue rotundamente positiva e impactó de manera particular a los niños norteamericanos, en especial cuando en 1973 se adaptó la obra a una serie de televisión que contó con nueve temporadas, conocida en gran parte del mundo hispano como La familia Ingalls. Hay quienes piensan que una vida con una escolarización esporádica, la pérdida de un hijo, la inmovilidad inferior del cuerpo de su esposo, el incendio de su casa y otros eventos infortunados configuraron el dolor que más tarde se expresaría en el mundo de las letras.
Frank McCourt
Frank McCourt nació en 1930 en Nueva York, el lugar que muchos años más tarde vería florecer de sus manos una obra que le dio un merecido reconocimiento titulada Las cenizas de Ángela, publicada en 1996. Ejerció durante muchos años como profesor antes de que su nombre fuera reconocido comoescritor.
“Las cenizas de Ángela”
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Para hacer de esta novela una realidad, McCourt tuvo que esperar hasta jubilarse, para tener el tiempo suficiente y dedicarse a escribir la historia que guardaba desde hacía mucho tiempo. Esta novela recopila la historia de su vida y su familia en Irlanda. Allí el dolor, la pérdida y las difíciles condiciones que tuvo que enfrentar fueron algunos de los principales enganches que lo hicieron merecedor del Premio Pulitzer y la venta de más de 20 millones de ejemplares.
Anna Sewell
Sewell nació el 30 de marzo de 1820 y solo le bastó una novela para convertirse en una reconocida autora británica gracias a su libro Azabache (Black Beauty, considerado uno de los principales textos infantiles y que ha registrado los mayores números en ventas en distintas lenguas.
“Black Beauty”
El libro fue publicado en 1877, cuando Sewell tenía 57 años y estaba a punto de fallecer, además, fue transcrito por su madre. Allí es el protagonista quien narra la historia para el lector, se trata de un caballo llamado ‘Azabache’, quien a lo largo de las páginas da cuenta de su experiencia, y si bien no estaba pensado para niños, sino para hombres que trabajaban con caballos, el objetivo era transmitir la empatía, amabilidad y el cuidado hacia estos animales.
José Saramago
A Saramago lo han descrito como un escritor tan tardío como polémico. Nació en Portugal en noviembre de 1922, pero empezó su carrera como escritor hasta el año 1947, cuando dio a conocer su libro Tierra de pecado, aunque no con mucho éxito. Por esta razón se alejó de la literatura por cerca de 20 años y la retoma con la publicación de Levantado del suelo.
“Levantado del suelo”
Cuando este libro vio la luz, Saramago ya tenía 58 años y en este momento la recepción de sus letras fue muy distinta, pues empezó a ganar un reconocimiento. Así empezó a escribir otras obras que dieron cuenta de su contexto y crecimiento en el seno de una familia campesina para la que la dificultad era el pan de cada día.
La vejez puede brindar una perspectiva única sobre el mundo, sumado a la experiencia en la que se albergan los fracasos, las victorias, las reflexiones, los sueños y las resignaciones. De ahí que estas obras hayan podido ver la luz y conectar con el público de una manera tan auténtica y profunda.
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