Antes de nacer, el camino de Rufino Blanco Fombona ya apuntaba a la política sería parte de un árbol genealógico del que se desprendían políticos y militares, entre ellos su abuelo, Rufino Blanco Rada, fundador del Partido Liberal de Venezuela; más cerca, su padre, Rufino Blanco Toro, hacendado liberal descendientes de Pedro Blanco, conquistador español. Sin embargo, Blanco Fombona decidió transitar por el mundo de las letras antes de consolidar su carrera política, aunque sus poemas dieron cuenta de su pensamiento crítico.
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Al final la historia de Rufino Blanco Fombona tiene entretejidos compromisos políticos, pero también literarios y poéticos. Su vida inició en junio de 1874 en la ciudad de Caracas, Venezuela, en el seno de una familia ilustre que incluía juristas, diplomáticos, escritores y figuras con un papel fundamental durante la guerra de independencia.
Era inevitable que Blanco Fombona tuviera contacto con los libros desde edad temprana, cuando comenzó a sumergirse en las palabras de los grandes maestros de la literatura universal, mucho antes de comenzar su carrera en Derecho y Filosofía en la Universidad Central de Venezuela.
Sin embargo, sucumbió al llamado de la vida militar y a los 18 años ingresó en la Academia Militar, lo cual lo llevó a participar en la llamada Revolución Legalista, una guerra civil que tuvo lugar en Venezuela en 1892; poco tiempo después fue nombrado cónsul en Filadelfia, donde pudo reencontrarse con su amor por las letras.
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La escritura a la par de un espíritu rebelde
La poesía se convirtió en su principal medio de expresión y tan pronto regresó a territorio venezolano empezó a publicar en revistas como El cojo ilustrado y Cosmópola. Años más tarde es enviado a Holanda, a la embajada de Venezuela, y es a partir de su participación diplomática y su descubrimiento literario que empieza a expresar su visión política.
En 1898 fue enviado a la cárcel por haberse batido en duelo con uno de los ayudantes de la República, al parecer, por sus ideas contrarias en política. Una vez en libertad se marcha a Nueva York, donde enseñó español y ejerció como cónsul.
La posibilidad de visitar muchos lugares generó que estuviera expuesto a diferentes influencias y círculos literarios, pasó por todo tipo de etapas, del romanticismo hasta el modernismo, movimiento que lo acogió en gran parte, lo que le permitió enriquecer su estilo y construir una voz única y audaz.
“El hombre de oro”
“El hombre de oro” es una de las obras más destacadas de Blanco Fombona. En esta novela, publicada en el año 1930 y la cual es considerada como la obra cumbre de lo que fue el modernismo venezolano, explora una gran variedad de situaciones relacionadas con la corrupción, las luchas internas del alma, las contradicciones sociales, la pérdida de los valores morales y la ambición sin límites.
De su autoría son también otros textos como “El conquistador español del siglo XVI”, “De cuerpo entero”, “Judas Capitolino”, “Diario de mi vida”, “El hombre de hierro”, “Bolívar y la guerra a muerte” y “La lámpara de Aladino”, una colección de artículos.
Otra de sus obras más importantes es “Cancionero del amor infeliz”, el libro que escribió como homenaje a su esposa luego de que ella se suicidara tras haberse enterado de su infidelidad.
La escritura de Blanco Fombona creció a la par de otras actividades, entre ellas, la edición, como encargado de la Editorial América durante veinte años. Allí se destacó por la edición de la obra de Simón Bolívar, incluyendo la recopilación e impresión de estudios de Bolívar sobre José Martí y José Enrique Rodó, entre otros.
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Sobre su lucha activa por la justicia
El pensamiento crítico con el que creció se fue agudizando con el paso del tiempo. De hecho, su espíritu rebelde lo llevó a participar de forma activa en movimientos políticos y sociales de su época, especialmente en defensa de la libertad y la justicia. También se sabe que fue fiel creyente de la igualdad de género y, además, abogó por la educación y la emancipación femenina en su país.
A lo largo de su carrera recibió numerosos premios literarios y reconocimientos, como el Premio Nacional de Literatura de Venezuela en 1943. Su legado perdura hasta nuestros días y su influencia se ha extendido más allá de las líneas geográficas de su país, pues son temas que se siguen escribiendo en la actualidad.
Durante sus últimos años, Blanco Fombona ingresó en la Academia Nacional de la Historia, nombrado presidente del estado de Miranda hasta 1937 y ministro plenipotenciario de Venezuela en Uruguay. Al terminar estas responsabilidades decide dedicarse a investigaciones históricas y la escritura de su libro “Diario”, un texto con cerca de un millar de páginas dividido en tres partes: “Diario de mi vida”, “La novela de dos años”, “Camino de perfección” y “Dos años y medio de inquietud”, este último texto nunca vio la luz, pues los originales fueron robados. Su último libro fue “Mazorcas de oro”, una recopilación de poemas de diferentes épocas.
Una dolencia cardíaca que lo aquejaba durante los últimos días de su vida terminó provocando un ataque a su corazón y su muerte durante un vuelo a Buenos Aires el 16 de octubre de 1944.
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