“No puedo empezar a escribir si no estoy adentro de lo que cuento”, Osvaldo Dragún, el argentino que promovió el teatro social

El Teatro Abierto como herramienta en contra de la dictadura militar y las violencias en Latinoamérica fue una de sus principales motivaciones para buscar transformar la sociedad a partir de este arte

Guardar

Nuevo

Osvaldo Dragún (Infobae)
Osvaldo Dragún (Infobae)

Desde el primer momento, Osvaldo Dragún se vinculó al teatro independiente, un espacio caracterizado por estar comprometido con la realidad que vivía Latinoamérica. No podía ser de otra manera, para el dramaturgo estar inmerso dentro del contexto que quería relatar era una necesidad.

Sería ésta una de las razones por las que tuvo que sufrir el exilio, perseguido por distintas dictaduras militares que emergieron en Argentina entre los años 1955 y 1981, pero ninguna de ellas logró borrar el legado teatral y social de Dragún, en el que queda evidente su preocupación intelectual y sus críticas q la sociedad.

Le puede interesar: Delmira Agustini, la poeta asesinada a manos de su esposo que convirtió el erotismo y los sentidos en poemas

Desde temprana edad, Dragún mostró un interés apasionado por la escritura y el teatro. Inició sus estudios en Letras en la Universidad de Buenos Aires y comenzó a trabajar en el teatro como guionista. Fue en la década de 1950 cuando salió al ojo público tras la puesta en escena de una serie de obras que abordaban temas políticos y sociales, todos ellos de gran relevancia en América Latina.

Una de las obras más destacadas se tituló “El hombre que se convirtió en perro” (1958), una pieza teatral brechtiana (inspirado en lecturas del dramaturgo Bertolt Brecht) que abordó la alienación del individuo en una sociedad deshumanizada. A través de la historia de un hombre desesperado que se ve obligado a convertirse en perro para sobrevivir, Dragún critica la opresión y la falta de humanidad en el sistema social.

—Y yo, ¿qué les puedo decir? No sé si soy hombre o perro. Y creo que ni siquiera ustedes podrán decírmelo al final. Porque todo empezó de la manera más corriente. Fui a una fábrica a buscar trabajo. Hacía tres meses que no conseguía nada y fui a buscar trabajo.

—¿No leyó el letrero? «NO HAY VACANTES»”.

Las obras de Dragún no solo tuvieron trayectoria nacional, pronto también se representaron en numerosos países, despertando conciencia y generando debates sobre los derechos laborales y la dignidad humana. Un alto que fue fundamental para la sociedad de la época y sin duda, para el alcance de la esencia de este tipo de teatro.

Le puede interesar: Apasionada, intrépida y valiente, así creció en el mundo literario Pita Amor, una de las escritoras más polémicas de su época

Dragún fuera del escenario: el teórico y gestor

La contribución de Dragún no se limitó solo a sus propias obras, también fue un ferviente defensor del teatro independiente, incluso dirigió la Escuela de Teatro de Latinoamérica y el Caribe, y el Teatro Nacional de Cervantes de Buenos Aires. A través de este grupo quiso impulsar un arte dramático distinto, en el que estuvo impreso el compromiso social y buscó usar el arte como herramienta para el cambio y la reflexión.

A su legado también se une su trabajo como investigador, gestor y teórico teatral. Escribió numerosos ensayos y libros donde reflexionó en torno al valor y la importancia del teatro como medio de expresión y como fuerza clave para la transformación de la sociedad.

“El teatro demuestra que nada es estable, que todo es ambiguo, que nada es signo, que es una mezcla de signos (...) El teatro pone al ser humano en su verdadero lugar, como un habitante más de un universo muy amplio. Yo creo mucho que el teatro puede jugar esos roles, pero especialmente a través de la sensibilidad de la gente, de la sensibilidad dormida de la gente. Despertarla, pellizcarla, incentivarla, trabajar sobre una imaginación que se ha perdido. Creo que hemos vivido en un mundo que ha combatido la imaginación como el enemigo público número uno”, comentó en una entrevista.

Le puede interesar: La escritora peruana que se enfrentó a la negación y le dio un lugar a las mujeres en el mundo del periodismo

Sus obras siguen siendo influencia para las nuevas generaciones de dramaturgos que buscan, como él, el cambio social. Haber abordado temas universales como los derechos humanos lo convirtieron en un referente fundamental en la historia del arte argentino y también latinoamericano, incluso después de su despedida, el 13 de septiembre de 1999.

Algunas de sus obras son: “La peste viene de Melos”, “Historias para ser contadas”, “Túpac Amaru”, “Milagro en el mercado viejo”, “Heroica de Buenos Aires”, “El Jardín del infierno” y “La balada del pobre”.

Seguir leyendo:

Guardar

Nuevo