Sociedades ficticias, desastres ambientales, poderes totalitarios, deshumanización, guerras y posguerras son algunos de los elementos que construyen los escenarios de los mundos distópicos. Bajo esas u otras circunstancias similares se crean los universos indeseables donde la pesadilla y todo tipo de rasgos negativos tienen lugar. Muestra de ello son obras que a lo largo de la historia han defendido su lugar como libros distópicos imprescindibles.
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“El cuento de la criada” (1985)
Escrita por la canadiense Margaret Atwood, la novela “El cuento de la criada” logró impactar al público por la manera cruda en la que puso sobre la mesa la discriminación y la exclusión hacia las mujeres. Está ambientada en la República de Gilead y proyectada en el año 2195, de manera que además de la distopía, también yacen allí rasgos futuristas y de la ciencia ficción.
Defred, el personaje de la historia, narra su vida en tiempo presente, aunque viajando al pasado de vez en cuando. En el curso de la lectura describirá la situación que padecen las mujeres de ese momento, encerradas en la ocupación de ‘criadas’ por decisión del nuevo régimen de opresión que las segrega dentro de su misma sociedad.
A menudo llamadas ‘tías’, visten de rojo y cumplen con la misión a las que las han sometido: traer al mundo los hijos de los comandantes. Esto, mientras que las esposas, distinguidas por vestir de color azul, ocupan su papel en la tranquilidad de la vida aristócrata, aunque en realidad todas las mujeres están relegadas, incluyendo las “no mujeres”.
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“Ensayo sobre la ceguera” (1995)
Este recorrido continúa con otra de las obras clásicas de la distopía que pone al lector frente a lo más primitivo de la especie humana. En esta obra, escrita por José Saramago, se encuentra una crítica hacia una sociedad “podrida” cuya trama es dirigida por seis personajes anónimos bajo el mando de una mujer.
Todo ocurre en medio de una pandemia que se empieza a extender por todo el mundo y que está generando una ceguera blanca. Poco a poco todos los habitantes del planeta empiezan a padecerla, pero la heroína parece poder librarse de ella, aunque sin saberse porqué, ya que en principio la causa de la ceguera es incierta.
Entre la cuarentena a la que están sometidos los ciudadanos y el desorden social a causa del pánico generalizado, sobrevivir será la mayor de las travesías, especialmente cuando queda a la vista la parte más oscura del ser humano.
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“Un mundo feliz” (1932)
En esta corta selección no podía faltar un clásico de la literatura distópica, considerado a la vez uno de los 100 libros más influyentes del siglo XX. Fue escrito por Aldous Huxley, quien registró las condiciones de una sociedad puesta en jaque que a la vez resulta tan escalofriantemente certera, a pesar de estar proyectada para algunos siglos después del nuestro.
Bernard y Lenina conducen esta historia, ambos trabajadores de un Centro de Incubación y Condicionamiento. En este mundo, Bernard lidia con una gran cantidad de inseguridades que se albergan en su interior, mientras que Lenina parece carecer de ello y lleva una vida feliz y libre.
En sus páginas, Huxley anticipó lo que la era tecnológica supondría para el desarrollo de las sociedades y en ello, del mismo ser humano, donde es precisamente este aspecto del que prescinden los nuevos seres. Los valores humanos se han olvidado y en su contra triunfa la comodidad y el consumo.
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