Una de las novedades más interesantes del mercado editorial argentino en el mes de junio corre por cuenta del sello Eterna Cadencia, que acaba de anunciar la salida de “Mandarino”, el último trabajo de ficción del escritor y docente Ezequiel Pérez.
La obra se sitúa en el río Paraná en una época de cronistas y cartógrafos cuando, ante la hambruna y la escasez de la pesca, todo un pueblo decide lanzarse a la búsqueda del mítico pez dorado. Comandados por la Mansa, los habitantes recorren diferentes costas, intentando establecerse. Cuando la esperanza parece evaporarse, aparece Mandarino, el llamado cronista mayor del desamparo, el cartógrafo de una sola línea. Sus palabras son consuelo para la gente, que tras escucharlas, retoman la misión con una fuerza especial que les permite ver el futuro a pesar del frío y del desasosiego.
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En apenas 144 páginas, el autor nacido en Villa Ramallo en el año 1987, se apoya en los elementos propios de la crónica de indias para escribir una novela decididamente singular, en la que la sintaxis trastocada inventa nuevas lenguas y los personajes construyen vínculos más que sólidos alrededor de una causa común. En apariencia, por la manera en que han sido caracterizados, da la sensación de que los actantes de “Mandarino” van juntos no más porque todos andan buscando un lugar, pero lo cierto es que su interacción es mucho más elaborada. A través de ellos, los lectores conseguirán apreciar la belleza narrativa que habita en el actuar, por encima de lo espacial, lo tangencial.
Con buen tino, Ezequiel Pérez concibe una pieza de gran factura estética, confirmando lo que había hecho en su libro anterior, “Hay que llegar a las casas”, que fue finalista del Premio de Novela Futurock, en Argentina, y recibió el Premio Especial del Concurso de Letras del Fonda Nacional de las Artes.
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La novela fue publicada por el sello universitario Libros de UNAHUR de la Universidad Nacional de Hurlingham, y tenía un poco de Juan José Saer y Stephen King en sus páginas, según opinó en su momento la escritora Gabriela Cabezón Cámara.
“De melodía más bien seca, “Hay que llegar a las casas” despliega su lirismo en imágenes inspiradísimas y austeras. Es una novela hecha de detalles: los silencios largos y las conversaciones cortas de cuatro varones –tres viejos que no se fueron nunca y un joven que acaba de volver al pueblo después de años. Sus mates, sus borracheras y, otra vez, sus silencios. Y los ruidos: los de la charla amenazante del comisario, los del río a la noche, los del hermano muerto en la casa de al lado, los de los tiros que anuncian nuevas muertes, los de la memoria que recuerda otras. El ruido del misterio en un pueblo en el que nadie habla de lo que hay que hablar, o dicen poco”, escribe la autora de “Las aventuras de la China Iron”.
Confeso apasionado del buen uso del lenguaje literario, Ezequiel Pérez, también profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de UBA, y especialista en literatura de la época colonial, ha dicho antes que al escribir le interesa esa forma de transitar del lenguaje cuando comienza a adelgazarse, como si fuera no más que una línea delgada que va uniendo personajes, acciones y escenarios, transitando el borde de lo no dicho. “Lo que queda después de eso es el gesto. El problema con la literatura, es que no está el tipo atrás haciéndote el gesto, entonces lo tenés que construir”, comentó en una entrevista.
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Lo de “Mandarino” es un acierto, y los lectores podrán comprobarlo. La novela está disponible la web de Eterna Cadencia, en la librería y en los otros comercios a los que llega su distribución.
Sobre el autor: Ezequiel Pérez
- Nació en Villa Ramallo en el año 1987.
- Es docente en la Facultad de Filosofía y Letras de UBA. Especializado en literatura de la época colonial.
- Fue becario del CONICET e integra diversos equipos de investigación con proyectos del Instituto de Literatura Argentina Ricardo Rojas.
- Ha publicado tres libros: “Una Antigua Casa Encantada”, “Hay que llegar a las casas” y “Mandarino”.
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