“Desconfío de los premios de los colonialistas”: Bora Chung, la escritora surcoreana que desafía la estética feminista en su país

La finalista del Booker Prize 2022 conversó con Leamos acerca de la primera traducción al español que se hace de su obra y sus visiones acerca del oficio.

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La escritora surcoreana Bora Chung. (Ph. Santiago Díaz Benavides).
La escritora surcoreana Bora Chung. (Ph. Santiago Díaz Benavides).

Bora Chung es, hoy por hoy, una de las voces más destacadas de la literatura coreana contemporánea. En 2022 fue una de las finalistas del prestigioso Booker Prize, lo que le permitió ser reconocida internacionalmente.

Hasta entonces, ninguna de sus obras había sido traducida al español. Un año después, la editorial Vestigio ha publicado una selección de varios textos suyos bajo el título “Semilla”.

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El libro fue una de las novedades que hizo parte de la edición 35 de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, y ha servido de antesala para la traducción que se prepara de su novela ‘Cursed Bunny’, a cargo de la editorial española Alpha Decay.

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“Semilla” es la puerta de entrada a la obra de esta escritora que transforma el género fantástico a través de un foco weird feminista, un estilo que la ha establecido como una de las voces más importantes de su generación.

En esta colección, Chung dirige una mirada crítica a las formas del amor entre diversos seres y señala la incomunicación de la humanidad para deconstruir la manera en la que operan nuestros vínculos.

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Los cuentos de Semilla” están marcados por la narración de viajes espaciales que se convierten en exploraciones al interior del lenguaje, árboles que son ramificaciones de nuestra insensatez, recuerdos que se confunden con los deseos y matrimonios que develan la extrañeza del otro.

“Bora Chung reinventa los discursos hegemónicos que aprisionan nuestros afectos. En Semilla, la narrativa transparente e intensamente encarnada nos revela que el camino de la libertad está en el origen: en reclamarnos protagonistas de los relatos que alguna vez oscurecieron nuestra mirada más compasiva”, dijo Karen Andrea Reyes, autora de Zen’nō.

Al respecto, la escritora surcoreana conversó con Leamos acerca de la primera traducción al español que se hace de su obra y sus visiones acerca del oficio.

— Hábleme un poco sobre el motor de estas historias. ¿De dónde le ha venido la imaginación para escribir esto? Porque, la verdad, no a cualquiera se le habrían ocurrido.

— Todas corresponden a momentos distintos porque, en realidad, este libro es una compilación de historias que han aparecido en otros libros. Mi editor en Colombia, Rodrigo Bastidas, se encargó de darles lo que yo llamo “un orden mercenario”.

Estas historias hablan sobre zombies en el espacio, caballeros y dragones, hadas, personas que se convierten en árboles y princesas que se salvan a sí mismas. Yo, la verdad, espero que a la gente les parezcan interesantes. No sé cómo, pero las escribí y aquí están.

— ¿Y en qué momento surge esa necesidad de escribir?

— En mi casa siempre hubo libros. Mis padres trabajaban como odontólogos, por lo que había mucha literatura científica, pero también otros cientos sobre muchos otros temas. Había que escoger entre cuentos de hadas, historias de terror, las policiacas de Agatha Christie, en fin. Eso me permitió crecer leyendo y esa es la razón por la que amo profundamente los libros.

Ahora bien, yo nunca me levanté un día queriendo ser escritora. No lo decidí, siquiera. En realidad, había un concurso que premiaba al ganador con mil dólares y yo estaba necesitando el dinero. Sabía que era buena en esto, así que envié algo y terminé quedándome con el premio.

— Su propuesta estética se aleja mucho del panorama actual de la literatura coreana. ¿Cuáles son las inquietudes que atraviesan su obra?

—Mi editor inglés me dijo alguna vez que la literatura coreana, por lo general, habla de hombres encerrados en sus departamentos, completamente solos y tristes. Eso es muy aburrido en verdad, y yo no quería escribir algo así. Tomé la decisión, entonces, de narrar cosas que me parecieran inquietantes, mucho más exquisitas.

Al inicio nadie conocía mi nombre. Fue en 2021, cuando sucedió lo del Booker Prize, y hasta entonces solo tenía que escribir para mí misma. Hacía lo que quería sin preocuparme por otras cosas.

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— ¿El premio cambió en algo su visión?

— Yo ya era una mujer que escribía antes de ese premio. Era buena, en medio de todo, y no hacía falta que lo respaldara un galardón. En realidad, desconfío de los premios de los colonialistas.

Debo decir, sin embargo, que esto le ha permitido a mis editores invitarme a sus países e intentar llevar mis libros a sitios en los que no estaban antes. También se venden más. De alguna forma, la etiqueta funciona como gancho de venta y cada vez hay más personas que entienden hacia dónde va mi literatura.

— Y en ese camino, ¿cuáles han sido sus referentes?

— Han venido de distintos lugares. El primer cuento en este libro, por ejemplo, lo escribí después de que vi una película sobre un matrimonio que se van de vacaciones y, de repente, la mujer es abducida por extraterrestres. Lentamente, ella se va convirtiendo en un alien, y se supone que es una película de terror, pero en realidad no daba nada de miedo. Decidí, entonces, que podía hacer algo mejor que eso, con una historia similar y buscando un terror real.

Supongo que mis referentes, en este orden de ideas, vienen de cualquier cosa que esté leyendo, viendo o haciendo en un momento específico. Llevo escribiendo seriamente desde 2008 y en ese camino mucho ha pasado.

Sé que debería tener una respuesta más elaborada al respecto, pero es que hace unos años nadie me conocía, ahora debo responder a un montón de preguntas que la gente me hace y yo tengo ni idea de qué decir.

— No se preocupe. Alguna vez alguien me dijo que los escritores no deberían hablar sobre lo que escriben, sino que los libros mismos deberían hacerlo.

— No debí haber renunciado a dar clases, entonces. Creo que ya es tarde para volver atrás.

— Ojalá no se arrepienta. Usted realmente es una buena escritora, y a mí me interesa saber realmente qué significa esto para Bora Chung, más allá de que sus libros se vendan o no.

— Siempre me ha gustado pensar en qué pasaría sí... Me hago esa pregunta. Qué pasaría si la taza sobre la mesa empezara a flotar. Esa idea de la imaginación, totalmente contraria al realismo, es lo que me llama la atención. Siempre estoy imaginando cosas, escribiendo y leyendo, lo que me ha permitido explicarme a mí misma este mundo y que el mundo se me explique también.

— Y este mundo suyo también es feminista. ¿Le interesa ser reconocida como una escritora que se sostiene en las ideologías del feminismo?

— Gracias al feminismo aprendía a leer y a escribir. Si no fuera por el feminismo, no estaría respondiendo entrevistas sino, probablemente, casada y a cargo de 13 hijos, lo cual no está mal, pero el feminismo te permite ver más allá y educarte. Soy feminista solamente porque mi madre, mis tías, mi abuela, fueron feministas y me permitieron estar hoy en donde estoy. Asumo también ese compromiso con las generaciones que llegarán después de mí. Soy, de alguna manera, para que sean.

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