“A quien me grita, le pego, y a quien me pega, lo mato”: Salvador Díaz Mirón, el poeta mexicano que vivió entre versos y pleitos

Uno de los precursores del Modernismo en Latinoamérica fue también un político controvertido. Parte de su vida quedó registrada en el único libro que autorizó, titulado “Lascas”.

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Salvador Díaz Mirón (Academia Mexicana de la Lengua)
Salvador Díaz Mirón (Academia Mexicana de la Lengua)

Bautizado como Salvador Antonio Edmundo Espiridión y Francisco de Paula Díaz Ibáñez, más tarde conocido como Salvador Díaz Mirón, nació el 14 de diciembre del año 1853 en Veracruz, México, estado que también lo vería partir el 12 de junio de 1928.

Fue un hombre de muchas facetas, pero sin duda una de las que lo hizo un personaje destacado fue su carrera como poeta y ensayista, siendo además uno de los precursores de lo que se conoció como el Modernismo, un movimiento que renovó la forma de la escritura con tintes rebeldes y creativos.

Díaz Mirón también estuvo involucrado en otras actividades que reforzarán su reconocimiento, dado que se desempeñó también como político, profesor y periodista.

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La poesía inicial de Díaz Mirón

Díaz Mirón nació en una familia culta. Su padre era un político y periodista que influyó de forma importante en su formación y le permitió acercarse a las letras desde una edad temprana.

De carácter fuerte, Díaz Mirón inició sus estudios y llegó al seminario, lugar en el que estuvo más de un año. Luego, a la edad de 14 años, empezó su camino como periodista, pero, tras forjar amistades mal vistas a los ojos de su padre, fue enviado a Estados Unidos en 1872. A su regreso, el joven ya hablaba inglés y francés y tenía nociones de griego y latín.

Por esa época empezó a interesarse en la poesía y continuó escribiendo como colaborador en varios periódicos. Junto a otros escritores de la época como Amado Nervo, Juan de Dios Peza, Manuel José Othón, Manuel Gutiérrez Nájera y Luis Urbina, ayudó a sentar las bases del Modernismo literario, con el cual cultivaron nuevas formas de la poesía que tendrían eco en la literatura latinoamericana.

Su producción poética ha sido dividida por los estudiosos en tres partes: la primera, hasta 1876, donde se dieron a conocer sus primeros poemas; la segunda, desde 1892, donde se encuentran poemas reunidos en la única edición que autorizó de su libro Lascas, y la tercera, a partir de 1902 hasta su muerte, donde la tendencia renovadora brilla en comparación con la escritura inicial ligada a lo clásico.

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Un carácter irascible y los duelos en medio de la política

La popularidad que ganó Díaz Mirón fue clave para que en 1878 fuera electo diputado. No obstante, su desempeño como tal fue interrumpido a raíz de conflictos personales, muchos de ellos atribuidos a su personalidad dura y de buscapleitos, razón por la que fue destituido del puesto momentáneamente.

A esto se suma que Díaz Mirón era aficionado a actividades polémicas como la cacería y un admirador de los duelos, los cuales buscaban exaltar el honor de los involucrados. A la edad de 25 años sufrió una herida en la clavícula que le inmovilizó el brazo izquierdo producto de una balacera en medio de un duelo.

Uno de los enfrentamientos más recordados tuvo lugar contra Manuel María Migoni, en el cual salvó la vida debido a que la bala que fue dirigida a su corazón se desvió por una cartera. Más tarde retó a duelo al general Luis Mier y Terán, gobernador, acusado de una matanza en el puerto de Veracruz.

Hacia el año 1892 fue encarcelado durante cinco años por haber acabado con la vida de un joven llamado Federico Wólter, a quien acusó de haberlo insultado y golpeado con un bastón. Fue entocuando surgió una de sus frases más conocidas: “A quien me grita le pego, y a quien me pega lo mato”. Incluso, el suceso con Wólter fue registrado por Díaz Mirón en “Lascas”.

Lascas (Portal México Desconocido)
Lascas (Portal México Desconocido)

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Más tarde, fue encarcelado nuevamente por haber atentado contra la vida de otro diputado llamado Juan Chapital, un hombre que según Díaz Mirón, presumía de haberlo mandado a callar. Como estos, son numerosos los conflictos que tuvo el poeta y que generaban el resquemor de su esposa, a quien dedicó uno de sus poemas más célebres titulado A Gloria.

No intentes convencerme de torpeza

con los delirios de tu mente loca:

mi razón es al par luz y firmeza,

firmeza y luz como el cristal de roca.

Semejante al nocturno peregrino,

mi esperanza inmortal no mira el suelo;

no viendo más que sombra en el camino,

sólo contempla el esplendor del cielo.

(Fragmento A Gloria)

Tras su liberación durante la Revolución Mexicana, debido a un nuevo enfrentamiento, viaja a Jalapa, donde pasa a ocupar la dirección del Colegio preparatorio y más tarde se convierte en el director del periódico El Imparcial. Debido a su apoyo a Victoriano Huerta tuvo que salir del país, pero con el perdón del nuevo gobierno pudo regresar y se desempeñó como profesor de Historia, sin aceptar ayuda oficial.

Algunas de sus obras y otras recopilaciones son: El Parnaso Mexicano (1886), Poesías (1895), Poesías (1900), Lascas (1901), Poemas (1918), Poesías Completas (UNAM, 1941), Antología poética (UNAM, 1953) y Prosas (1954).

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