Entre la lucha armada, una amistad clandestina y el amor de un padre: cómo es la nueva novela de Eduardo Sacheri

El escritor argentino acaba de publicar “Nosotros dos en la tormenta”, una ficción que se adentra en la historia de dos jóvenes militantes de organizaciones armadas en Argentina en 1975. La política, la violencia y la amistad en medio de un contexto atroz.

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Eduardo Sacheri en Infobae para conversar sobre su última novela, "Nosotros dos en la tormenta".
Eduardo Sacheri en Infobae para conversar sobre su última novela, "Nosotros dos en la tormenta".

El Cabezón se pregunta cuántas veces más podrán hacer lo que están haciendo: sentarse en una pizzería a tomar cerveza como si fuera el más normal de los días en el más normal de los mundos [...] El Cabezón apoya con fuerza el vaso sobre la mesa disponiéndose a retrucar, pero de pronto se desinfla. no quiere discutir con su amigo. Porque lo que siente, aunque no lo diga es que las cosas van a seguir complicándose y empeorando, y las chances de que ellos puedan escaparse, cada uno de su propio mundo, para encontrarse en una terraza de Castelar o en una pizzería de Ramos Mejía irán haciéndose más y más infrecuentes”. Este es uno de los pasajes de la nueva novela de Eduardo Sacheri, Nosotros dos en la tormenta, en la que se respiran la política, la violencia y la amistad en medio de un contexto efervescente: Argentina, 1975.

El libro tiene como protagonistas a dos amigos de toda la vida, Antonio y Ernesto. Los jóvenes, que rondan los 20 años, siempre vivieron en Castelar y ahora militan en distintas organizaciones armadas de esa época: Montoneros y el ERP. Sus Unidades Básicas de Combate son distintas. En una construcción coral de la novela, el lector salta entre los operativos, las largas esperas para cumplir el objetivo, las internas y las disputas de poder. También los pensamientos de los personajes, las dudas, el arrojo, el compromiso político, el encandilamiento por la revolución y los ideales forman parte del libro. Y la amistad: ¿cuánto tiempo se puede sostener la ficción de la normalidad entre ellos? Como si fuera posible sacarse el traje de militantes para ponerse el de amigos y alternarlos.

Hay más protagonistas en esta novela: las personas cuyas vidas se ven impactadas por las acciones de estas agrupaciones armadas. Son los secuestrados, los violentados y a los que se los señala por no “subirse al tren de la Historia” o por burgueses. Tras el debut en el terreno del ensayo con la publicación de su primer libro de divulgación histórica, Los días de la revolución, Sacheri vuelve a la ficción con su pluma característica y se adentra en la Historia argentina reciente: los años 70.

El libro, podría decirse, se construye en capas de memoria. En sus casi 500 páginas, el lector viaja a 1975 y vive todas las estaciones de ese año, comenzando por el otoño y terminando en el verano. Pero también lo hace desde las referencias y el vocabulario propios de la época. ¿Se acuerdan de Vieja Lavanda Fulton?

"Nosotros dos en la tormenta", de Eduardo Sacheri.
"Nosotros dos en la tormenta", de Eduardo Sacheri.

Ay, hijo mío. No te das una idea de las veces que —desde que tu vida es lo que es— me he acordado de esta historia, y de nosotros dos leyendo esa historia, y de tu brazo aferrando el mío, los dos en la tormenta”, recuerda el padre de Ernesto sobre la primera vez que leyeron juntos y cómo la lectura se repitió decenas de veces. En el libro, el personaje fundamental es el de este papá, que transmite desde diferentes registros cómo su vida cambió. Piensa en qué le diría a su hijo (a veces le dice que está ciego de fanatismo), de sus primeros años, del monopatín y cómo le gustaría cuidarlo. ¿Cuántas veces los padres pensamos en todo eso? Es inevitable aunque el contexto sea distinto. Y queremos que se queden y protegerlos.

Porque Nosotros dos en la tormenta también tiene que ver con los vínculos y cómo las decisiones de los hijos —en este caso, la lucha armada y la clandestinidad— atraviesan las familias, los amigos, el barrio y ese lugar tan calentito y seguro como el “hogar”. Si hay algo que queda claro en este libro es la importancia de la “historia mínima”, de eso que queda invisibilizado, ante la cuestión mayor: dar la vida por la patria y los ideales.

Esta novela, que ya se ubicó en los primeros puestos de los rankings de ventas a pocos días de su publicación, se acerca a los tan transitados 70 de un modo diferente: con apasionamientos políticos, sí, pero también con miedos, dudas y con una historia conmovedora y cercana.

Así empieza “Nosotros dos en la tormenta” (Fragmento)

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Antonio se descuelga del colectivo un poco antes de que frene del todo, como hace siempre. Alza la vista y ahí están: la Base Aérea de Morón, la garita y los dos milicos que montan guardia con los fusiles FAL en posición de descanso y que, depuro aburridos, se lo quedan mirando, aunque más no sea porque no hay otra cosa que mirar. Antonio cruza la avenida, alejándose y sintiendo los ojos de los soldados en la nuca. Zigzaguea entre los autos, porque a esa hora hay mucho tránsito y el semáforo lleva semanas descompuesto.

A quién se le ocurre, piensa Antonio una vez más, instalarla casa operativa de la Unidad Básica de Combate a doscientos metros de una base militar. Es un sinsentido. Una provocación inútil. Lo dijo en la reunión en la que se les informó la novedad. Y sus superiores lo tildaron de timorato, neurótico y apocalíptico. Ojalá se hubiese callado. Pero en fin. Es tarde para lágrimas. Aparte, una mancha más qué le hace al tigre.

A medida que camina las dos cuadras, alejándose de la avenida Pierrastegui, se apagan casi todos los sonidos. Queda algún pájaro. Algún televisor encendido. Dentro del barrio, son pocos los autos. Es tan grande la quietud, que se escucha el crujir de las hojas secas debajo de sus pies.

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Montoneros.
Montoneros.

En el instante mismo en el que golpea la puerta de chapa—dos golpes breves, una pausa, un golpe más— repara en que, otra vez, omitió asegurarse de que nadie lo estuviese siguiendo. Al final van a tener razón esas evaluaciones que le hacen últimamente. Oye cómo el Mencho se acerca a abrirle, caminando por el largo pasillo. No necesita verlo para saber que es él. El tintineo del llavero, la carraspera perpetua y el silbido lo delatan.

El Mencho acciona las dos cerraduras y el pasador, abre la puerta, lo hace pasar, cierra de nuevo. Antonio lo sigue por el largo pasillo de paredes altas que, entre las dos casas linderas, avanza hasta casi el centro de la manzana. En eso los responsables de la Unidad sí se lucieron. Es difícil acceder a la casa operativa desde la calle y, al mismo tiempo, si hace falta una evacuación de emergencia, las condiciones son excelentes: detrás de la casa hay otro patio, de medianeras bajas que permiten escapar en cualquier dirección, saltando tapias, y salir a través de las casas vecinas hacia las calles adyacentes. Al final del pasillo el Mencho golpea la puerta con el mismo código y le abren de inmediato.

Antonio saluda a los presentes y ocupa su lugar. Por el modo en que todavía se escucha algún murmullo, por la manera en que los cuerpos buscan el mejor modo de amoldarse a esas sillas incómodas, porque recién ahora Claudia saca la pava de la hornalla y apaga el fuego, Antonio concluye en que llegó justo a tiempo, antes de que comenzara la reunión. Se felicita por eso. Ganarse una reprimenda por algo tan nimio como una impuntualidad sería lamentable. Mejor, piensa con un resto de ironía, que se guarden la próxima reprimenda para algo que tenga más sentido.

—Bien, compañeros —el aspirante Santiago toma la palabra—, el orden del día indica que tenemos que hacer un balance de la experiencia electoral que el Partido Auténtico protagonizó en Misiones, y del que nuestra Unidad Básica de Combate participó con correcto desempeño. La Conducción Nacional bajó el documento que les hicimos llegar antes de ayer y que espero que hayan tenido tiempo de analizar.

Obedientes, todos sacan sus copias. El Puma Igarzábal va más allá. Con la yema de los dedos y movimientos primorosos, inhabituales en él, alisa las esquinas del papel, plancha sus posibles dobleces. El aspirante Santiago —eso Antonio lo detecta con claridad— le dedica al Puma un rápido vistazo y, a juzgar por cómo traga saliva, identifica el sarcasmo escondido en esos gestos armoniosos.

—Creo que lo que queda claro, luego de la lectura del documento de la Conducción Nacional —la voz de Santiago, que nunca es demasiado segura, tiene un registro más endeble de lo habitual—, es que la experiencia de ensayo electoral que el Partido Peronista Auténtico protagonizó en Misiones superó las expectativas de Montoneros. En todos los órdenes.

Mientras escucha lo que Santiago tiene para decirles, Antonio mira al resto de los presentes. Claudia, a la derecha del aspirante, tiene los ojos fijos en su copia. El Mencho y el propio Antonio están a la derecha. De frente a Santiago —y no es casual que elija siempre sentarse frente a él, casi como undesafío— el Puma Igarzábal sigue alisando las esquinas de la suya. Tampoco es que Santiago esté diciendo nada novedoso. El Partido se jugó una carta fuerte con eso de las elecciones para gobernador en Misiones. Llevan meses en la clandestinidad, y el gobierno de Isabel Perón los tiene entre ceja y ceja. El Brujo López Rega y la derecha sindical han salido a cazarlos como conejos. Y en medio de ese panorama adverso, la Conducción Nacional de Montoneros se lanzó a la patriada de pelearles la gobernación de Misiones.

Quién es Eduardo Sacheri

♦ Nació en Buenos Aires en 1967.

♦ Es profesor y licenciado en Historia. Ejerció la docencia universitaria durante casi veinte años y en la actualidad sigue dando clases en el nivel secundario de la provincia de Buenos Aires.

♦ Ha publicado cuentos y novelas, todos en Alfaguara: los libros de relatos Esperándolo a Tito, Te conozco, Mendizábal, Lo raro empezó después, Un viejo que se pone de pie, Los dueños del mundo y la antología La vida que pensamos; los dos volúmenes que reúnen las columnas escritas para la revista El Gráfico -Las llaves del reino y El fútbol, de la mano-, y las novelas La pregunta de sus ojos, Aráoz y la verdad, Papeles en el viento, Ser feliz era esto, La noche de la Usina (Premio Alfaguara de Novela 2016), Lo mucho que te amé y El funcionamiento general del mundo. En 2022, publicó Los días de la revolución. Una historia de Argentina cuando no era Argentina, su primer libro de divulgación histórica.

La pregunta de sus ojos fue llevada al cine por Juan José Campanella como El secreto de sus ojos, film que fue distinguido con el Oscar a mejor película extranjera (2010) y cuyo guion estuvo a cargo de Sacheri y Campanella.

♦ Su obra ha sido traducida a más de veinte idiomas. Es también guionista y colabora en diarios y revistas nacionales e internacionales.

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