Murió en 1961 pero recién hace unas horas fue declarado inocente en el juicio que lo tuvo como protagonista en Pamplona, España. Hablamos de Ernest Hemingway, el escritor estadounidense que es considerado por algunos como uno de los grandes maestros de la literatura del siglo XX y que agitó la vida de esa zona de la Península Ibérica con una de sus novelas, Fiesta, titulada en su inglés original como The sun also raises.
¿Qué fue lo que hizo Hemingway como para merecer un juicio post-mórtem? Incluyó en esa novela los Sanfermines, es decir, la popular fiesta de Pamplona en la que una multitud corre delante de los toros en medio de las calles de la ciudad. Lo que se juzgó este viernes en España es si el autor de Por quién dobla las campanas había desvirtuado o no la tradicional celebración española.
El jurado no se trató de una dependencia real del Poder Judicial español sino de participantes que se sumaron a una especie de simulacro de juicio dominado por la clave humorística. Para celebrar el centenario de la primera visita de Hemingway a Pamplona se les ocurrió llevar adelante la revisión de cómo el escritor había tratado a su tierra en Fiesta. Para tranquilidad del espíritu de Hemingway -y de quienes lo hayan sucedido-, fue declarado inocente.
Lo que se juzgaba -informalmente- era, en concreto, si la inclusión de los Sanfermines en la obra de Hemingway provocó algún perjuicio a Pamplona por atraer a demasiados curiosos de todo el mundo dispuestos a desvirtuar la fiesta, o si la llegada de todos esos curiosos desencadenó beneficios económicos y turísticos a la ciudad.
Un jurado consideró, tras un debate entre expertos en su figura, que el autor de El viejo y el mar no es culpable de provocar la masificación de las fiestas ni contribuyó gravemente a desnaturalizar los Sanfermines, pero sí de manera positiva a propagarlos “por todo el mundo”. Aunque el veredicto también determinó que la imagen que ofreció de la ciudad en su novela de 1926 es “ridícula y ofensiva”.
La fiscalía de este juicio simulado pedía nada menos que un cambio en el título de su obra por No vayas a Pamplona y deja a sus gentes, la retirada de la estatua dedicada junto a la plaza de toros de la ciudad al Nobel de Literatura de 1954 y que “todo vestigio en las calles sea borrado” quedando solo en la historia de la literatura de los Estados Unidos.
Miguel Izu, autor del libro Hemingway en los Sanfermines, defendió que el escritor “se integró perfectamente” en la fiesta y consideró “exagerado” achacarle solo a él la avalancha de extranjeros. Además, quienes van a Pamplona por haber leído la novela son turistas “con bastante buen nivel cultural y económico”, que crean pocos problemas y dejan dinero en la ciudad, advirtió.
Para Tim Pinks, inglés enamorado de Pamplona y sus fiestas, San Fermín no sería lo mismo sin Hemingway, exculpando además de machismo al escritor pues esa obra fue escrita en los años 20 del siglo pasado con otra forma de pensar diferente a la actual.
El escritor español Fernando Hualde coincidió en que Hemingway sí popularizó estas fiestas y “hace que venga más gente, unos mejores y otros peores”, pero en su novela no describe hechos como orinar en la calle o tirarse de lo alto de una fuente, “únicamente las corridas de toros, los encierros”.
El periodista Manu Corera, a pesar del veredicto, sostuvo que Hemingway es culpable “de que vengan muchísimas personas, pero no de cómo se comporten”. Más crítica fue la escritora Idoia Saralegui, para quien el autor estadounidense “influyó muchísimo en San Fermín” y “viene muchísima más gente porque lo puso en su libro”, haciendo que la fiesta sea “mucho más común y menos individual de Pamplona”.
Con información de EFE.
Seguir leyendo: