A lo largo del tiempo han sido los hombres los encargados de documentar los grandes hitos históricos de la humanidad. Han sido ellos, nosotros, quienes hemos contado el mundo bajo nuestra mirada y entendimiento. Hasta bien entrado el siglo XX en esa labor se ignoró en gran medida la participación femenina, en los hechos históricos algo fundamental, no solo por una cuestión de visibilización sino porque solo con el discurso y las posturas de la mujer pude obtenerse una visión amplia del mundo en que vivimos.
Cada vez aparecen más nombres de diosas y reinas, cortesanas y científicas, actrices y santas y escritoras y políticas cuya participación en el desarrollo de la humanidad fue, por lo menos, menospreciado, por no decir ignorado.
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El manto de silencio que se ha extendido sobre ellas ha sido gigante. Relegadas, ocultas e ignoradas, las mujeres han sabido resistir y hasta lograr contar su parte de la historia.
Un poco eso es lo que ha querido contar la escritora española Julia Navarro en su nuevo libro, en el que se aferra a una idea poderosa: si los hombres han podido contar la historia sin tener en cuenta a las mujeres, entonces ellas pueden contarla también sin tenernos en cuenta a nosotros.
Desde el principio de los tiempos las vidas de hombres y mujeres han estado entrelazadas y no se explican las unas sin los otros, es decir con ellos, sin ellos, por ellos, frente a ellos o con la ignorancia de ellos, escribe la autora. En este libro, no se habla de la historia de lo femenino a partir de las voces de las mujeres, sino de una historia de todos y todas, contada desde un lugar de comunión y no a través de la apabullante supremacía masculina.
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Hablar de Cleopatra sin hablar también de César o Marco Antonio, sería un ejercicio incompleto, como también lo sería hablar de Helena de Troya sin Paris; no se entiende a Frida Kahlo sin Diego Rivera, ni a Simone de Beauvoir sin Jean-Paul Sartre o a Virginia Woolf sin Leonard Woolf. Lo que procura hacer Navarro en estas páginas es llamar la atención sobre esta poderosa verdad, una que ya conocíamos, pero que nos hemos negado a respaldar.
Una historia compartida, en sus cerca de 408 páginas, presenta a los lectores un interesante viaje a través de las inquietudes y lecturas de quien escribe. Sin lugar a dudas, este es el libro más personal, a la vez que ambicioso, de Julia Navarro. Aquí, propone un encuentro con las grandes mujeres de la historia, sin olvidar el papel de los hombres que estuvieron cerca de ellas, y abre la discusión sobre aquello que hemos querido olvidar: el mundo no es ni femenino ni masculino, y tampoco es humano. Todos estamos aquí de paso.
Sobre la autora, Julia Navarro
- Nació en 1953, en Madrid, España.
- Ha cautivado a millones de lectores con las ocho novelas que ha publicado hasta la fecha: La Hermandad de la Sábana Santa, La Biblia de Barro, La sangre de los inocentes, Dime quién soy, Dispara, yo ya estoy muerto, Historia de un canalla, Tú no matarás y De ninguna parte.
- Sus libros se han publicado en más de treinta países y de Dime quién soy se ha producido una ambiciosa serie de televisión a cargo de Movistar+.
- Es una de las escritoras españolas más leídas de los últimos tiempos.
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Fragmento de “Una historia compartida”
Me temo que en este siglo XXI también hay quienes quieren volver a hacernos poco menos que invisibles, ya que desde algunos sectores de la política han decidido hacer ingeniería social a costa de las mujeres negando que seamos diferentes a los hombres, lo que no presupone la desigualdad y mucho menos que tengamos que tener un derecho menos que ellos.
Así que estoy entre las muchas mujeres que se oponen a que nos califiquen de «seres gestantes». Quienes han adoptado esta decisión y la han llevado a las leyes son las mismas que luego juegan con las palabras para que terminen en femenino, cambian lo que hasta ahora son genéricos creyendo que eso es feminismo. Se les llena la boca diciendo «matria» en vez de «patria», pero a continuación nos niegan el calificativo de «madres». Supongo que están hechas un lío y no saben ni por dónde andan. Punto y aparte.
La Historia, como digo, está repleta de mujeres que han dejado su propia huella y que no por ser menos en número y escaso el conocimiento que de ellas tenemos es menor su importancia. Con algunas de estas mujeres me he ido encontrando a lo largo de mi vida, fundamentalmente a través de la lectura, pero también en viajes a los lugares donde vivieron y en los que aún se guarda el eco de su paso por este mundo.
Son mujeres reales, de carne y hueso unas, otras forman parte de la leyenda y acaso nunca existieron.
No pretendo hablar de todas las mujeres que han logrado trascender desde ese segundo plano al que estaban predestinadas, porque la lista es extensa y entonces esta historia sería otra historia.
Dejó dicho Ludwig Feuerbach, filósofo y antropólogo alemán, esta frase que seguro que han escuchado en muchas ocasiones: «Somos lo que comemos», y añado yo que también somos lo que leemos. Al menos, yo no me puedo explicar a mí misma si no es a través de los libros que he ido leyendo a lo largo de mi vida.
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