Ni más de medio siglo ha logrado borrar de la memoria de la humanidad la vida del recordado poeta español Federico García Lorca. A pesar de que fue silenciado por las balas, asesinado por el régimen franquista, no pudieron eliminar del mundo sus palabras ni sus ideas, que además fueron objeto de censura.
Aun permanece en la memoria de millones y se le recuerda en el mundo literario, donde forjó importantes amistades que también dieron cuenta de su historia y presencia en el mundo, aun cuando su cuerpo jamás pudo encontrarse.
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Una corta vida le alcanzó para convertirse en una de las figuras más importantes del arte y la cultura. Nacido el 5 de junio del año 1898, el español fue cercano al también poeta Jorge Zalamea, el colombiano que lo aclamaría como el “Genio de España”. Esta fue su curiosa amistad.
Una vida para acercarse al mundo: Federico García Lorca
Su ingreso al mundo de las letras le permitió acercarse al círculo intelectual, que a la vez lo llevó a viajar a distintas partes del mundo, donde conoció importantes figuras del arte y la literatura. Una de ellas, y de la que poco se ha hablado, fue el poeta colombiano Jorge Zalamea Borda.
Se cree que García Lorca y Zalamea se conocieron alrededor del año 1928 aunque no hay registros documentales de cuándo inició su amistad, la constancia de esta importante relación yace en una serie de cartas que el poeta español habría escrito y se encuentran en varias ediciones de su obra. A esto se suma el testimonio de Zalamea en una publicación en homenaje al español luego de que el mundo conociera de su asesinato.
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De hecho, el testimonio del poeta colombiano ha sido clave para dar cuenta de la amistad que sostenía con García Lorca e incluso documentos posteriores, como un artículo titulado Federico García Lorca, hombre de adivinación y vaticinio registran dos encuentros entre los autores en los años 1928 y 1932.
El de 1928 corresponde al momento en el que le presentó a Lorca el político colombiano y compañero de generación, Alberto Lleras Camargo. Mientras que el segundo, en 1932, narra cuando los poetas se encuentran en la finca de personas conocidas a las afueras de Madrid.
Lo que Zalamea narró sobre García Lorca
En los documentos posteriores, el poeta colombiano registró con detalle aspectos relacionados con la personalidad de García Lorca, destacando elementos como las supuestas dotes adivinatorias que poseía el español.
Incluso, los documentos también dan cuenta de cómo compartían su pasión por las letras y sus discusiones tras la lectura de obras como “Ulises” de Joyce. El colombiano indicaba que a Lorca le habría bastado con escuchar sus comentarios para luego presentar una charla sobre la novela, aun cuando le confesó no haberla leído completa.
Zalamea quedó impactado con la oratoria de García Lorca, destacando que la charla reflejaba una serie de ideas profundas como si una lectura fiel y detallada se hubiera realizado de la obra.
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¿Dones adivinatorios?
Uno de los aspectos que señalaba Zalamea sobre el español tenía que ver con una especie de dotes adivinatorias que se manifestaban, en su percepción, a partir de fuerzas ocultas en la adivinación de sucesos pasados y que lo fundían en un tipo de trance.
Una de estas experiencias se habría desarrollado en su encuentro en la finca de sus amigos en Madrid, donde Zalamea mencionó que Lorca insistía en que había seres enterrados en ese lugar y que se manifestaban ante él. Sobre esto, Zalamea confirmará más tarde que luego supieron de un antiguo cementerio que reposaba bajo sus pies.
Algunos fragmentos de las cartas
La primera carta de la que se tiene conocimiento se habría escrito en 1928, donde Lorca mencionaría:
“El hombre famoso tiene la amargura de llevar el pecho frío y traspasado por linternas sordas que dirigen sobre él los otros”.
Los investigadores de la época dirán que los poetas compartían también una sensación de angustia durante este momento de sus vidas, en los que los problemas personales solían llevarse gran parte de su paciencia e interés por la vida, lo que también se habría relacionado con problemas de distinta índole.
En la segunda aparecen varios elementos en los que se registrarían, en semanas anteriores, cómo se agudizan las situaciones para ellos, pues tendrá un fragmento de la obra Oda al santísimo sacramento que estaría dedicada a Manuel de Falla, donde menciona:
“Tú no te puedes imaginar lo que es pasarse noches enteras en el balcón viendo una Granada nocturna, vacía para mí y sin tener el menor consuelo de nada”.
Finalmente, en la tercera carta en el mes de septiembre parecía que la situación ya era insoportable. Agobiado por la dureza de la vida durante este tiempo, mencionará que:
“Yo también lo he pasado mal. Muy mal […]. Todo el día tengo una actividad poética de fábrica. Y luego me lanzo a lo del hombre, a lo del andaluz puro, a la bacanal de carne y risa”.
García Lorca habría invitado a visitar Granada a Zalamea en distintas ocasiones. Sin embargo, la visita nunca se produjo. Años después, el asesinato de García Lorca por la dictadura y los temas que trató en sus obras, sorprendió al poeta colombiano quien registrará en su homenaje al español:
“Me he cerciorado de que también la amistad puede ser más fuerte que la muerte, como es el caso de la mía con ese raro ejemplar humano que fue Federico: genio de España”
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