Silvia Congost habló sobre su nuevo libro “Personas tóxicas”: “Nunca escribo sobre algo que no haya vivido”

La psicóloga y autora española conversó con Leamos sobre su más reciente publicación, una guía para identificar los comportamientos de aquellos narcisistas que tanto daño nos hacen

Nos guste o no, las personas tóxicas existen. Podríamos ser nosotros mismos, incluso, o algún miembro de nuestra familia. No necesariamente tiene que ser una pareja o alguien del trabajo, o un amigo de nuestros amigos, pueden estar en cualquier parte haciendo de las suyas, empequeñeciendo, invalidando, juzgando, destruyendo, intoxicando. Si no nos alejamos pronto de ellas, podrían estar desequilibrándonos por completo.

El asunto está en identificarlas con prontitud, pero, ¿cómo lo hacemos? ¿Cómo alejarse si se trata de un padre o de una madre? ¿Y qué pasa si el tóxico es mi jefe? ¿Y si me doy cuenta de que mi pareja tiene un trastorno de personalidad narcisista? ¿Cómo puedo salir de esa relación y reconstruirme?

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Asumir que hay una persona tóxica cerca de nosotros es el primer paso. O, al menos, así lo ve la psicóloga española Silvia Congost, quien se ha especializado en temas de autoestima, dependencia emocional y conflictos de pareja, y lleva ya varios años trabajando al respecto.

En su libro más reciente, “Personas tóxicas”, publicado por el grupo Planeta bajo su sello Diana, la autora habla, justamente, de la importancia de aceptar que hay alguien en nuestras vidas que no nos hace bien, y brinda una serie de herramientas para que los lectores consigan identificar y tratar a este tipo de gente, además de empoderarse ante ellos y alejarse de aquello que no aporta nada bueno, con el ánimo de proteger la esencia, la autoestima y la dignidad.

Al respecto, y con motivo de su primera visita a Bogotá, Congost conversó con Leamos y destacó aquello que, durante el paso de los años, le ha permitido atinar la mirada para encarar estos asuntos.

— Este libro, en relación con sus otras publicaciones, es un poco más interactivo. Es una guía y a la vez no, que nos permite hacernos de estrategias para identificar a estas personas tóxicas en nuestras vidas, o aceptar que podríamos ser nosotros mismos. Este dinamismo de la lectura, ¿fue planeado o se desarrolló ya en la fase de edición?

— El tema está en que el libro “A solas” fue un poco diferente al resto de mis libros, y de repente ese suele ser el marco de referencia, pero todos, normalmente, suelen ser así. Me dirijo directamente al lector, le sugiero herramientas, lo llevo a pensar en la utilidad de las mismas para identificar diferentes situaciones que puede estar viviendo. Pretendo educar esa parte psicoeducativa, informar sobre ello y que estas cosas sean muy útiles para identificar si puede ser que se está encontrando una situación de este tipo. De ahí ese dinamismo del que hablas, y sí que esto es planeado. Me interesa que el lector se identifique.

— ¿Se hace difícil explicar estas cosas a aquellos lectores que, de repente, son más escepticos con estos temas?

— Tengo una peculiaridad y es que comunico de una forma bastante sencilla, bastante comprensible, que pueda llegarle a todo el mundo. Hay profesionales que utilizan mucha terminología más compleja y a lo mejor hay quien no les entiende. En mi caso, escribo muy llano, y así mismo hablo. No suele ser complicado para mí poder llegar a todo tipo de lectores. Eso ayuda también a que se sientan identificados con más facilidad. Simplemente me dedico a transmitir esos conocimientos que he obtenido en estos 20 años que llevo atendiendo infinidad de casos en la consulta y dándole seguimiento a casos que me llegan a través de redes sociales, a través de todos los canales. Me baso, entonces, en esas experiencias de las personas que me llegan, que, al final, tengo claro que les sucede lo mismo que le pasa al resto de la población. Mi trabajo consiste en ver cómo quiero catalogarlo, cómo quiero estructurarlo todo para que se entiendan bien todas las diferentes situaciones, los diferentes escenarios, y que la gente se pueda sentir identificada. Cuanto más gente, mejor, porque eso es lo que les va ayudar de repente.

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— ¿Cómo lidia con este asunto de no repetir lo que otros ya han dicho? Porque libros de este corte hay varios.

— Cuando escribo un libro, intento siempre leer lo que ya se ha escrito al respecto, con el objetivo de no ser repetitiva, de no entregar las mismas formulas. No quiero hacer más de los mismo. Intento buscar cuál es la carencia, qué es lo que no está, o qué es lo que no me gusta como se está poniendo y lo que a mí me gustaría encontrar si yo estuviera en determinada situación. En todos mis libros siempre intento ayudar a los lectores a entender bien estos asuntos, a identificar qué es lo que nos pasa y darles herramientas que realmente funcionen, puestas en práctica previamente y que me hayan peermitido tener un conocimiento real de que, efectivamente, funcionan.

Hay muchos libros que diicen lo mismo de todos. Yo intento aportar siempre un sistema, una metodología, unas pautas muy claras que podamos utilizar todos y que ayuden de verdad. En este caso, a identificar a estas personas tóxicas, ya sea porque no encajan con nosotros o que son, simplemente, tóxicas en sí mismas. Si hay una persona que es tóxica para nosotros, nos va a crear unas consecuencias que irán destruyendo poco a poco nuestra autoestima y nos creará angustia, lo que tendrá una repercusión en nosotros, a nivel de salud mental o física.

Ser capaces de detectar si nos estamos relacionando con personas de este tipo era para mí el punto fundamental, porque tenerlo presente nos beneficiará mucho a futuro.

— ¿De dónde cree que ha venid el éxito de sus libros y sus conferencias? Repito, de esto habla mucha gente.

— Tiene que ver porque hablo desde lo que conozco. Nunca escribo sobre algo que no haya vivido. La mayoría de las cosas sobre las que me pronuncio tienen que ver con experiencias personales. Problemas de autoestima, relaciones tóxicas, etcétera. Con todo ello, descubrí que mi misión en la vida es aportar luz a todos aquellos que lo necesiten, para poder aliviar un poco el sufrimiento de otras personas que no tienen esa información o que no han podido recibir esa educación emocional.

Mi tarea es aportar esa educación y acercar esa información para ayudar a despertar, a entender y que, en definitiva suframos menos, porque al final lo que buscamos todos los seres humanos, dicho también por la por la OMS, es la felicidad, y sufrir es incompatible con ser feliz. El sufrimiento emocional producido por estar en una relación que es tóxica, que no te satisface, que no te hace crecer, no es necesario. Identificarlo haría que seamos mucho más felices y esa es mi obsesión, mi pasión.

— ¿Hasta qué punto la felicidad es una imposición social? El cuerpo está diseñado para sobrevivir, no para sentirse bien.

— Sí es cierto que en un alto porcentaje, esta idea ha sido reforzada por la cultura, por la sociedad, Hay una presión muy grande por tener que conseguir toda esta serie de cosas para lograr ser feliz: un éxito social, económico, estético, etcétera. Tienes que encontrar una pareja, casarte, tener un hijo, un perro, comprarte una casa, un coche, y ahí lo habrás conseguido todo, pero cuando estás ahí, te das cuenta de que no es así, porque la vida te lo quita todo en un instante. Creo que es más importante intentar centrarnos en averiguar quienes somos y qué es lo que hemos venido a hacer, descubrir aquello que realmente nos apasiona, eso que le da sentido a nuestras vidas. Ahí nos sentiremos satisfechos, estando en donde queremos estar. Es importante que nos hagamos estas preguntas y que vayamos poniendo en una balanza y nos vayamos equilibrando si estamos donde queremos estar o si tenemos que hacer algún cambio para sentir que fluimos mejor.

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— Las herramientas aquí consignadas le apuntan a detectar a esos otros que son tóxicos, pero, ¿qué pasa cuando lo somos nosotros?

— Si tenemos conciencia de que estamos siendo tóxicos, ya sea con nosotros o con los demás, lo primero que tenemos que hacer es identificar qué es lo que nos está convirtiendo en personas tóxicas, qué conductas son las que tenemos. Porque, seguramente, es por algo que estamos haciendo hacia otro. Yo creo que es importante, para hacer cambios duraderos y permanentes, siempre ir a la raíz de porque nos comportamos así, entender de dónde viene. ¿Esto es por nuestra historia? ¿Es un comportamiento que ya tenían mis padres y yo lo he aprendido? ¿Estoy reproduciendolo todo o qué? ¿Se debe a una mala etapa y eso me hace estar más irascible y hablo mal y trato mal a mi pareja? O me trao mal a mí porque no tengo una buena autoestima. Si tú entiendes por qué te está pasando esto, puedes trabajar para cambiarlo.

— Hay procesos que son más complejos que otros, naturalmente. Algo que se suele comentar con este tipo de libros es que, en realidad, solo aportan un porcentaje muy mínimo a la solución. ¿Cuál sería su recomendación para aquellos lectores que no encuentran recepción suficiente en estos contenidos?

— El libro te ayuda dependiendo de tu nivel de consciencia, de lo dispuesto que esté a darte cuenta de qué es lo que está ocurriendo. Que el libro te salve la vida o no, es cosa tuya. Lo que está claro es que el primer paso, en cualquier caso, es pedir ayuda profesional para poder hacer un proceso personal profundo y transformador, y así sanar esas heridas que llevas cargando en tu mochila emocional.

Yo creo que un buen proceso psicológico con un profesional siempre tiene que ir directo a ayudarte en aquello que tú necesitas. No confío mucho en esos procesos que existen en los que te pasas media vida haciendo terapia. Creo más en terapias breves, focalizadas en tu problema, y que te den unas herramientas que te conviertan en una persona autosuficiente, independiente, que si a ti el día de mañana te vuelve a pasar lo mismo, tú ya sepas cómo afrontarlo. Para conseguir eso, es importante que la persona, una vez ha identificado lo que le ocurre, busque expertos en ese tema. Si tú tienes ansiedad, busca un experto en ansiedad, y así con todo.

— No se puede ayudar a quien no quiere ser ayudado. ¿Cómo convive con esta idea de que no todas las personas consiguen ser receptivas para hacerle frente a sus problemas?

— Intento aportar, por todos los medios posibles, información que ayuda a conscientizar sobre todos estos asuntos. Trato de comunicar de forma constante para ayudar a la gente a despertar. Yo siempre digo que debemos estar abiertos a aceptar estas cosas, tanto si somos nosotros como si es alguien cercano el que se siente mal. Ofrécele alguna herramienta. un libro, una conferencia. o simplemente tu tiempo, porque en ese momento, cuando uno está más abierto, es que consigue ayudar verdaderamente.

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