Matías Kulfas ocupó entre fines de 2019 y mediados de 2022 el Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación. Sin exagerar, podríamos decir que es el cargo para el que se preparó en su carrera académica, caracterizada por estudios en temas de desarrollo en general, y de política industrial en particular. Podemos imaginar su día inicial, lleno de proyectos y de expectativas; y también el último, quizás atravesado por una sensación de inconclusión, quizás de decepción. Su más reciente libro, Un peronismo para el siglo XXI, parece nacer de su necesidad de entender y exponer en el texto este vívido paso del anhelo a la frustración, y la respuesta que encuentra y comparte en su texto es que es necesario aggiornar a las ideas peronistas a los nuevos tiempos.
La tarea que se propone Kulfas no es fácil. Se trata nada menos que de intentar moldear un movimiento político que por su dimensión e historia no sólo es difícil de domar sino que, además, ha tomado rumbos completamente inesperados en distintos momentos de su existencia. El autor es consciente de esta plasticidad, pero intenta enmarcarla en un conjunto de principios de lo que el peronismo representa o debería representar. Pero de nuevo, no es sencillo invocar directrices generales respecto de un fenómeno político que ha tenido tanta diversidad en sus agendas de gestión. Y es por esto que Un Peronismo para el siglo XXI cede en sus pretensiones de discutir la política pura, para centrarse en lo que más domina, que es la problemática de desarrollo económico del país.
El libro se organiza en tres partes de dos o tres capítulos cada una. El primer capítulo se centra en algunos debates que tomaron lugar en la arena política y que tuvieron repercusión en las redes sociales. Allí se refutan las posturas que culpan a los “setenta años de peronismo” de todos los males económicos sufridos, y se rechaza también la sensación, típicamente generalizada durante las crisis, de que Argentina “es un país de mierda”. Estas discusiones resultan ser una buena excusa para recorrer los problemas estructurales que nos caracterizan, y para pensar cómo atacarlos.
Kulfas no salta de inmediato a las soluciones, pues es consciente de que cada contexto temporal y geográfico tiene características propias, y de que las recetas aplicadas hace medio siglo difícilmente funcionen hoy. En un ejercicio interesante, el segundo capítulo marca las situaciones contradictorias que surgieron de la política económica peronista, a las que llama “solublemas”.
Salir de esta dinámica, asegura Kulfas, es una tarea imperiosa. Lo solublemas son una nueva forma de llamar a los viejos dilemas de la economía argentina, que bien podrían resumirse en las dificultades de sostener al mismo tiempo el equilibrio interno (sostener la actividad económica interna, el empleo y una distribución aceptable) y el equilibrio externo (contar con suficientes dólares para importar bienes esenciales para producir).
Aquel Perón
Tras esta introducción general de la primera parte, la segunda se ocupa de las distintas etapas de la política económica peronista. Con comprensible aire indulgente, Kulfas defiende las políticas antiinflacionarias de la segunda presidencia de Perón, entendidas más como una respuesta obligada a las deterioradas circunstancias internas y externas más que a un convencimiento ideológico. En cambio, Kulfas es bastante menos complaciente con el período que llama desdeñosamente el “menemato”. En su visión, compartida por varios analistas, las ganancias de estabilidad y crecimiento inicial no compensaron los costos. Aún así, el autor rescata algunas enseñanzas de este período tan intenso en reformas pro-mercado.
Su evaluación del período 2003-2015 contiene algunos elementos de su libro anterior, Los tres kirchnerismos, donde se realiza un diagnóstico de los últimos años de aquella época que le valieron reproches internos (pese a que las críticas deben hurgarse en las profundidades de un texto donde prolifera el estilo descriptivo y estadístico). La diferencia es que aquel trabajo parecía más destinado a los alumnos de sus cursos universitarios, mientras que Un peronismo para el siglo XXI complementa el análisis con algunas reflexiones políticas. En general, el autor comparte los objetivos promovidos durante el período, pero critica la actitud excesivamente voluntarista que mostraron las autoridades para alcanzarlos.
El Frente de Todos
Y llegamos al gobierno del Frente de Todos. Pese a las promesas iniciales de que Un peronismo para el siglo XXI no es un informe de gestión ni un libro de memorias, aparecen delineadas en este capítulo algunas políticas promovidas por el ex-ministro. Las razones de las dificultades para concretar su agenda de desarrollo son las familiares: pandemia y luchas internas que escalaron sin parar. Solo una de ellas autoinflingida.
Tras este recorrido, la tercera parte establece los lineamientos generales que Kulfas cree deben seguirse para activar el desarrollo económico y social del país. Si bien la agenda es sensata, como es usual en este tipo de trabajos, es raro ver explicitados los potenciales dilemas que pueden enfrentar las políticas sugeridas. Se produce entonces una suerte de asimetría en el tratamiento del pasado y el futuro de las políticas. Por un lado, la evaluación de las decisiones históricas parecen revelar inconsistencias ex-post que a la luz del presente aparecen como evidentes, mientras que por el otro las propuestas de política despliegan una asumida racionalidad ex-ante que parece no requerir anticipar ninguna de estas potenciales fragilidades.
Un peronismo para el siglo XXI expone con sensatez, aunque sin demasiada novedad, la visión heterodoxa tradicional sobre los límites del crecimiento como resultado de factores estructurales, en línea con las ideas fundacionales de Marcelo Diamand y su famoso péndulo. Su rechazo de plano a las alternativas neoliberales tradicionales y su defensa de la política industrial lo ubican en un territorio que no comulga ni con el Consenso de Washington ni con la idea de que el rol de la política pública debe centrarse únicamente en la expansión de la demanda interna.
Kulfas completa con una “síntesis peronista” que procura conciliar las aspiraciones de su partido con una agenda de medidas económicas consistente con los tiempos que corren. Pero no es obvio que sus ideas económicas requieran apoyarse en un marco político-ideológico local específico. De hecho, lo que presenta como el histórico anhelo peronista basado en un capitalismo de base productiva, industrializador, con justicia social y con un Estado activo no dista demasiado de los modelos “progresistas” que han seguido algunos países europeos, y que pudieron lograr sin descansar en etiquetas políticas tan estrictas. De todos modos, el objetivo de este libro es más específico, directo y pragmático: intentar convencer a un sector de su partido de abandonar algunas posturas extremas de su diagnóstico estructural y macroeconómico de la situación Argentina moderna, y las medidas que se siguen de éste.
En ese sentido, sus diez preceptos finales invitan a derribar prejuicios solidificados durante la última parte del kirchnerismo, a ampliar el pragmatismo de la política económica, y a prevenir el voluntarismo ingenuo. Tal vez algunos de ellos sirvan como borrador del ansiado acuerdo social y político que establezca esos puntos básicos a respetar independientemente del gobierno a cargo.
Un peronismo para el siglo XXI (Fragmento)
La experiencia en el ministerio no fue sencilla, y no esperaba que lo fuera. La primera tarea fue volver a poner en marcha la política industrial y productiva tras lo que había sido su virtual desmantelamiento durante el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019). La segunda fue convencer a diferentes sectores del gobierno de la necesidad de implementar nuevas agendas productivas, tanto para el corto plazo, donde se destacó el plan para desarrollar la industria del gas y dejar de importar energía por cifras cercanas a los 6000 millones de dólares, como para la reactivación industrial y el diseño e implementación de regímenes de estímulo productivo en nuevos y viejos sectores (electromovilidad, cannabis para uso medicinal y cáñamo industrial, economía del conocimiento, nano y biotecnología, hidrógeno, litio, minería, automotriz, bienes de capital, compras públicas y desarrollo de proveedores, energía y otros).
A solo tres meses del inicio de la gestión, la pandemia de covid-19 fue también un desafío que llevó a crear, diseñar e implementar políticas inéditas de protección de la producción y el empleo, sin antecedentes ni biblioteca de la cual tomar referencias o ejemplos. Los resultados fueron positivos no solo en términos de la contención que lograron esas medidas, sino de la recuperación de la producción y el nivel de empleo en numerosos sectores. Por supuesto, no estuvo exento de polémicas con sectores políticos que respondían al expresidente Macri, así como dentro de la propia coalición de gobierno. Una expresión de esto fue la dificultad para tratar en el Congreso los proyectos de ley que elaboramos, que habían sido cuidadosamente trabajados con diferentes sectores económicos, sindicales y académicos. (…)
Las controversias existentes en el debate político en nuestro país dejan a las claras las dificultades para consensuar un proyecto de desarrollo. Ya no se trata solo de miradas opuestas en el histórico choque entre el liberalismo económico y el peronismo, sino de grandes diferencias dentro de esta fuerza política a la que pertenezco y, más aún, de una marcada distancia entre la política como un todo respecto de la agenda económica del siglo XXI.
Los desafíos del presente y del futuro inmediato me llevan a plantear la necesidad de discutir estos temas en profundidad, con un pie en el análisis histórico, pero bien afianzado en las problemáticas del presente y planteando propuestas concretas para el futuro. El peronismo ha sido el sujeto político que tuvo la capacidad de conjugar un proyecto de desarrollo con justicia e inclusión social, y ese combo debe ser valorizado y actualizado. Parte de ese desafío consiste en discutir los mitos y prejuicios “antiempresa” y la desconfianza que se ha esparcido en los últimos años en torno a los fundamentos centrales del desarrollo y el papel central de las empresas y los sectores productivos.
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