La autora de reconocidos poemas como Soy dueña del universo era también la dueña de una voz sin precedentes, además de haberse convertido en una de las precursoras de la liberación femenina en un momento agitado de México. Pasearse por los numerosos poemas de la escritora mexicana Pita Amor es también saborear su forma de concebir el mundo, todo lo que le rodea, intentar tocar sus pensamientos y escuchar los gritos profundos de su alma llevados a las palabras.
En conmemoración a su nacimiento celebramos la vida, la voz, la palabra y la figura la poeta Pita Amor y lo que aun significa para las mujeres del continente.
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Con una poesía sumamente reveladora para su época y contexto, las palabras de Pita Amor lograron colarse no solo en los círculos literarios sino también en la memoria de las mujeres que se veían identificadas con sus palabras, las cuales, sin permiso, dejaban expuestos los sentimientos, concepciones y deseos que históricamente no habían tenido lugar en esos espacios.
Este es un recorrido por la vida y obra de una de las poetas latinoamericanas más recordadas.
“El único viaje que he hecho ha sido del infierno al cielo y del cielo al infierno”, dijo en alguna ocasión en entrevista a Fórmula TV.
Los inicios en el camino de la poetisa más intrépida de su época
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El 30 de mayo del año 1918 llegó al mundo quien se convertiría en una de las voces femeninas más disruptivas de las que se tenga registro, Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein, conocida posteriormente en el universo literario como Pita Amor. Ciudad de México la vio crecer, pero sus palabras y valentía viajaron por todo el continente.
También conocida como la undécima musa, la menor de siete hermanos se destacó inicialmente en el cine y el teatro. Se desempeñó como actriz y modelo de fotógrafos, pero también de pintores destacados de su época, como Diego Rivera, Raúl Anguiano y Juan Soriano.
Rodeada de figuras como Frida Kahlo, Gabriela Mistral, Juan Rulfo, Elena Garro, María Félix, entre otros, llega al campo de las letras para no soltarlo por el resto de su vida. Así inicia el camino de una mujer a la que las palabras lo eran todo y le permitieron crear un universo propio en el que conviven el vacío, la soledad, la existencia y hasta Dios.
Sus decisiones y acciones fueron criticadas con frecuencia. Involucrada en romances con pintores, artistas, escritores y toreros, el paso de la custodia de su hijo a su hermana o posar desnuda para los artistas fueron algunas de las actuaciones que le valieron ser señalada de manera acusatoria en esa época. Sin embargo, nada de eso logró opacar su espíritu rebelde que la llevaría a convertirse en una de las precursoras de la liberación femenina en su país
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Sobre su escritura
Su poesía y presencia generó gran controversia, sus palabras reflejaban su espíritu apasionado, sin miedo a nada, que la llevó a exponer su intimidad y sus deseos y le permitió penetrara atmósferas que a pocos les interesaban.
Con un estilo directo, los pensamientos de la poeta convertidos en verso vieron la luz en una época que rechazaba la expresión sincera. En cerca de casi treinta libros la angustia, las debilidades de los seres humanos y la percepción de los vínculos religiosos, la figura de Dios, quedaron registrados en sus escritos.
Soy dueña de las montañas,
de los astros, y los soles,
de mapas y mirasoles
dueña soy de mis pestañas
de mis lúcidas hazañas,
del fuego de mil crisoles
de ruedos con toros y oles
Y del viento de las cañas,
soy dueña del firmamento
porque lo miro en aumento,
soy dueña de los espejos
porque plasmo sus reflejos,
soy dueña del universo
porque lo invento en mi verso.
Además de una nutrida producción poética, también visitó otros escenarios, como la narrativa, en la que inició a finales de los años 50. Su obra “Yo soy mi casa” da cuenta de ello. Se trata de una novela semiautobiográfica o un libro de memorias, que si bien fue difícil de clasificar, se ubicó finalmente en la prosa narrativa con el título homónimo al de su primer libro de poemas.
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