Más de doscientos años después, Anne Brontë sigue siendo un enigma para los lectores. Se supone que era la más aburrida de las tres hermanas, siendo Emily la favorita y Charlotte la más notable, y la menos interesante de los seis, contándolos a Branwell, Elizabeth y María.
La tercera hija del matrimonio entre Patrick Brontë y María Branwell ha sido considerada durante mucho tiempo como la clásica solterona victoriana, la escritora menos interesante de la familia, la santurrona, la demasiado religiosa, la segundona.
Lo cierto es que, si bien no pudo disfrutar de la gloria en su momento, Anne Brontë goza de ser la primera escritora en su familia, y una de las primeras también en su época, en agotar la primera edición de uno de sus libros a tan solo unas semanas de haberse impreso.
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Si bien ya se había dado a conocer con su novela Agnes Grey, fue con La inquilina de Wildfell Hall que Anne consiguió su gran éxito. Cuando la fama de Charlotte empezó a decaer y Emily brillaba con luz propia, Anne escribió y dibujó desde las sombras.
Ella era la muchacha delicada y angelical, la hermana más reservada. Si bien no figuraba tanto como Charlotte y Emily, su obra termina hablando por ella. ¿Por qué no consiguió, entonces, triunfar en vida?
El asunto tiene que ver con la envidia.
Anne Brontë falleció en mayo de 1849, antes de cumplir los 30 años, a causa de la tuberculosis; Emily había muerto un año antes. Charlotte vivió hasta 1855. Cuando sus hermanas murieron, esta se dedicó a velar por sus obras, pero según han documentado los biógrafos, no se sentía segura ante la producción literaria de sus hermanas. De algún modo, consideraba que la suya era menor.
En la edición que apareció con los poemas de Emily y Anne Brontë, poco después de su muerte, Charlotte intervino varios de los textos, cambiando frases enteras y modificando el sentido de los poemas. Para Charlotte, el trabajo de sus hermanas era mucho más maduro que el de ella.
Mientras que las novelas y la poesía de Anne tenían un aire radical, y la voz de Emily era quizá la más fuerte, la obra de Charlotte parecía quedarse atrás. Guiada por la envidia, la hermana mayor tomó la decisión de alterar sus obras en las ediciones que aparecieron de manera póstuma, eliminando pasajes y cambiando el sentido de lo que había sido escrito, con el ánimo de hacer más “domésticas” sus visiones.
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Naturalmente, Anne es la que más se ha visto afectada. Aún hoy siguen circulando ediciones de su obra que descienden de estas versiones mutiladas que su hermana manipuló. De las tres, ella fue la que mejor abordó los problemas reales de las mujeres de la época, haciendo uso del realismo más plausible, dotando a sus personajes femeninos de una fuerza y decisión que no eran comunes entonces, o si lo eran, no se les permitía emerger.
El legado literario de Anne Brontë es tal que, ni siquiera con el descaro de su hermana al intentar disminuir su valor, sigue dando de que hablar más de dos siglos después. Tanto ella como Charlotte y Emily son consideradas clásicas porque sus palabras, más allá del tiempo, siguen hablándonos de una condición humana que trasciende a las épocas.
En tan solo 29 años, la tercera hermana consiguió construir una obra, sin ser consciente de ello, que la ha ubicado en lo más alto de la literatura universal. Suya es esta victoria y por más que se diga lo contrario, nadie se la podrá quitar.
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