En mayo de 1919 el mundo despidió a uno de los principales representantes del llamado modernismo literario latinoamericano, un autor cuya obra sigue siendo objeto de estudio en la actualidad. Las crónicas de viajes, los relatos, pero sobre todo sus versos, muchos de ellos autobiográficos, reflejaron las emociones, sentimientos y experiencias que marcaron la vida del autor mexicano.
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José Amado Ruiz de Nervo, conocido simplemente como Amado Nervo, nació el 24 de agosto de 1870 en Tepic, México, una hermosa ciudad del estado de Nayarit destacada por su arquitectura colonial.
Las calles de esta mítica ciudad vieron crecer a un joven inquieto, miembro de una familia profundamente religiosa que influiría de forma importante en su crecimiento, al igual que lo harían las leyendas tradicionales de su país contadas por Juliana Topete, una nodriza indígena junto a la cual creció el joven Nervo y cuyos míticos relatos disfrutaba, además de una gran variedad de cuentos populares que eran contados por su abuela.
Todos estos ingredientes se fueron mezclando para una receta literaria exquisita que también se nutrió del modernismo, en particular de autores como Julio Verne, quien sería uno de los principales ejes de influencia de Amado Nervo en su escritura, en esa corriente en la que la exaltación de lo exótico sería una de sus banderas. Del autor francés lo marcarían obras como “La isla misteriosa” y “Veinte mil leguas de viaje submarino”.
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Se conoce que los primeros escritos de Amado Nervo tuvieron forma de poemas, una suerte de primeros pronunciamientos producto de dolorosas experiencias amorosas en sus primeros años de juventud. De hecho, serían estas situaciones las que lo llevarían a abandonar la escuela para dedicarse a escribir e internarse en un seminario, donde recibió clases de religión y filosofía.
El día que me quieras…
El día que me quieras, los sotos escondidos
resonarán arpegios nunca jamás oídos.
Éxtasis de tus ojos, todas las primaveras
que hubo y habrá en el mundo serán cuando me quieras.
Sin embargo, el traslado de la familia a un nuevo territorio tras la muerte de su padre supuso un cambio de vida al que debe hacer frente junto con su madre y sus hermanos. Inicia una búsqueda de empleo que lo llevará finalmente a ejercer el periodismo y posteriormente a ingresar al círculo de intelectuales, pese a su marcada timidez. Así pudo entrar en contacto con importantes figuras como los poetas Manuel Gutiérrez Nájera y Antonio Zaragoza, y quien fuera considerado el máximo representante de la corriente modernista, Rubén Darío, que lo impulsarían a continuar su camino y a escribir para medios tanto en su país como en el exterior.
La posibilidad de escribir en periódicos será decisiva para Amado Nervo, no solo para darse a conocer, sino también para descubrir su propio estilo. Además de los sensibles versos en los que comprometía el corazón, fue también un maravilloso contador de historias, al punto de ser considerado el primer cronista de la vida cotidiana.
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La obra que le daría su máximo impulso sería “El Bachiller”, escrita en el año 1985. Esta novela narra la historia de un joven seminarista que busca a toda costa evitar caer en la tentación de la lujuria, lo cual lo le lleva a tomar una decisión que cambiaría su vida para siempre: la emasculación, la extirpación de sus genitales, el cual elegiría como el único camino a través del cual podría acercarse a las mujeres de forma espiritual y eliminando cualquier indicio de deseo sexual.
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