Las mujeres en el fútbol son cada vez más competitivas y, en ocasiones, parecen rendir mucho más que los hombres. Desde que se tienen registros de su participación en el deporte del arco y el balón (estamos hablando de que en la antigua China, durante la dinastía Han, en el año 2500 a. C. ya se practicaba una variante de este deporte por parte de las mujeres; en el siglo XII, especialmente en Francia y Escocia, también hay datos que apuntan a que jugaban deportes con pelota), han progresado, ganado experiencia y luchado por sus derechos, no solo como deportistas sino por su género.
Fue en 1863 cuando, tras siglos de persecución y prohibiciones, las mujeres fueron aceptadas propiamente en el fútbol, al definirse en Gran Bretaña las normas de juego para evitar su “naturaleza violenta”. Algunos registros apuntan a que 29 años después se dio el primer partido oficial de fútbol femenino en Glasgow, Escocia, pero hay información que contrasta esta versión y afirma que las primeras muestras se remontan a la década de 1880.
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El primer club de fútbol femenino surgió en 1894, por obra de Netty Honeyball, una activista por los derechos de la mujer en el Reino Unido. El club recibió el nombre de British Ladies Football Club y su primer partido oficial tuvo lugar en el campo del Crouch End Athletic, el 23 de marzo de 1895, en Londres, ante unas 10.000 personas.
Sin embargo, la Federación Inglesa de Fútbol prohibió la práctica del deporte para las mujeres en 1902. Los clubes masculinos no podían prestar sus instalaciones y la gente debía abstenerse de asistir a encuentros públicos. Pese a las protestas, nada cambió de curso.
Con la irrupción de la Primera Guerra Mundial llegó algo bueno, aunque parezca un chiste decirlo. El fútbol femenino se extendió por varias zonas de Europa y como los hombres estaban siendo reclutados para luchar por sus naciones en el conflicto bélico, las mujeres tomaron las riendas. Comenzaron a trabajar y a organizar sus propios torneos de fútbol.
Muchas fábricas tenían escuadras integradas por mujeres y los juegos eran populares entre los obreros. Más allá de esto, en cuanto el conflicto terminó, la Federación, una vez más, se negó a aceptar el fútbol femenino y volvió a cerrarle las puertas a las mujeres. La prohibición duró hasta 1971.
Fue con la Copa Mundial de Fútbol de 1966, la de los hombres, que el fútbol femenino logró su ingreso al ámbito profesional, cuando la Federación notó el amplio interés de las mujeres por este deporte, por practicarlo y consumirlo. Al final, por un asunto de orden económico, pues vieron una oportunidad de negocio allí, en 1969 se decidió crear una rama femenina de la Federación y la UEFA se aseguró de que se gestionara y fomentara el fútbol femenino en toda Europa durante los años siguientes.
Desde entonces, naciones como Italia, Francia, Japón, España, Brasil y Estados Unidos se propusieron crear ligas profesionales sólidas que aportaran al crecimiento del deporte y acoger cada vez a más mujeres. Con el paso de los años su popularidad ha crecido tanto que, incluso, los campeonatos mundiales femeninos, que iniciaron oficialmente en 1991, han llegado a igualar en cifras, por lo menos televisivas, a los practicados por los hombres.
A día de hoy, la nación que más ha ganado títulos mundiales es Estados Unidos, con un total de 4; la máxima goleadora de la cita mundialista es la brasileña Marta Vieira Da Silva, con 17 anotaciones; la mejor jugadora en activo es la española Alexia Putellas, del F. C. Barcelona, y una de las ligas más competitivas es la de Brasil.
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Desde el año 2015, el fútbol femenino celebra su día internacional cada mes de mayo. La conmemoración fue establecida por la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (Concacaf), con el ánimo de “generar conciencia sobre el poder transformador del fútbol para las niñas y mujeres, promover y fomentar la inversión continua y unir a todas las Asociaciones miembro en la creación de un día memorable del balompié femenino”.
A raíz de la efeméride, en Leamos emprendimos una búsqueda bibliográfica alrededor del fútbol femenino y decidimos seleccionar algunos títulos que pueden llegar a ser ilustrativos de su historia y su presente. A continuación, tres títulos para enamorarse por completo de este deporte practicado por las mujeres; tres títulos que, a través de la biografía, la semblanza histórica y el testimonio dan cuenta y aterrizan una de las luchas más significativas del deporte durante el siglo XX.
“Por mí, por ti, por todos”, de Mónica Crespo
El fútbol nos hizo libres y diferentes en aquel recreo. El librepensamiento futbolístico se coló de tal manera en aquel patio que no hablábamos de otra cosa que no fuera la próxima jornada. Para algunas seríamos las raras de clase, pero la realidad es que en nuestro ecosistema fuimos capaces de poner en marcha un minúsculo grupo clandestino de expertas en el noble arte del balompié. Las futboleras éramos una anomalía, pero, aunque duela leerlo, las niñas de doce años entendíamos tanto de fútbol como nuestros coetáneos masculinos, es decir, sabíamos muy poco y creíamos que era mucho.
Fuente: Libros del KO.
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“One Life”, de Megan Rapinoe
Megan Rapinoe, ganadora de una medalla de oro olímpica y dos veces campeona de la Copa Mundial Femenina, se ha convertido en una fuerza impulsora del cambio social. En este libro, algo así como unas memorias constructivas, se dirige a los lectores para decirles que es necesario tomar las riendas de sus vidas y llevar a cabo, con la cabeza en alto, sus luchas.
En estas páginas, Rapinoe, una de las mejores futbolistas de la historia, revela que el cambio real y concreto está dentro de todos nosotros, y por ello nos lanza una pregunta:
Todos contamos con el mismo recurso, esta vida tan preciada, conformada por las decisiones que tomamos a diario... Así que, ¿qué vas a hacer tú?
“Las futbolistas que desafiaron a Mussolini”, de Federica Seneghini
Rosetta tiene dieciséis años y es una apasionada por el fútbol; Giovanna tiene el mismo amor, pero su práctica es más un gesto político; Marta está decidida a defender con uñas y dientes su derecho a salir al terreno de juego, igual que la testaruda Lucchi, a quien su padre le prohíbe acercarse a una pelota.
Estas son algunas de las chicas que formaron parte de la pandilla de amigas que en los años treinta dieron vida al Gruppo Calciatrici Milanese, el primer equipo italiano de fútbol femenino que surgió en época del fascismo. En esos años, Italia no estaba preparada para aceptar un fenómeno que pronto empezó a despertar la atención de la prensa y a molestar al régimen.
Este libro narra la historia de estas pioneras del fútbol, de su amistad, de su lucha contra el Duce y contra los prejuicios de una sociedad envenenada por el fascismo y sumida en una mentalidad machista. Entre victorias épicas, duras derrotas, aliados inesperados y enemigos acérrimos, estas chicas reivindicaron antes que nadie la igualdad en el deporte y dieron los primeros pasos en un camino, el del fútbol femenino, plagado de injusticias y con todavía kilómetros y kilómetros por recorrer.
Fuente: Altamarea Editorial.
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