El 20 de enero de 2021, cuando leyó su poema The Hill We Climb (La colina que escalamos) en la asunción de Joe Biden como presidente de los Estados Unidos, la voz, la cara y el mensaje de Amanda Gorman rebotó en todo el planeta. Se habló más de ella que del flamante titular del Poder Ejecutivo norteamericano, y hasta hubo quienes, por la potencia de sus palabras y también por ser afroamericana, la compararon nada menos que con Martin Luther King.
La suerte de The Hill We Climb, que se editó como libro con el título La colina que escalamos. Un poema inaugural, está cambiando. Es que de generar esa conmoción hace algo más de dos años, la obra de Gorman fue denunciada como “adoctrinamiento progresista” por la madre de dos estudiantes de una escuela primaria en el condado de Miami-Dade en Florida, Estados Unidos. Y la denuncia tuvo impacto: el libro, que estaba disponible en la biblioteca de la escuela, fue retirado de la disponibilidad general y sólo tienen acceso los estudiantes de más de 11 años.
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“Estoy devastada. Debido a la queja de una madre The Hill We Climb, mi poema inaugural, ha sido prohibido en una escuela primaria”, tuiteó Gorman. Y sumó: “Las prohibiciones de libros no son nuevas. Pero han ido en aumento: según la ALA (American Library Association), en 2022 se impugnaron un 40% más de libros que en 2021. Es más, a menudo todo lo que se necesita para eliminar estas obras de nuestras bibliotecas y escuelas es una sola objeción. Y seamos claros: la mayoría de las obras prohibidas son de autores que han luchado durante generaciones para llegar a las estanterías. La mayoría de estas obras prohibidas son de voces queer y no blancas”, sumó la joven poeta de 25 años.
Según publicó The Miami Herald, la madre que denunció el contenido del libro ante el Bob Graham Education Center atribuyó el libro que quería lejos de sus hijos a la estrella de televisión Oprah Winfrey, que en rigor es quien escribió el prólogo del libro en el que Gorman editó el poema que pronunció en la asunción de Biden.
Ese mismo medio explicó que la denuncia de la madre asegura que el libro “no es educativo” y que “contiene mensajes indirectos de odio”. Lo cierto es que, en un contexto en que el panorama general en Estados Unidos es de incremento de denuncias sobre el contenido de los libros, el Estado de Florida es uno especialmente activo en ese sentido.
Grupos de padres o juntas escolares conservadores presentan planteos a las escuelas de sus hijos, y el gobernador de ese estado, Ron DeSantis -también conservador y oficialmente lanzado como pre-candidato presidencial para las elecciones de 2024 por el partido republicano- se ha manifestado a favor de que esas voces, las de los padres y madres que quieren tomar decisiones sobre aquello que la escuela decide enseñar, sean más escuchadas que antes.
“Escribí La colina que escalamos para que todos los jóvenes pudieran verse reflejados en un momento histórico. Desde entonces, he recibido innumerables cartas y videos de niños que se han inspirado en La colina que escalamos para escribir sus propios poemas. Privar a los niños de la oportunidad de encontrar su voz en la literatura es una violación de su derecho al libre pensamiento y a la libertad de expresión”, publicó Gorman en un comunicado que dio a conocer en Twitter. “Esta es una colina que no solo escalaremos, sino que conquistaremos”, cerró en ese texto.
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Es probable que Gorman no imaginara este destino para su poema allá por enero de 2021, cuando sus palabras generaron parecieron a conmover a todo un país e incluso más allá de las fronteras. Pero los tiempos cambian, y tal vez esas palabras que parecieron una puerta de entrada a una nueva época, más inclusiva, no gustó a todos por igual.
“La colina que escalamos” (completo y traducido desde el inglés)
Cuando llega el día nos preguntamos
¿dónde podemos encontrar luz en esta sombra interminable?
La pérdida que arrastramos,
un mar que debemos vadear.
Hemos desafiado el vientre de la bestia,
Hemos aprendido que la tranquilidad no siempre es paz,
y las normas y nociones
de lo que es justo
no siempre es justo.
Y sin embargo, el amanecer es nuestro
antes de que lo supiéramos.
De algún modo lo hacemos.
De algún modo hemos capeado y presenciado
una nación que no está rota
sino simplemente inacabada.
Nosotros los sucesores de un país y una época
en el que una delgada niña negra
descendiente de esclavos y criada por una madre soltera
puede soñar con ser presidenta
sólo para encontrarse recitando para uno.
Y sí, estamos lejos de ser pulidos.
Lejos de ser prístinos.
Pero eso no significa que
esforzándonos por formar una unión que sea perfecta.
Nos esforzamos por forjar una unión con propósito,
para componer un país comprometido con todas las culturas, colores, caracteres y
condiciones del hombre.
Y por eso no miramos a lo que se interpone entre nosotros,
sino a lo que tenemos delante.
Cerramos la brecha porque sabemos que, para anteponer nuestro futuro,
primero debemos dejar de lado nuestras diferencias.
Dejamos las armas
para poder tender los brazos
los unos a los otros.
No queremos perjudicar a nadie y queremos armonía para todos.
Que el globo, aunque sólo sea eso, diga que esto es cierto,
que incluso cuando nos afligimos, crecimos,
que incluso cuando nos dolía, esperábamos,
que aunque nos cansamos, lo intentamos,
que siempre estaremos unidos, victoriosos.
No porque nunca más conoceremos la derrota,
sino porque nunca más sembraremos división.
La Escritura nos dice que imaginemos
que cada uno se sentará bajo su vid y su higuera
y nadie los atemorizará.
Si hemos de vivir a la altura de nuestro tiempo,
entonces la victoria no estará en la hoja.
Sino en los puentes que hemos tendido,
ésa es la promesa a vislumbrar,
la colina que escalamos.
Si nos atrevemos.
Porque ser estadounidense es más que un orgullo que heredamos,
es el pasado que pisamos
y cómo lo reparamos.
Hemos visto una fuerza que destrozaría nuestra nación
antes que compartirla.
Destruiría nuestro país si eso significara retrasar la democracia.
Y este esfuerzo estuvo a punto de tener éxito.
Pero mientras que la democracia puede ser retrasada periódicamente,
nunca puede ser derrotada permanentemente.
En esta verdad,
en esta fe confiamos.
Porque mientras tenemos nuestros ojos puestos en el futuro,
la historia tiene sus ojos puestos en nosotros.
Esta es la era de la redención justa
que temimos en sus inicios.
No nos sentíamos preparados para ser los herederos
de una hora tan aterradora
pero en ella encontramos el poder
de escribir un nuevo capítulo.
Para ofrecernos esperanza y risa a nosotros mismos.
Así que mientras una vez nos preguntábamos
¿cómo podríamos prevalecer sobre la catástrofe?
Ahora afirmamos,
¿Cómo podría la catástrofe prevalecer sobre nosotros?
No volveremos a lo que fue,
sino a lo que será.
Un país magullado pero entero,
benevolente pero audaz,
feroz y libre.
No nos dejaremos
ni interrumpidos por la intimidación,
porque sabemos que nuestra inacción e inercia
serán la herencia de la próxima generación.
Nuestros errores se convertirán en sus cargas.
Pero una cosa es cierta,
Si fusionamos la misericordia con el poder,
y el poder con el derecho,
entonces el amor se convierte en nuestro legado,
y el cambio el derecho de nacimiento de nuestros hijos.
Así que dejemos atrás un país
mejor que el que nos dejaron.
Con cada aliento de mi pecho golpeado por el bronce,
convertiremos este mundo herido en uno maravilloso.
Nos alzaremos desde las colinas doradas del oeste.
Nos alzaremos desde el noreste barrido por el viento,
donde nuestros antepasados realizaron por primera vez la revolución.
Nos alzaremos desde las ciudades bordeadas de lagos de los estados del medio oeste.
Nos alzaremos desde el sur asoleado.
Reconstruiremos, reconciliaremos y recuperaremos.
Y cada rincón conocido de nuestra nación y
cada rincón llamado nuestro país,
nuestra gente diversa y hermosa emergerá,
maltrecho y hermoso.
Cuando llegue el día saldremos de la sombra,
encendidos y sin miedo,
el nuevo amanecer florece mientras lo liberamos.
Porque siempre hay luz
si somos lo bastante valientes para verla.
Si tan sólo somos lo bastante valientes para serla.
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