Ser mujer, habitar el cuerpo, abordarlo desde la propia identidad, defenderlo y, en esa misma medida, descubrirlo cada día y en cada etapa es un proceso intenso e interminable que implica sus propias miradas y también las ajenas, de las que intenta deshacerse constantemente.
Lo que se puede decir del cuerpo de la mujer va más allá de su anatomía, de lo físico y lo superficialmente palpable. Hablar de este cuerpo tiene muchas más implicaciones de las que conciernen a lo biológico y su funcionamiento natural.
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El cuerpo físico tiene implicaciones que trascienden. Es el primer lugar que habitamos y a través del cual exploramos el mundo, nuestro primer contacto con la existencia y el medio que nos permite experimentar todo lo que nos rodea y que ha sido inspiración y tema para el arte y en particular para la literatura.
En esta ocasión traemos tres autoras que abordan desde perspectivas diferentes uno de los temas más íntimos e importantes, el cuerpo de la mujer y cómo se ocupan de él.
Elena Ferrante, Blanca Varela y Margarita García Robayo dejan que sus personajes se refieran a este tema del que las mujeres no nos hemos podido desligar y del que, ciertamente, hay que seguir hablando.
“Las deudas del cuerpo”, de Elena Ferrante
Iniciamos con una historia que viaja por medio de sus protagonistas en una conflictiva relación. Se trata de la tercera entrega de una saga titulada “Dos amigas”. En esta oportunidad, la autora italiana le da un tratamiento especial al cuerpo que observa desde la niñez hasta la transformación a la etapa madura.
Elena ubica sus personajes en un barrio pobre de la ciudad de Nápoles donde desarrollan sus vidas, las cuales, en un punto, se ven separadas de todo aquello que hacían juntas, experimentando de un momento a otro la ausencia de coincidencias. Ferrante nos presenta el cuerpo de la mujer ligado, entonces, no solo al curso del tiempo, sino también ceñido a su contexto social, económico y familiar, dejando ver una búsqueda interna que florece en fases de este proceso.
“Llegar a ser. Frase verbal que siempre me había obsesionado, pero en la que reparé por primera vez en esa circunstancia. Yo quería llegar a ser, aunque jamás había sabido qué. Y había llegado a ser, no cabía duda, pero sin un objetivo, sin una auténtica pasión, sin una resuelta ambición”.
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“Concierto animal”, de Blanca Varela
Con Varela el escenario que se nos presenta es el de la poesía. La escritora de origen peruano gracias a este poemario permite ver distintas perspectivas del habitar el cuerpo desde el límite del disfrute y el dolor, elementos que surgen en medio de la vida cotidiana. Es precisamente este espacio el que le permite exponer varios temas en relación con la condición de ese cuerpo.
“Registro minuciosamente mi cuerpo
hurgo mis sentimientos
estoy viva”.
Sus palabras convertidas en versos, si bien aborda distintos ejes, coinciden en la condición del cuerpo, permiten vislumbrar el conjunto de complejidades y simplicidades de la cotidianidad humana. Es precisamente este aspecto el que le ha permitido a la autora alcanzar una mirada universal.
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“Primera persona”, de Margarita García Robayo
Finalizamos este recorrido con una propuesta autobiográfica que permite poner al lector en un escenario directo con una mirada honesta a través de la cual la autora colombiana trae al encuentro preguntas sobre todo lo que abarca el cuerpo.
Más allá de la propia transformación, García Robayo involucra el cuerpo en un conjunto de escenarios en los que se desarrolla, a veces, sin que lo consideremos necesario. En este sentido, aspectos como la exploración de la sexualidad y la propia intimidad, procesos como la lactancia materna, pero también la locura, el hastío y la cotidianidad forman parte de este viaje.
“El otro día se me ocurrió que mi debilidad no es ser mujer, sino ignorar qué clase de mujer soy. ¿Habrá quién lo sepa? ¿Una se parece más a sus actos o a sus pensamientos? ¿Cuántos pensamientos caben en un acto? ¿Cuántas mujeres caben en un cuerpo? ¿Cuántas en una vida? ¿Estoy dispuesta a abrazarlas a todas?”
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