El libro se llama Nada sucede dos veces y compila entrevistas, perfiles y crónicas del periodista Pablo Perantuono. Compila, sobre todo, dieciséis años de trayectoria en medios gráficos de la Argentina y también de la región, y una forma de entender la producción y la elaboración de un artículo periodístico.
Es que los textos reunidos en el libro editado por La Crujía, Perantuono ejerce un acto que, a esta altura, parece como de resistencia. “Una resistencia romántica”, dirá él en su paso por el stand de Leamos - Bajalibros de la Feria del Libro de Buenos Aires, en conversación con Julieta Roffo.
Esa especie de de resistencia tiene que ver con el ejercicio de un periodismo que requiere tiempo, tanto de parte de quien lo produce como de parte de su destinatario: el lector. Piezas de largo aliento, de insistir hasta que el entrevistado diga “bueno, dale, hagamos la nota”, de escribir sobre un tema que parece que se resuelve en cuatro o cinco días de tecleo pero que en realidad el autor tiene en la cabeza hace décadas.
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En Nada sucede dos veces hay crónicas sobre la muerte de una hermana y sobre el infarto de un amigo, y entrevista o perfiles del Indio Solari, de Andrés Calamaro, de Enrique Symns, de Jorge “Perro” Serrano.
A continuación, un fragmento de esa entrevista que puede verse completa en video.
- ¿Te metiste mucho a editar los textos o se publicaron como estaban y a bancársela?
- No, había que bancársela. Casi como una cuestión de honestidad y hasta de un poquito de coraje, si se quiere. Hay un texto que me parece muy prototípico en ese sentido, un reportaje largo a Guillermo Coppola. Probablemente si lo hiciera hoy serían preguntas muy distintas desde una postura distinta, pero fue en 2008 y creo que es un documento de época: eso es lo que pensaban sobre el mundo dos señores nacidos en el siglo XX y me parece que queda justamente como eso, como testimonio de ese momento.
- Voy a agarrar algo que contás en tu introducción a la entrevista a Andrés Calamaro para preguntarte por algo más general. Él te dijo muchas veces que no hasta que un día te dijo que sí, ¿cuáles dirías que son tus recursos a la hora de insistir?
- Todo escritor es un versero, en el mejor de los casos ilustrado, ¿no? Y soy bastante terco. Entonces utilizo todo lo que puedo. Siempre dentro de la ley -bromeó-, no te voy a mandar una cabeza de caballo, pero sí, intento. En muchos casos es gente que comparte un universo con cosas en común con el propio, y eso da otro tipo de llegada.
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- El tiempo que te tomás hasta conseguir la entrevista, el largo de tus textos propios o de los que editás en LaAgendaBA tienen algo de anti-climático, de resistencia en un contexto en el que la atención humana parece más dispersa que nunca. ¿Cómo defendés esas ideas? ¿Implica renunciar a lectores?
- Bueno, hay algo ahí de la aldea gala como esa en la que estaban Ásterix y Obelix. Hay una defensa media romántica ahí. Como defendiendo una bandera, lo siento así. Por supuesto que entre la vida cotidiana y lo eléctrico de nuestros tiempos, tal vez no tenga gran rating, pero tratamos de hacer textos con un poquito más de ambición, con mirada de autor, con una capacidad mínima de conmover. Eso es lo que tratamos de llevar adelante, tanto en lo que editamos en LaAgendaBA como en los perfiles que hago.
- En una entrevista que le diste a Télam a partir del libro dijiste que fuiste un poco benevolente con algunos entrevistados por la simpatía que te generaba esa persona. ¿Cómo se regula eso, si es que se puede regular?
- Creo que uno tiene que hacer una especie de pacto con sus propias emociones, ¿no? Ser ecuánime y tener en cuenta que podés estar delante de un tiempo que es simpático, tiene obra, tiene talento, pero también puede ser un rufián, un mal tipo. El arte está lleno de gente que es tirana… Finalmente siempre hay una manera sutil de dar cuenta de eso. Yo en particular me siento incómodo incomodando, pero también creo que llevando al entrevistado de la mano esa persona se puede abrir y entrar en temas y climas que en principio le hubieran resultado incómodos. Lleva más tiempo pero se puede llegar al mismo lugar.
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