“Porque yo supe de Fernando Lince por un mensaje de texto. Él supo de mí por un mensaje de mi madre en su Facebook. No sé si soy hija de ese hombre, pero no me cabe la menor duda que soy hija de la maldita era digital”. La que narra en primera persona es Paola Guevara. Periodista, con 21 años de profesión, escritora, directora de la Feria del Libro de Cali y madre de dos hijos varones: Lucas y Tomás. Mi padre y otros accidentes es su primera novela de no ficción donde grita a los cuatro vientos la increíble pero real historia de su vida.
En diálogo con Infobae Leamos, la autora aclara que en la novela cambió los nombres de todos los personajes. Y ella aparece sin nombre, porque se considera una persona a la cual “le robaron el derecho a la identidad, a un nombre, el derecho a conocer su historial genético”, y también a modo de homenaje a todos los hijos e hijas a quienes les robaron el derecho a saber de dónde vienen, estén vivos o muertos.
Como sacado del mismísimo realismo mágico, el libro arranca con la insólita confesión acerca de cómo, después de 34 años, su madre –Alma – decide enviarle el nombre de su verdadero padre por mensaje de texto: “Fernando Lince vive en Cali y quiere conocerte. Acabo de darle tu número. Te va a llamar”. Fin del mensaje.
Hasta ese día, la periodista pensaba que su padre era otro. Uno que habían dado por muerto (o fugado) y que no se podía nombrar. Era un tema tabú. Pero esto no es nada. La autora fue criada por sus abuelos a quienes tenía que llamar “mamá” y “papá”, mientras que a su mamá biológica debía llamarla “hermana” y a su hermano, “sobrino”.
“Los secretos pequeños o grandes (…) son más que un hábito, son un deporte de mi familia (…) al cual logré sobrevivir, pero no adaptarme”. Unos abuelos que eran padres. Una madre que era una desgracia. Un medio hermano que era sobrino. Y un padre fantasma. Así fue el escenario donde Paola Guevara se crio: una criatura obligada a vivir en la mentira y siempre añorando la figura de un papá. Una familia rota donde las piezas se fueron acomodando como pudieron. “En medio de tantos secretos, (mis abuelos) fueron lo único cierto todos estos años. Ellos salvaron mi mundo emocional”.
Como sea, lo cierto es que partir de ese mensaje de texto surrealista, todo lo que la autora había logrado construir hasta ese momento se desmoronó. ¿Entonces, Franco no era su progenitor? ¿Y quién corno era ese Fernando Lince? Otra mentira de su mamá? La bomba ya había estallado: ahora sabía que existía la posibilidad de un verdadero padre, que no era el que ella creía, y encima de todo parece que siempre había estado allí: vivía en su misma ciudad, a seis cuadras de distancia.
Después de una espera de varios largos días, la periodista recibe la llamada de su “no chequeado” padre. Con el cuerpo y la mente en turbulencia extrema acuerdan encontrarse. Y bueno. Sí, pasó de todo. Hasta una prueba de ADN. “Algunas felicidades llegan tan tarde que se parecen demasiado a la tristeza”, asegura la escritora y protagonista de esta historia.
Mi padre y otros accidentes, es una novela inspirada en un hecho real que le cambió la existencia a la autora y a todos los demás miembros de su familia. Es la historia de una mujer adulta, que después de 34 años conoce a su verdadero padre. Un piloto de la Fuerza Aérea que, años antes de encontrarse con ella, sufre un accidente aéreo que lo deja al borde de la muerte. “Siempre se preguntó porque no perdió los ojos en ese accidente. ¿Por qué conservó su vista cuando hubo fuego en toda su cara, cejas, pestañas y párpados? Y cuando me conoció, me dijo: ahora comprendí la razón. No perdí mis ojos, para poder verte a ti”.
“Si vives lo suficiente todos los círculos se cierran”, dijo una vez Isabel Allende. Y es así. El encuentro de Paola y su papá, y lo que ella pudo hacer con eso, es la prueba viviente de la maestría de esa frase. Y sin duda también demuestra como una herida abierta puede cicatrizar, aún en la peor de las adversidades, y que es imprescindible sanar para poder hacer las paces con la vida.
“Necesito contarme a mí misma esta historia para terminar de entenderla -escribe Guevara al final del libro- de digerirla, de procesarla. Solo así yendo al fondo de la ruptura (…), podré renacer yo misma. Benditos sean los errores de mi madre que me condujeron hasta aquí. Mis ojos se llenan de certeza. No hubo error. No hay nada que perdonar. Todo es perfecto”.
Amén.
*Paola Guevara es periodista y escritora colombiana y esta es su primera incursión en la novela autobiográfica. Su segunda novela se llama Horóscopo y será llevada al cine por la empresa Elefantec Global, de Pepe Bastón, para Amazon Prime. En Argentina, el guion está en manos de Constanza Boquet.
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