“¡¡¡Presidente, presidente!!!”, le gritaron a Javier Milei apenas entró a la sala José Hernández de la Feria del Libro. Es, con una capacidad de mil personas, la más grande de este evento en el que el candidato libertario ya había convocado de a miles en la edición de 2022. Después de eso, hubo más gritos y canciones: “¡¡¡Libertad, libertad!!!” y “Tiene miedo, la casta tiene miedo”. Venían de toda la sala y también de los cientos de personas que habían quedado afuera pero que seguirían toda la presentación a través de parlantes.
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La entrada del pre-candidato libertario tuvo la euforia y el descontrol de las escenas que parecen épicas y festivas pero pueden volverse una tragedia en cualquier momento si algo, un detalle, falla en medio del tumulto y la excitación. Es que Milei avanzó desde el fondo de la sala en medio de abrazos de sus seguidores más fanatizados y también de los empujones del personal de seguridad que lo rodeó todo el tiempo y que le abría camino hacia el escenario.
Esta vez, el motivo de su llegada a la Feria fue la presentación de su último libro, El fin de la inflación, que Planeta publicó como novedad de mayo y que, durante la espera, muchos de sus seguidores empezaron a leer apenas lo compraron por 6.000 pesos en el stand de la editorial. Milei dedicó su presentación en público a explicar por qué y cómo apoya la eliminación del Banco Central, y también para disparar contra sus rivales políticos y contra un “pseudo liberal” al que trató de “traidor” y que en la Sala se creía que era José Luis Espert. Horas más tarde, los allegados al libertario aclararon que en realidad hablaba de Ricardo López Murphy.
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La previa para ver al economista había sido larga: los primeros en la fila para entrar a la sala José Hernández habían llegado a la puerta de La Rural a las ocho de la mañana. No alcanzó el espacio más grande de esta Feria para todos los seguidores que el pre-candidato de La Libertad Avanza trajo al predio. Pero los que lograron entrar a la sala se encontraron, apenas miraron al escenario, con un mensaje directo: la gigantografía de un billete de cien dólares con el retrato de Milei impreso. La propuesta de dolarización ya se adivinaba en los pins que, por 500 pesos, un vendedor ambulante ofrecía sobre la avenida Sarmiento.
Karina Milei, hermana del actual diputado y apodada “El Jefe” por él, fue la encargada de acomodar la gigantografía del billete justo debajo del escritorio en el que el economista dialogó con su compañero de mesa esta tarde, Alberto Benegas Lynch hijo.
Desde abajo lo escucharon la diputada Victoria Villarruel, que lo acompañará en la fórmula presidencial, la economista Diana Mondino, que había sonado para ese mismo cargo, Juan Carlos Blumberg, que impulsó el endurecimiento de penas del Código Penal tras el secuestro y asesinato de su hijo Axel en 2004, y cientos de seguidores embanderados con un amarillo que no es el del Pro sino el de la bandera Gadsen. Se trata de un símbolo que se usó durante la Revolución de Estados Unidos y que desde hace décadas se usa como emblema del individualismo y de la defensa de las libertades individuales.
Cuando finalmente subió al escenario, lo primero que hizo Javier Milei fue reconocer a quien lo acompañó esta tarde: “Quiero agradecer a nuestro héroe, nuestro máximo referente del liberalismo, Alberto Benegas Lynch hijo”. No es la primera vez que el líder de La Libertad Avanza reconoce a este académico como referente ideológico e intelectual. Por su parte, Benegas Lynch empezó su participación esta tarde con una afirmación contundente: “Javier Milei ya ganó, porque puso los valores de la libertad de nuevo en la discusión y el debate en la Argentina después de ochenta años. Lo acusan de anti-sistema y estamos rodeados de anti-sistemas desde hace ochenta años”.
“Los valores de la libertad que vino a devolver Milei -siguió diciendo Benegas Lynch- tienen que ver con discutir el homicidio en el seno materno, mal llamado aborto, y también la discusión del ambientalismo. Se dice que el ambientalismo quiere proteger la propiedad del planeta y lo que hace es destrozar la propiedad”.
Mientras tanto, afuera, apenas se cerraron las puertas de la sala por haberse agotado su capacidad, se seguía agolpando el público. Cantaron “libertad, libertad, libertad” y respondieron “¡Viva!” cuando, desde el escenario, escucharon a su líder gritar “¡Viva la libertad, carajo!”. Amontonados, filmaron desde la única puerta que quedó abierta y escucharon a través del parlante que se instaló afuera para replicar la conversación.
Desde el escenario, Benegas Lynch interpeló a la audiencia: “¿No les parece una sandez mayúscula escuchar hablar de la soberanía monetaria? ¿No es lo mismo que escuchar hablar de la soberanía de la zanahoria o de la lechuga? ¿No es ridículo que haya gente grande que propuso otra vez sacarle ceros a la moneda para que esta vez el Banco Central se porte bien?”.
“Me resulta anodina a esta altura la expresión izquierda, derecha, de centro. Sugiero que empecemos a usar estatismo frente a liberalismo. Hay gente que usa la expresión populismo para disfrazar la verdadera naturaleza del problema que es el estatismo”, dijo Benegas Lynch hijo, y se llevó un aplauso de los bien fuertes.
Volvieron a estallar los cantos de “¡¡¡presidente, presidente!!!” apenas Javier Milei tomó el micrófono, que arrancó con sus habituales críticas a la clase dirigente: “Lo primero con lo que uno tiene que luchar es con la deshonestidad intelectual de los otros políticos, que recortan lo que uno explica y lo describen parcialmente. La casta también son los empresaurios (sic), el sindicalismo transa, los micrófonos ensobrados y también los economistas chantas que trabajan para el poder”.
También anunció que en la charla se iba a dedicar a “la eliminación del Banco Central y el fin de la inflación”. “Básicamente lo primero que tenemos que hacer es a lo (Milton) Friedman: primero los datos. Si tomamos el período de la caja de conversión, de 1880 a 1935, la inflación promedio fue 0,9% anual. Después, cuando fue mixto, trepó a 6% anual, en promedio de diez años. Después, cuando fue completamente estatizado, hasta 1991 fue 250% promedio anual.”, expuso.
Y siguió con la cronología: “Durante la convertibilidad la inflación fue de 9% anual y se concentró básicamente en el primer año y medio. En abril de 1993 pasó a ser el país con menos inflación del mundo”.
“Cuando los políticos ladrones no tuvieron más acceso al financiamiento rompieron la regla monetaria de la convertibilidad y empezaron a emitir de nuevo -afirmó-. La inflación de los primeros cuatro años del régimen K llegó al 10% en el segundo período del régimen K fue al 20%, en el tercer período K llegó al 30%, con Macri trepó al 40%, hoy la tasa de inflación está trepando al 150%. Ustedes no le pueden dar la navaja al mono: los va a matar. No les pueden dejar el arma cargada al asesino: los va a asesinar. Si ustedes le dejan el Banco Central a los políticos chorros, los van a afanar como lo vienen haciendo”.
“La pregunta es por qué queremos tener esa maldita moneda llamada peso argentino que nos viene arruinando a todos los argentinos de bien”, insistió. “El primer argumento es moral. Robar está mal, y el Banco Central es el mecanismo por el que los políticos roban a los argentinos de bien porque fotocopian billetes y eso es una estafa”, graficó. El segundo argumento es técnico, dijo, porque “la realidad es que si un bien no tiene demanda su precio es cero; si no fuera por el curso obligatorio, que a punta de pistola nos obligan a tener esos papelitos, nadie los querría”.
Ironizando sobre sí mismo, Milei lanzó una hipótesis: “Supongamos que estuviera casado, que es un supuesto fuerte. Parece que ahora es inhibitorio para ser presidente: no estoy casado. Supongo que algunas de las muchachas se van a ofrecer para resolver....” Luego retomó el hilo: “Supongamos que llego y me dicen ‘viejo, no alcanza’, y digo ‘más de lo que laburo no puedo laburar, no puedo generar’. Entonces uno baja el gasto. Los economistas promueven irse de caño: tener Banco Central para romperles la cabeza a ustedes con impuesto inflacionario”.
No faltaron las críticas para todos los sectores políticos: es que, más allá de ser una presentación técnica sobre economía, este acto fue también el discurso de un pre-candidato a la Presidencia. “No es posible hacer los cambios necesarios con los delincuentes del Frente de Chodos ni con los delincuentes de Juntos por el Cargo”, disparó el libertario.
Y tuvo más para decir: sin nombrarlo, atacó a su ex aliado José Luis Espert, ahora cercano a Juntos por el Cambio. “Un economista pseudoliberal, un traidor, un verdadero traidor, días atrás reclamó por el hecho de que si dolarizamos íbamos a perder el señoreaje. Es decir la que le roban los políticos ladrones a todos los argentinos de bien. ¿Qué liberal puede ser un tipo que aboga por el robo a los argentinos de bien? ¡Un delincuente, un traidor!”.
Como si imitara a un locutor, al disertante de una conferencia académica importante, o las dos cosas al mismo tiempo, Milei engoló la voz para articular argumentos en contra de la eliminación del Banco Central y de la dolarización que después destrozó con una sola palabra: “Bullshit”. Se trata de la misma que usó Patricia Bullrich, pre-candidata a la Presidencia por Juntos por el Cambio, hace pocos días, cuando respondió a las acusaciones de encubrimiento del atentado contra Cristina Fernández que la propia vicepresidenta formuló. ¿Habrá sido esa misma palabra una casualidad o un guiño? El correr del año electoral traerá la respuesta.
Con un truco que repite en todos sus actos públicos, Milei se levantó de la silla y levantó también el tono de voz. Los argumentos técnicos le cedieron lugar a la performance gritona que combina con su pelo revuelto: “¡Viva la libertad, carajo!”, gritó. “¡Viva!”, le respondieron en la sala y desde afuera. Y cantaron de nuevo eso que ya tienen claro para cuando vaya a las urnas: “¡Presidente, presidente!”.
[Fotos: Franco Fafasuli]
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