“En muchísimos expedientes judiciales la justicia habla de la frontera norte de nuestro país como la puerta de ingreso al crimen organizado”, dice la periodista Lucía Salinas en el stand de Leamos/Bajalibros en la Feria del Libro. “Sea el contrabando, sean operaciones que terminan en lavado dinero, sea el narcotráfico, que es uno de los temas más preocupantes para la Argentina en estos tiempos”, acota.
La periodista va a hablar de la frontera norte, de sus problemas, de su particular forma de vida, porque está investigando el tema para un libro en el que está trabajando y que publicará la editorial digital Leamos.
Y como está investigando sabe que las cosas no son blanco negro. “Cuando uno se acerca a ese territorio ve la complejidad. Y un poco Fronteras -así se llamará el libro- viene a explorar esto, un territorio en el cual muchas organizaciones criminales han encontrado el lugar ideal para desarrollarse, pero también donde hay muchas comunidades que conviven con esas organizaciones, que viven de esas organizaciones. Y un poco cómo el delito va moldeando la idiosincrasia de esos lugares”.
-¿Se puede decir que ya se hace una forma de vida de la gente que no necesariamente es un narcotraficante?- le preguntó la periodista Patricia Kolesnicov, que también es editora en Leamos.
-Exactamente, porque lo que nos encontramos en cada viaje es que estas grandes organizaciones se valen de pequeños eslabones que son las comunidades de frontera. Porque no hay trabajo formal y nada les deja más ingresos para sostener a la familia --ni siquiera para vivir con grandes lujos- que tareas diarias, cotidianas para ellos, como es cruzar mercadería de manera ilegal. Ni hablar cuando las personas son utilizadas para transportar droga en distintos formatos también.
-Hay un caldo de cultivo ahí que es la miseria.
-Sí, que es la necesidad, que es la falta de trabajo formal, que es la falta de un proyecto que le dé industria a esos lugares, que les dé energía a esos lugares, que les dé los servicios básicos esenciales a esos lugares para que las organizaciones criminales no ganen terreno allí y se valgan de la necesidad de muchas personas.
A eso se agrega otro elemento: las autoridades que se dan vuelta y terminan trabajando para el delito. “Hay jueces, hay intendentes, hay responsables de las fuerzas que hoy están presos por haber sido parte de esas organizaciones criminales, lo cual ya nos da un pequeño muestreo de la complejidad de esos territorios”, dice Salinas.
Y cuenta que, por otro lado, hay jueces preocupados porque se persiga a quienes se hacen el peso diario en lugar de a los pesos pesados. “En Orán, que es una de las jurisdicciones más calientes en materia de contrabando y narcotráfico, me decían ‘yo puedo tener sobre mi escritorio 2.000 expedientes de paseros’. El pasero es el que cruza la mercadería, sea metiéndose por un camino ilegal en el monte, sea cruzándolo a través de un río con una balsa ilegal, o sea caminando por el río cuando el agua está muy baja. ‘Yo no puedo solo tener a los paseros sin ocuparme de las grandes cabezas de estas organizaciones criminales”.
Entonces, hay debates: “Lo que algunos discuten es: ‘¿vamos a seguir persiguiendo al que cruza dos cubiertas, una bolsa de harina, una bolsa de papa, una bolsa de cebolla? Porque esto es lo que también se cruza...”
Más que delito
Pero el libro no será sólo sobre el delito: “Nos encontramos con comunidades que no hacen esta distinción de ‘nosotros vivimos del lado argentino y allá enfrente tenemos la República de Paraguay’. De Paraguay están separados por un río, de Bolivia por una calle, de Brasil en la zona de Bernardo de Irigoyen por una vereda tan solo, por unos pocos metros. Entonces cruzan ya por una cuestión hasta de idiosincrasia, diariamente. Para ir al médico, llevar a sus hijos a la escuela... Si les gusta más la escuela de Brasil, los llevan a la escuela de Brasil, les conviene comprar la mercadería en Bolivia, cruzan a la ciudad de Espejo, que se encuentra cruzando la calle, pero ya en otro país. Entonces vemos que hay una gran distancia entre cuando uno piensa en estas fronteras desde un escritorio, desde la lejanía, y cuando pisamos esos lugares”.
Entonces Lucía Salinas cuenta un caso:
“Hay una particularidad en Salvador Mazza, que es la ciudad más septentrional de la Argentina. Allí hay muchas casas cuyos patios dan a una ciudad boliviana. La casa está en territorio argentino, pero el patio desemboca en Yacuiba, que es la ciudad de espejo boliviana. Y la gente cobra. Si vos querés pasar por el patio de esa casa, pagás 50 pesos para ir y pagás 50 pesos para regresar. Y saben que no es algo legal propiamente dicho, pero no lo viven como un delito”.
Fronteras aprovechará su característica de libro digital para incorporar recursos multimedia.
-Cada capítulo va a contar con un QR; van a poder acceder y allí, más allá de lo que estemos contando, los lectores van a poder ver imágenes del lugar del cual le estamos hablando, a pequeñas historias, van a poder bucear un poco en todas esas historias. Y también lo que va a ir acompañando una vez que el libro ya esté publicado es un documental que va a constar de tres capítulos.
El documental se tratará, dice Salinas. “de estas tres fronteras: una frontera urbana, una frontera seca y una frontera de agua”.
Además, habrá, cuenta la periodista, “unas pequeñas historias para celulares, para los que andamos con ellos en la mano todo el tiempo, en unas pequeñas cápsulas, son microhistorias que también se desprenden de la investigación de este libro”.
Investigación, historias, relato y tecnología. Pronto llegará Fronteras, otro libro digital de Leamos.
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