Hay mucho para ver en la fila que, cuatro horas antes de la presentación de su libro en la sala más grande de la Feria del Libro, espera por Javier Milei. Un pantallazo: estudiantes de secundario y también de los primeros años de la universidad que a las 8 de la mañana esperaban que se abrieran las puertas de La Rural; una madre a la que un hijo adolescente le explicó las principales ideas del economista y la convenció de que sea su candidato; referentes de organizaciones que forman en oficios en el Conurbano y que dicen “a mí la política me dio zapatillas con el nombre de un gobernador, yo quiero que sirva para sostenerse solo”; una diseñadora que se siente en las antípodas del economista y que dice “vine a escuchar cómo piensa el que está enfrente para poder discutir con quienes lo votan”. Hay mucho en esta fila pero sobre todo hay esto: intención de voto.
El impacto de la presencia de Milei en la Feria se adivina desde antes de entrar al predio. Un vendedor ambulante zarandea banderas de distintos tamaños: las más grandes cuestan 1.500 pesos y las más chicas, 1.000 Algunas tienen al líder de los libertarios impreso en la tela, de espaldas frente a un público masivo, y dicen: “¡Viva la libertad, carajo!”, ese grito que Milei pega cada vez que cierra sus alocuciones. Otras son amarillas, con una serpiente de cascabel lista para atacar y una leyenda: “Dont tread on me” (“No me pises”). Es la bandera de Gadsen, un símbolo que la Revolución Americana que luego se usó -y se usa- como emblema del individualismo y de la defensa de las libertades individuales.
“Si sacás foto de las banderas por favor sin mi cara, yo vendo de todos los políticos, del que haya acto”, dice el chico que las ofrece sobre avenida Sarmiento. Vende, además, pins con la foto del pre-candidato, con la serpiente de Gadsen, con la leyenda “Dolarización” y también “Te salva el mercado, no el Estado”. “Cerca de la hora de la charla vamos a poner una mesa de afiliación al Partido Libertario en la esquina de Plaza Italia. El año pasado logramos una buena cantidad de afiliados, unos 25″, cuenta Ignacio, secretario general de la Juventud de los libertarios en la Ciudad. Ante la consulta sobre cuántas afiliaciones tiene en total el partido prefiere responder sin precisiones: “Las suficientes como para tener la personería jurídica”.
¿Pero qué pasa en la fila que hay que hacer en el exterior del pabellón rojo para, a las 17.30, entrar a la sala José Hernández a escuchar a Milei? Pasa que al mismo tiempo decenas de sus seguidores rompen el celofán del libro que acaba de publicar Planeta, El fin de la inflación, que pone en tapa esa palabra que representa la máxima preocupación de los argentinos y también una foto del economista en plena gesticulación, como una performance. A esta hora, que para que Milei salga al escenario falta un rato largo, hay intercambio de favores: “Cuidame el lugar en la fila y compro el libro en el stand para los dos”, se escucha.
“A las 8 estábamos acá, vine desde Pompeya. Vengo a ver la charla, a hacer el aguante y también a escuchar a Alberto Benegas Lynch hijo, que es un ídolo por la definición de liberalismo que dio: ‘El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo bajo el principio de no agresión y defendiendo el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad’”, recita de memoria Lucas. “Javi es el que mejor representa esas ideas, creo que es auténtico porque no es políticamente correcto”, suma. Tiene 22 años, estudia Economía en la UBA y asegura: “No me preocupa el arancelamiento inmediato de la universidad porque no es algo que Javier proponga para ya mismo”.
Ramiro, de 17 años, también madrugó y llegó desde Villa Luro a esta fila que crece y, como las banderas, serpentea preanunciando que la charla de Milei será de lo más convocante de la jornada. “No me quiero separar de mi familia, no quiero estudiar en otro idioma, y nunca desde que nací vi a la Argentina con una economía fuerte. En ese contexto, creo que Milei es la última esperanza. El sistema como está no funciona, Milei apunta a implementar lo que funciona afuera: hace un rejunte entre el libre mercado, la libre competencia de monedas, que no es una dolarización explícita”, describe. Y remata: “Sería una decepción si finalmente cierra filas con Juntos por el Cambio, creo que no lo va a hacer porque no coincide con las bases de su pensamiento”.
Anita habla en voz baja con esta cronista: tiene 33 años, es diseñadora de UX y viajó desde La Plata para ponerse en esta fila. “No pienso como él, no soy su seguidora”, dice, y sigue: “Pienso todo lo contrario a lo que propone, pero tengo varios amigos, de mi edad o un poco más chicos, que van a votarlo, y quiero entender de qué se trata para poder discutir con argumentos”, cuenta. “Vengo con respeto, no a hacer lío. Todo lo que plantea en términos de educación, de privatización, todo eso saca derechos, y la educación es uno muy importante. Quiero tener más armas para discutir mejor”, suma, y baja aún más la voz cuando enumera las ideas de La Libertad Avanza que menos la representan.
Es que la fila está rodeada de remeras que dicen “Milei 2023 - Hagámoslo posible” y hasta se improvisan conversaciones sobre cómo se pondrán las banderas partidarias una vez que la sala José Hernández abra las puertas para este acto. “Yo tengo un local de Milei en San Fernando, que es el municipio más caro de Zona Norte y en el que los impuestos municipales son altísimos. Hay dos públicos muy presentes en nuestro local: los chicos que pasan cuando salen de la secundaria y quieren acercarse a estas ideas, y gente de más de sesenta o incluso de setenta. Gente que nos dice ‘yo ya no tenía pensado votar, pero ahora sí’”, describe Pamela Ávila, coordinadora de La Libertad Avanza en ese distrito.
“Lo único que siento que le objetan quienes quisieran votarlo y no se convencen del todo es el carácter. Es como nosotros hablando en la mesa con la familia. Javier es un ciudadano enojado y nosotros también”. “¿Creés que un ciudadano enojado puede hacer una buena presidencia?”, consultó esta cronista: “Bueno, nunca lo había pensado. En principio no, pero él tiene otras bases, otras ideas más allá del enojo, así que me sigue pareciendo mi única opción de voto”.
“Él es pre-candidato a intendente en Morón”, señala un hombre en la fila mostrando a otro. “Bueno, pre-candidato todavía no, estamos trabajando para eso”, aclara y se presenta: “Soy Cristian ‘Chapu’ Martínez”. Enseguida cuenta: “Tengo 38 años, soy el mayor de 11 hermanos. A mí la política me llevó en micro a las marchas, me dio zapatillas con el nombre de un gobernador. Yo hace seis años organizo una asociación civil que en esos años, con la ayuda de empresas privadas, formó en oficios a 5.000 personas. Peluquería, reparación de aire acondicionado, barbería, costura, y también lo digital: diseño de videojuegos, community manager”, describe. “Tengo una mirada social que no tiene que ver con el bolsón de comida, y creo que hay que asociarse con los empresarios aunque nos quieran decir que hay que odiarlos. Javier representa eso para mí”, remata.
En la fila siguen sonando los celofanes de libros recién comprados. El fin de la inflación, que cuesta 6.000 pesos, vendió 185 ejemplares en la Feria desde que se lanzó como novedad de mayo. No ocupa el Top 10 en el stand de Planeta, pero quién sabe: esperan que las ventas crezcan un 80% este domingo. Mientras tanto, la fila hecha de intención de voto crece.
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